David Agüera
Me enamoré de este lugar una noche de noviembre. Recuerdo que la niebla cubría los tejados de los edificios más altos y que las escasas luces amarillas de la plaza creaban sombras en rincones y callejuelas. Alcé la vista y estaba solo, ni una persona. Me dejé llevar y la imaginación me mostró como hubiera sido la entrada de un carruaje de caballos en la Edad Media por aquel empedrado perfecto y majestuoso. Nunca antes había visto Santillana del Mar de aquella manera. Nunca antes había descubierto los encantos de la joya del turismo de Cantabria como aquella noche en la Plaza Mayor, entre el Ayuntamiento y el Parador Nacional.
Hay pocos destinos que te puedan sorprender y ofrecer tanto como este pedazo del norte de España. Cita imprescindible para el turista que elige Cantabria. Santillana del Mar es, sin lugar a dudas, una de las localidades de mayor valor histórico-artístico de todo el país. Un paseo por cualquiera de sus calles se convierte en un viaje al pasado que en verano realizas junto al murmullo de los miles de turistas que elijen la villa para disfrutar de sus vacaciones. Y es que, aquí se disfruta todo el año porque cada mes ofrece una postal diferente.
Arrancamos nuestro viaje en la Colegiata de Santa Juliana. Una impresionante edificación que ya existía en el siglo IX como monasterio y que daría paso a la prestigiosa colegiata de Santa Juliana en el siglo XII, hoy convertida en el más importante exponente del arte románico en Cantabria. Precisamente, en torno a la colegiata, se desarrolló un núcleo de población que vivió épocas de gran esplendor económico. Además de su claustro, donde el tiempo parece detenerse, cabe destacar que en 2015 la Unesco aprobó la ampliación del Camino de Santiago en España a «Caminos de Santiago de Compostela: Camino francés y Caminos del Norte de España», donde fue incluido como uno de los bienes individuales del camino costero.
Vuelvo a la realidad. Entre la Calle del Río y la Plaza las Arenas el desfile de personas es imparable. Cada rincón merece una parada y los móviles en alto, utilizados como cámaras, se repiten en la panorámica del momento. Me llama la atención un pequeño establecimiento entre los diferentes comercios de souvenirs y talleres artesanos. Un rincón donde los turistas degustan leche con bizcochos, la merienda más popular en la villa, y donde nos dejan con buen sabor de boca para continuar con el viaje.
Los pies me llevan camino de las torres de Merino y Don Borja (conocida por ser sede de la Fundación Santillana). Edificaciones civiles más antiguas de Santillana del Mar que muestran el poder y capacidad económica que esta población tuvo en el siglo XV, aunque su origen real podría ser de la Edad Media. Junto a ellas nos encontraremos construcciones como las casas del Águila y la Parra (convertida en sala de exposiciones), el palacio y la torre de Velarde y la casa de Leonor de la Vega, entre otros muchos.
Recorrer las calles empedradas de este lugar es empaparse de cultura, historia y arquitectura. Pero hay mucho más. Santillana es hoy uno de los municipios españoles más conocidos a nivel internacional por la Cueva de Altamira. Calificada como la «capilla sixtina» del arte rupestre, esta cavidad contiene las pinturas prehistóricas más famosas del mundo. El descubrimiento de la cueva de Altamira, a finales del siglo XIX, provocó una impresionante conmoción entre la comunidad científica de la época. Fue tanta la repercusión internacional que la cueva debió cerrarse, en primer lugar, y restringir su acceso después para proteger las pinturas. Así se crea una réplica de la cueva para deleite de los visitantes en 2001, una recreación que permite la difusión a todo el mundo del arte de Altamira. Inaugurando también la actual sede del museo.
Nuestro viaje va terminando. Pocos destinos nos dan tanto en tan poco tiempo. Llega el momento de comer, la oferta gastronómica de la zona es extraordinaria. Lo mejor de la cocina de Cantabria la encontramos en los restaurantes de la zona: cocido montañés, carnes, pescados, sobaos, anchoas… un lujo convertido en costumbre en Santillana. Tras la comida seguiremos nuestro camino por el Museo de la Inquisición, y el de Jesús Otero (uno de los escultores más importantes del siglo XX nacido en la localidad y con obras repartidas por diferentes partes del mundo como Colombia, Miami…); para terminar disfrutando de la naturaleza… un paseo por las playas de Santa Justa y Ubiarco, en uno de los litorales más bonitos del norte de España. Justo aquí, donde el Cantábrico muestra su bravura, nos quedamos. La postal es mágica, de esas que se guardan en la retina para siempre.