Tamara Cotero
¡Aviso a los viajeros! Si, si, a vosotros, a los que buscáis aprovechar los viajes al máximo, que no os conformáis y queréis lugares que os den mucho en poco tiempo, pues este lugar es Santillana del Mar. ¿Por qué? Pues es muy sencillo, esta preciosa villa encierra patrimonio de la humanidad, historia, cultura, arte, artesanía y todo eso en un ambiente mágico.
Desde que ponemos los pies en Santillana del Mar nos inunda una sensación embriagadora, mires donde mires, estás rodeado de historia, arte, cultura… Es indudable la riqueza que posee esta villa y es que sin duda recoge “todos los encantos de Cantabria”. Vamos a recorrer cada uno de ellos en este viaje.
El primero son Las cuevas de Altamira, reconocidas como la capilla Sixtina del arte rupestre, que data entre los años 35.000 y 11.000 a.C., descubriremos la réplica de la Neo Cueva inaugurada en 2001, que fue la solución para la conservación de las pinturas originales, actualmente un día a la semana, sólo para 5 afortunados que visiten el museo y que lo soliciten al comprar la entrada, entrarán en el sorteo de poder acceder a una experiencia tan única y actualmente al alcance de tan pocos que, los afortunados que al menos una vez hemos tenido la suerte de haberlas visitado, recomendamos no dejar pasar la oportunidad y participar, una cita tan exclusiva y emocionante que recordaréis de por vida.
Seguimos con el viaje con otro encanto, ahora toca ponerse calzado cómodo, y recorrer las calles adoquinadas del casco histórico de la villa, un viaje al Medievo cuya joya románica es la colegiata de Santillana, del s.XII y mientras llegamos a ella paseando, descubrimos más tesoros de esta época, entramos en la calle Santo Domingo y lo primero que nos encontramos es el palacio de Peredo Barreda, nos dirigimos a la Plaza Mayor en la que nos encontramos junto al Ayuntamiento, la Torre de Don Borja que alberga la Fundación Santillana, la Torre de Merino, la casa de Barreda-Bracho (Parador Nacional),y la Casa de las Águilas y la Parra. Mires donde mires todo es historia, no despegamos la vista de nuestro alrededor, de izquierda a derecha, de arriba a abajo, nada nos saca de nuestro paseo por el Medievo. Mientras seguimos nuestro recorrido hasta la Colegiata, seguimos encontrando encantos, museos como el Diocesano Regina Coeli, el de Jesús Otero y alguno tan sorprendente como el Museo de la Tortura.
Nuestra merienda no puede ser otra que el vaso de leche fresca con bizcocho, quesada o sobao, aunque lo típico de Santillana es con bizcocho, ya que hay un dicho que decía que “el que no bebiera un vasuco de leche y bizcocho, no se casaba.”
El zoo que posee la villa es una atracción para todas las edades, bisontes, tigres blancos…. ¿Quién se resiste a esta oportunidad? Y para los que busquen un descanso, tomar el sol y bañarse en la playa, Santillana tiene una playa que enamora, Santa Justa su antigua ermita construida en una cavidad en el acantilado es una belleza que no te puedes perder.
Es uno de esos destinos atemporales, cualquier época del año es perfecta para pasear por sus calles, hasta el 5 de enero, cuando sus calles se engalanan con la iluminación navideña y se inunda de ilusión y magia con el Auto Sacramental y la Cabalgata de Reyes, por eso está declarada fiesta de Interés Turístico Nacional. Lo dicho en Santillana encontraréis todos los encantos de Cantabria.