Arturo Espinosa
Chipilo de Francisco Javier Mina, conocido simplemente como Chipilo, es un pequeño pueblo ubicado a unos 12 kilómetros de la capital del estado. Su nombre completo honra al militar y guerrillero que tuvo su participación en la Independencia de México.
La mayor parte de los habitantes de Chipilo hablan chipileño, que es una variante lingüística del véneto, lengua romance que tiene sus raíces en el norte de Italia, pero, ¿por qué sucede este fenómeno tan único en tierras mexicanas? La historia del pueblo se remonta a 1882, cuando fue fundado de manera oficial por inmigrantes italianos después de que se firmara un contrato para traer colonos italianos a México. Los antecedentes revelan que después de una fuerte inundación provocada por el Río Pave en la región de Véneto, sus pobladores lo perdieron todo y decidieron cruzar el Océano Atlántico por una invitación del entonces presidente Porfirio Díaz para modernizar la forma de trabajar la agricultura y el campo.
Las familias procedentes de Italia empezaron a dedicarse principalmente a la agricultura y la ganadería, pero también se especializaron en la producción de lácteos y Chipilo comenzó a ganar fama por la calidad y sabor de sus quesos, en especial el tipo panela, y algunos de raíces italianas como el exquisito parmesano y provolone. Gracias a su cercanía con Cholula y el centro de Puebla, muchos viajeros dan la vuelta al pueblo únicamente para comprar dichos productos.
En la actualidad, aún cuando las manchas urbanas empiezan a absorber los pequeños poblados aledaños, la población de Chipilo conserva las costumbres y tradiciones que trajeron sus antepasados desde Europa. La fusión entre Italia y México se nota desde el letrero que da la bienvenida, decorado con las banderas de los dos países. Aunque no tiene plaza ni quiosco, en la entidad está la Parroquia de la Inmaculada Concepción, una construcción emblema del poblado de estilo churrigueresco.