Redacción (Madrid)
Rumanía, situada en el sureste de Europa, es una nación que combina paisajes espectaculares, una historia vibrante y una cultura única. Con una superficie de aproximadamente 238,397 km² y una población de más de 19 millones de personas, Rumanía ofrece una mezcla fascinante de tradiciones antiguas y modernidad.
El paisaje rumano es diverso y pintoresco. Desde los Cárpatos, que atraviesan el país y proporcionan un terreno montañoso ideal para el senderismo y los deportes de invierno, hasta las vastas llanuras del sur y el oeste, y el delta del Danubio, uno de los ecosistemas más importantes y mejor conservados de Europa. El delta, un Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, es un refugio para una increíble variedad de flora y fauna, incluyendo muchas especies de aves migratorias.
Rumanía tiene una historia rica y compleja que se remonta a la antigüedad. En la era pre-romana, el territorio estaba habitado por tribus dacias, cuya resistencia a la invasión romana se convirtió en un símbolo de la identidad nacional. El Imperio Romano dejó una profunda huella en la región, especialmente en términos de lengua y cultura, ya que el rumano es una lengua romance derivada del latín.
En la Edad Media, Rumanía estaba dividida en varios principados, siendo los más importantes Valaquia, Moldavia y Transilvania. Esta última es mundialmente famosa por la leyenda de Drácula, basada en el personaje histórico Vlad el Empalador. Los castillos medievales, como el de Bran y el de Peles, son testigos de esta era y atraen a numerosos turistas cada año.
La cultura rumana es un mosaico de influencias orientales y occidentales. La música y las danzas tradicionales, como el “hora” y el “doina”, son expresiones vibrantes del folclore local. Las festividades religiosas y las tradiciones populares, como las celebraciones de Navidad y Pascua, están profundamente arraigadas en la vida cotidiana.
Rumanía también es conocida por su artesanía, especialmente las alfombras tejidas a mano, la cerámica de Horezu (reconocida por la UNESCO) y los huevos de Pascua pintados. Estas tradiciones se han preservado a través de generaciones y continúan siendo una parte esencial de la identidad cultural del país.
La cocina rumana es diversa y sabrosa, reflejando la influencia de las culturas vecinas, como la turca, la húngara y la eslava. Entre los platos más conocidos se encuentran el “sarmale” (rollos de col rellenos de carne), el “mămăligă” (polenta) y el “mititei” (pequeños rollos de carne a la parrilla). La sopa de tripa, conocida como “ciorbă de burtă”, es también un plato popular que no deja indiferente a nadie. El vino rumano y la “țuică” (un aguardiente de ciruela) son acompañamientos comunes en las comidas tradicionales.