Redacción (Madrid)
Bután, situado entre las poderosas naciones de China e India, es un pequeño reino en los Himalayas que ha capturado la atención mundial por su enfoque único en la gobernanza y el bienestar de sus ciudadanos. A diferencia de la mayoría de los países, Bután utiliza la Felicidad Nacional Bruta (FNB) como indicador principal de su desarrollo, una idea innovadora que pone el bienestar espiritual y emocional por encima del Producto Interno Bruto (PIB). Este concepto, introducido en los años 70, se basa en cuatro pilares: desarrollo económico sostenible, conservación del medio ambiente, preservación de la cultura y una buena gobernanza.
La cultura butanesa está profundamente arraigada en el budismo tibetano, que se estableció como religión dominante en el siglo VIII. Esto se refleja en la vida diaria, la arquitectura y las tradiciones del país. Los dzongs, que son imponentes fortalezas y monasterios, son un símbolo de esta rica herencia cultural. Además, los festivales religiosos, conocidos como tsechus, son eventos comunitarios de gran relevancia, donde se realizan danzas y ceremonias espirituales que fortalecen la cohesión social y preservan las antiguas tradiciones.
Uno de los aspectos más impresionantes de Bután es su compromiso con el medio ambiente. El país no solo ha logrado mantenerse como carbono negativo, capturando más carbono del que emite, sino que su constitución exige que al menos el 60% del territorio permanezca cubierto de bosques. La biodiversidad de Bután es asombrosa, abarcando desde selvas tropicales hasta montañas nevadas, lo que permite la coexistencia de una gran variedad de especies animales y vegetales.
En cuanto al turismo, Bután ha adoptado una política de «alto valor y bajo impacto», limitando la cantidad de turistas para proteger su cultura y naturaleza. Los visitantes deben pagar una tarifa diaria que incluye alojamiento, guías y transporte, asegurando que el turismo no afecte negativamente al país. Esta medida garantiza que el desarrollo del turismo sea sostenible y respetuoso con el entorno local, manteniendo intacto el equilibrio entre modernidad y tradición.
Bután, aunque ha empezado a modernizarse con la introducción de la televisión e internet en 1999, sigue siendo fiel a sus valores tradicionales. Este enfoque cuidadoso hacia la modernización ha permitido que el país mantenga un equilibrio único entre desarrollo económico, sostenibilidad medioambiental y bienestar social. En un mundo donde el crecimiento económico suele ser la prioridad, Bután ha demostrado que es posible lograr un modelo de desarrollo centrado en la felicidad y la armonía con la naturaleza.