Redacción (Madrid)
Belgrado, la capital de Serbia, es una ciudad milenaria que ha sido moldeada por diversos imperios, desde los romanos hasta los otomanos. Con más de dos mil años de historia, esta ciudad ha resistido invasiones, guerras y reconstrucciones, convirtiéndose en un símbolo de resiliencia en Europa. Su ubicación en la confluencia de los ríos Danubio y Sava la ha convertido en un punto estratégico y cultural clave en los Balcanes.

Uno de los lugares más icónicos de Belgrado es la Fortaleza de Kalemegdan, un impresionante complejo defensivo con vistas al Danubio, que ofrece una mezcla de historia, arte y paisajes naturales. Otro símbolo de la ciudad es la Iglesia de San Sava, uno de los templos ortodoxos más grandes del mundo, cuya arquitectura imponente destaca en el horizonte belgradense. El Museo Nikola Tesla, dedicado al famoso inventor serbio, y el barrio bohemio de Skadarlija, famoso por su atmósfera artística y sus tabernas tradicionales, también son visitas imprescindibles.

La vida nocturna de Belgrado es famosa por su diversidad y energía. Los splavovi, bares flotantes sobre los ríos, se han convertido en una de las principales atracciones, ofreciendo música en vivo y fiestas hasta el amanecer. Además, la escena cultural de la ciudad incluye festivales de teatro, cine y música que atraen a artistas y visitantes de todo el mundo.

En cuanto a gastronomía, Belgrado combina sabores balcánicos y orientales, destacando platos como el ćevapi y la rakia, una bebida alcohólica tradicional. Las kafanas, tabernas serbias, son puntos de encuentro para locales y turistas que buscan una experiencia auténtica de comida y música en vivo.

Hoy, Belgrado vive un proceso de transformación. Proyectos como el Belgrade Waterfront están modernizando la ciudad, integrando espacios comerciales, residenciales y de ocio en la ribera del río Sava. A pesar de sus desafíos históricos, la ciudad está floreciendo y se posiciona cada vez más como un destino turístico y cultural clave en Europa.

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