
Redacción (Madrid)
París, cuna de innumerables expresiones artísticas, alberga en sus calles y jardines una colección excepcional de esculturas públicas de Auguste Rodin, uno de los escultores más influyentes de la historia. Un recorrido por estas obras permite no solo apreciar el genio de Rodin, sino también descubrir la ciudad desde una perspectiva enriquecida por el arte.
El punto de partida ideal es el Musée Rodin, ubicado en el Hôtel Biron, un elegante edificio del siglo XVIII en el 7º distrito de París. Rodin utilizó este espacio como su taller y, en 1916, donó sus obras al Estado francés con la condición de que se convirtiera en un museo dedicado a su arte. Inaugurado en 1919, el museo alberga una extensa colección de esculturas, dibujos y objetos personales del artista.
El jardín del museo, de casi tres hectáreas, ofrece un entorno sereno donde las esculturas se integran armoniosamente con la naturaleza. Aquí se encuentran algunas de las obras más emblemáticas de Rodin:

Pensador: Originalmente concebido como parte de La Puerta del Infierno, esta escultura se ha convertido en un símbolo universal de la introspección y la contemplación.
Continuando el recorrido, en los Jardines de las Tullerías, cerca del Museo de la Orangerie, se pueden admirar varias esculturas de Rodin:
El Beso: Esta representación de los amantes Paolo y Francesca, personajes de La Divina Comedia, es una de las obras más reconocidas de Rodin.
Eva: Una escultura que refleja la vergüenza y el remordimiento de la figura bíblica tras la expulsión del Paraíso.
La Sombra y Meditación: Obras que exploran la condición humana y la introspección.

En el cruce del Boulevard Raspail y el Boulevard Montparnasse se erige el Monumento a Balzac, una obra que inicialmente fue objeto de controversia debido a su estilo innovador. Rodin dedicó años a su creación, buscando capturar la esencia del novelista francés Honoré de Balzac.
Recorrer las obras públicas de Auguste Rodin en París es sumergirse en un diálogo entre el arte y la ciudad. Cada escultura no solo embellece el espacio que ocupa, sino que también invita a la reflexión sobre la condición humana, la historia y la creatividad. Este itinerario ofrece una oportunidad única para apreciar el legado de Rodin en el contexto vibrante de la capital francesa.
