Redacción (Madrid)

Río de Janeiro : Elevado a 710 metros sobre el nivel del mar, en la cima del cerro del Corcovado, se alza una de las maravillas modernas del mundo, el Cristo Redentor. No solo es un símbolo espiritual que abraza a la ciudad con los brazos abiertos, sino también un faro visual que guía a millones de visitantes hacia una experiencia sensorial única, donde el arte, la fe y la naturaleza convergen.

Inaugurada en 1931, esta colosal escultura de 30 metros de altura (sin contar su pedestal de 8 metros), obra del ingeniero brasileño Heitor da Silva Costa y del escultor franco-polaco Paul Landowski, representa mucho más que una imagen religiosa. Es el alma de Río, tallada en piedra y situada en un escenario que parece pintado por los dioses.

Un mirador privilegiado del paraíso

Subir al Cristo Redentor, ya sea a pie por la ruta del Parque Nacional de Tijuca o a bordo del histórico tren del Corcovado, es una experiencia en sí misma. Pero nada prepara al visitante para lo que encuentra al llegar a la cima: una panorámica de 360 grados que deja sin aliento.

Desde este punto privilegiado, se despliega ante los ojos un espectáculo natural y urbano sin igual. A la izquierda, la Bahía de Guanabara reluce como un espejo salpicado de veleros. A la derecha, el famoso Pan de Azúcar se alza como un centinela de roca. Más allá, las playas de Ipanema y Copacabana se dibujan como franjas doradas entre el verde de los morros y el azul profundo del Atlántico.

Cuando el sol cae, el cielo de Río se transforma en un lienzo de tonos naranjas, violetas y dorados. Y cuando la noche llega, la ciudad se enciende como un tapiz de luces, con el Cristo iluminado, extendiendo sus brazos como un farol eterno en lo alto de la montaña.

Una experiencia que trasciende lo visual

Visitar el Cristo Redentor no es solo una cita obligada para turistas; es una experiencia emocional que toca el alma. Muchos visitantes confiesan sentirse sobrecogidos, no solo por la majestuosidad de la estatua, sino por el silencio reverente que, pese a las multitudes, suele reinar en su base. Es un lugar donde se respira paz.

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