Redacción (Madrid)
En los alrededores de Stonehenge, uno de los monumentos más enigmáticos de la prehistoria, los arqueólogos han identificado un “otro Stonehenge” enterrado, que promete reescribir nuestra comprensión de este sitio sagrado. Gracias a avanzados radares de penetración terrestre, se han encontrado enormes fosas dispuestas en un círculo de más de 2 kilómetros cerca de Durrington Walls. Estas fosas, de hasta 10 metros de diámetro y 5 metros de profundidad, parecen haber formado un anillo que delimitaba un espacio ceremonial. La estructura sugiere que Stonehenge no era un monumento aislado, sino el corazón de un vasto complejo ritual en el que distintas áreas cumplían funciones específicas para las sociedades neolíticas.
Este descubrimiento impulsa una teoría fascinante: el complejo de Stonehenge podría haber sido un conjunto de sitios ceremoniales dedicados tanto a la vida como a la muerte. Mientras Stonehenge parece haber funcionado como un lugar funerario y de culto para los ancestros, Durrington Walls pudo haber sido un espacio destinado a rituales de celebración y festividad. Las fosas que rodean el sitio pueden haber representado un límite simbólico entre ambos mundos, haciendo de esta región un área de transición espiritual en la que los vivos y los muertos compartían un espacio sagrado y atemporal.
Además, el descubrimiento sugiere que estos monumentos tenían significados astronómicos precisos. Al igual que el círculo de piedras de Stonehenge, las fosas podrían haber estado alineadas con ciclos solares y lunares, lo cual indicaría una avanzada comprensión astronómica por parte de estas sociedades. Este tipo de alineaciones astronómicas probablemente orientaba sus rituales, marcando fechas especiales para ceremonias y ayudando a regular las actividades agrícolas. Esta conexión entre arquitectura y astronomía refuerza la teoría de que Stonehenge y sus alrededores no solo fueron espacios físicos, sino también calendarios cósmicos.
En conjunto, estos descubrimientos expanden nuestra visión de Stonehenge como centro de una red de rituales, creencias y conocimiento astronómico de gran complejidad. Este “otro Stonehenge” transforma la idea de un monumento aislado en un paisaje ceremonial interconectado, mostrando cómo las comunidades neolíticas expresaban su espiritualidad, sus relaciones con el cosmos y su deseo de conexión social a través de estas impresionantes construcciones. Con cada nueva revelación, Stonehenge y su “hermano oculto” se consolidan como emblemas de la creatividad, la fe y el conocimiento de las antiguas culturas británicas.