Redacción (Madrid)
Las Cuevas de Bellamar, situadas en la provincia de Matanzas, Cuba, son uno de los principales atractivos turísticos del país y un sitio cargado de historia, misterio y belleza natural. Descubiertas en 1861, estas cuevas representan un destino fascinante tanto para los amantes de la naturaleza como para aquellos interesados en el mundo subterráneo y su riqueza geológica.

Con más de 23 kilómetros explorados, las Cuevas de Bellamar son un complejo subterráneo de estalactitas, estalagmitas y otras formaciones calcáreas que han sido moldeadas durante más de 300,000 años. Estas formaciones, fruto del depósito continuo de minerales por el agua que se filtra a través de las rocas, crean un escenario casi mágico que sorprende a los visitantes.

Uno de los espacios más impresionantes es la llamada Galería de la Gotera, conocida por sus delicadas formaciones cristalinas. Otros puntos destacados incluyen la Fuente de Amor, un pequeño manantial subterráneo, y la Capilla de las Doce Columnas, un espacio que parece un templo natural debido a la disposición de las estalagmitas.

La historia de las Cuevas de Bellamar comenzó de manera fortuita en 1861, cuando un trabajador agrícola descubrió una abertura en el suelo tras romperse una roca calcárea. Desde entonces, las cuevas se convirtieron en un importante sitio de exploración y atracción para científicos y turistas de todo el mundo.

El complejo no solo es un espectáculo geológico, sino también un lugar que ha inspirado leyendas locales. Una de las más conocidas es la del Indio Cimarrón, un espíritu que, según los relatos, protege las cuevas y sus secretos.

Las Cuevas de Bellamar no solo son un lugar de interés turístico, sino también un laboratorio natural para geólogos y biólogos. Su interior alberga fósiles, minerales raros y microorganismos adaptados a la vida subterránea, lo que las convierte en un importante espacio de estudio sobre la evolución del paisaje cubano.

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