Redacción (Madrid)
El monasterio de Kee Gompa, ubicado en el remoto valle de Spiti en Himachal Pradesh, India, es un sÃmbolo de la espiritualidad y la resistencia de la cultura budista tibetana. Situado a 4,166 metros sobre el nivel del mar, este monasterio milenario se alza majestuoso sobre una colina con vistas panorámicas del rÃo Spiti y las imponentes montañas del Himalaya. Su ubicación estratégica, su arquitectura fortificada y su profundo legado espiritual lo han convertido en un centro de referencia para monjes y peregrinos a lo largo de los siglos.
Fundado en el siglo XI, Kee Gompa ha sobrevivido a numerosos desafÃos, incluyendo invasiones mongolas, incendios y terremotos. A pesar de estos eventos, el monasterio ha sido restaurado repetidamente y continúa funcionando como un importante centro de enseñanza del budismo tibetano en la tradición Gelugpa, la misma escuela a la que pertenece el Dalái Lama.
La arquitectura del monasterio es un reflejo de su historia de resiliencia. En lugar de una única estructura, Kee Gompa es un complejo de edificios interconectados que se extienden sobre la colina en distintos niveles, dándole la apariencia de una fortaleza medieval. Sus estrechos pasadizos, pequeñas celdas monásticas y salones de oración están adornados con antiguos murales, thangkas y estatuas de Buda que narran la rica historia del budismo en la región.
Uno de los aspectos más destacados del monasterio es su vasta colección de manuscritos y textos religiosos, algunos de los cuales tienen cientos de años de antigüedad. Estos documentos, escritos en tibetano, son fundamentales para la enseñanza del budismo y han sido preservados con gran dedicación por generaciones de monjes. Además, el monasterio alberga instrumentos musicales tradicionales y armaduras antiguas, testimonio de su papel histórico como refugio en tiempos de conflicto.
Cada año, Kee Gompa cobra vida con la celebración del festival de Cham, una festividad budista que presenta danzas rituales con elaboradas máscaras y trajes tradicionales. Durante este evento, los monjes realizan representaciones simbólicas del triunfo del bien sobre el mal, acompañadas por el sonido de tambores y trompetas tibetanas. El festival atrae tanto a locales como a viajeros que buscan experimentar la espiritualidad y la cultura del budismo en su forma más auténtica.