David Agüera
Hay pocos lugares que nos sorprendan tanto como el destino de hoy. Nos vamos a Lugo. Estamos en la mejor carta de presentación de Galicia, en el municipio de Ribadeo.
Para los más despistados nuestra parada está en el noroeste de la provincia, justo en los límites de las comunidades gallega y asturiana. De hecho, sentados en la terraza del Parador de Ribadeo, más allá de la ría divisamos los primeros pueblos del Principado concretamente la región de Oscos-Eo.
Esta villa del norte de España nos ofrece tanto que es difícil seleccionar aquello que nos llame más la atención. Desde luego su casco histórico muestra una sorpresa en cada una de sus calles, la Playa de las Catedrales nos atrapa si remedio y la Isla Pancha nos deja sin respiración.
Casco histórico
Arrancamos nuestro viaje con la mirada puesta en esa edificación que se alza sobre Ribadeo. La Torre dos Moreno, residencia indiana construida en 1915 por los hermanos Juan y Pedro Moreno Ulloa. De estilo ecléctico, fue proyectada según los criterios del arquitecto argentino Julián García Núñez, considerado discípulo de Gaudí. Desde su construcción se convirtió en el edificio más admirado de Ribadeo y hoy es el inicio de la Ruta de los Indianos. Aquí, donde hoy luce esta espectacular casa, se alzaba la antigua fortaleza de Ribadeo.
Justo al lado, y con personalidad propia, encontramos el Pazo del Marqués de Sargadelos construido en el s. XVIII. Esta robusta edificación es ahora el Concello de la localidad.
Nuestro paseo continua por un casco urbano que muestra un ir y venir de vecinos y turistas. Cada rincón es una sorpresa, un entrañable encuentro con otros tiempos en los que esta villa hubo de protegerse y reconvertirse en más de una ocasión. Encuentros que nos llevan al Convento de Santa Clara del s. XI, su historia representa la forma de ser de todo un pueblo. Cuánto escondido entre estos muros que ardieron en 1544 para volver a levantarse, que fueron saqueados posteriormente por Napoleón para alzarse hoy con más brío si cabe. Hay lugares que merecen una parada y un artículo propio, prometo volver y contar su historia.
Los píes no se detienen. Parecen saber a la perfección donde dirigirse, y lo saben. Es, sin duda, el lugar más especial de esta parte de Ribadeo. Nos adentramos en el Barrio Indiano de San Roque donde las casas burguesas con influencias y colorido indiano son las protagonistas. Perfecto estado, luminosidad… por momentos parece que camino por una de las calles de Cartagena de Indias. Cada paso se disfruta, cada metro se queda en la memoria y nos conduce a tiendas, restaurantes y bares. Esa mezcla de historia y vida que hacen de un municipio algo especial. Aquí, antes de descubrir otros espacios, degustamos las famosas raciones gallegas… pulpo, navajas, calamares de la ría, mero, sargo, lubina… lo difícil es decidirse y lo fácil, acertar.
Espacios naturales
Es imposible resumir en unas cuantas líneas todo lo que ofrece Ribadeo. Me dejo por el camino el Fuerte de San Damián o el Puerto de Rinlo, entre otros; pero hay dos lugares que destacan por encima de todo.
Nunca antes había visto algo parecido en otro lugar. La Isla Pancha es ya parte de mi memoria selectiva de espacios únicos. En la parte más externa de la Ría de Ribadeo y a unos 2 km. del centro urbano de la Villa está este islote sobre el que, en el año 1857 se levantó el antiguo Faro de Ribadeo, edificio de planta cuadrada que sirvió para el uso para el que fue concebido hasta el año 1983, fecha en la que, en sus inmediaciones, se construye el nuevo. Pero ojo, aquí viene la sorpresa, el primer faro es hoy un alojamiento que da a los visitantes la oportunidad de disfrutar de un paraje natural de inigualable valor paisajístico. No imagino lo que puede ser levantarse aquí una mañana.
Y terminamos en el lugar más espectacular de Ribadeo: la Playa de las Catedrales. Las rotundas aguas del Cantábrico han labrado, con el paso de los siglos, lo que hoy es todo un monumento natural. Con formas imposibles, las rocas de la Playa de las catedrales sorprenden porque se asemejan a un decorado. Esta sucesión de grutas, pasadizos y arcos; son el lugar más visitado de la villa por lo que la Xunta decidió restringir su acceso en temporada alta. Y es que hay cosas tan valiosas que nadie debe ponerlas en peligro. Este rincón del norte de España es una de ellas.