David Agüera
Estamos en Santander. La capital de Cantabria duerme tranquila frente al mar que bautiza esta región. Cada rincón merece una parada, una instantánea y un recuerdo en la memoria. Estamos de suerte, la ciudad que cuenta con menos de 200.000 habitantes, se antoja perfecta para disfrutar de ella 24 horas aunque según la vamos descubriendo entendemos que son tantas las joyas que esconde que un solo día nos dejará con ganas de más.
Nos ponemos cómodos y arrancamos nuestra propuesta para disfrutar de Santander en 24 horas, todo un reto.
- La primera parada no tiene discusión. La península de la Magdalena es, sin lugar a duda, el espacio más especial de la capital. Una zona verde pensada como fortaleza que se abre buscando el mar y alejándose de la urbe. Un paseo entre sus árboles, un viaje en su famoso tren y un soberbio paisaje que se pierde en sus acantilados. No busques más, acabas de llegar al paraíso que culmina en lo más alto con el Palacio de la Magdalena. Residencia real de verano durante años, este sobrio edificio alberga hoy la sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, por lo que si vas en verano te encontrarás un ir y venir de jóvenes universitarios, y la presencia de ponentes de reconocido prestigio.
Si en su día la presencia de Alfonso XIII atrajo nobleza y dinero a la ciudad, las casas señoriales de la zona lo atestiguan; hoy este espacio único alberga eventos de hípica, conciertos…
- Seguimos fuera del casco urbano. El Faro de Cabo Mayor es un lugar perfecto para perderse. Posiblemente ofrece las mejores vistas de la costa santanderina con el verde como protagonista perdiéndose en una fusión perfecta con el azul del mar. El Faro de Cabo Mayor fue inaugurado en 1839 y tiene una altura de 91 metros, allí habitaron los fareros hasta 1935 cuando se construyó el edificio adyacente donde se ubicaron y residieron hasta el 2001. Ahora la edificación alberga el Centro de Arte Faro de Cabo Mayor donde se expone la obra de Sanz-Villar.
- Hemos pasado media mañana y nos queda mucho por ver. Nos adentramos en la ciudad para visitar la Catedral de Santander construida entre finales del siglo XII y el XIV sobre las ruinas de un antiguo monasterio de la época romana. De estilo gótica se ubica en la cima de una colina y se restauró casi por completo tras el gran incendio que sufrió el centro de Santander en 1941. Un detalle, en el interior de la Catedral está la tumba de Menéndez Pelayo, escritor e historiador.
- No todo lo que podemos visitar en la ciudad es de siglos pasados, una muestra de ellos es el Centro Botín. Ubicado en un edificio futurista diseñado por el arquitecto italiano Renzo Piano. Pintura, escultura, fotografía… Con presencia de artistas internacionales como Carlos Garaicoa o Mona Hatoum.
El Centro Botín se inauguró en el año 2017 y cuenta con espacios dedicados a actividades educativas. Su ubicación es una locura, en plena bahía de Santander te permite tomar fotografías magníficas.
- Es hora de comer. La gastronomía de la capital de Cantabria ofrece mil posibilidades de calidad. Mientras nos decidimos por una opción descubrimos espacios llenos de vida y buena cocina, tanto para picar como para disfrutar con mesa y mantel. Paseamos por la Plaza de Pombo, Cañadío, los Mercados del Este y de la Esperanza, la Plaza Porticada… Aunque nos decantamos por La Vinoteca, uno de los mejores restaurantes de la ciudad, las opciones van desde el mítico La Bombi, las marisquerías del Barrio Pesquero, las propuestas de cocina de autor hasta los tradicionales donde degustar cocido montañés y platos típicos de la zona.
- La tarde se presenta tranquila. Tenemos que seleccionar visitas porque es imposible llegar a todo lo que nos gustaría ver de Santander. Pero hay un lugar que no nos podemos perder, el Museo Marítimo del Cantábrico, un espacio que forma parte del frente marítimo de la ciudad. Aquí nos adentramos en las profundidades de la biología marina , la etnografía pesquera , la historia y la tecnología del cantábrico y su proyección hacia el mundo. El Museo marítimo del Cantábrico nos sorprende con grandes y modernos acuarios con más de 3.000 metros cuadrados de exposición donde queda patente la relación del ser humano con el mar.
- La tarde cae en Santander. Nuestra última escapada es un paseo por las playas de la ciudad. Tenemos un sinfín de arenales donde perdernos. El Camello, Virgen del Mar, Los Peligros, La Magdalena, Rosalinda, Bikini, La Concha, Primera y Segunda de El Sardinero, Los Molinucos, El Bocal, Mataleñas y La Maruca. Todas ellas con esa fina arena que caracteriza al cantábrico, todas con su encanto especial. Nos decantamos por el Sardinero, son 2 y constituyen las más extensas y visitadas de la ciudad. Cuando baja mucho la marea se convierten en una, un espectáculo de costa digno de una ciudad como Santander.
Terminamos la visita camino de nuestros hotel, hay muchas opciones y de gran calidad, y nos queda la sensación de dejar mucho por ver… Será en otra visita.