El Valle del Nilo, un viaje a la cuna de la civilización

Redacción (Madrid)

El Valle del Nilo, situado en el noreste de África, es uno de los destinos turísticos más fascinantes del mundo. Conocido como la cuna de la civilización egipcia, este fértil valle ha sido testigo del desarrollo de una de las culturas más influyentes de la historia. Desde las majestuosas pirámides hasta los templos y tumbas de faraones, recorrer el Nilo es embarcarse en un viaje a través del tiempo, descubriendo los secretos de un pasado glorioso.

El río Nilo, con sus más de 6,600 kilómetros de longitud, es el eje sobre el cual se desarrolló la civilización egipcia. Su ciclo de inundaciones permitía la agricultura en un entorno mayormente desértico, asegurando la prosperidad de Egipto durante milenios. Hoy, el río sigue siendo la columna vertebral del país, y navegar por sus aguas es una de las experiencias más recomendadas para los visitantes.

Las clásicas travesías en crucero entre Luxor y Asuán ofrecen una manera cómoda y panorámica de explorar los templos y monumentos que se encuentran a orillas del río. También es posible navegar en una tradicional faluca, embarcaciones de vela que brindan una experiencia más auténtica y tranquila.

La puerta de entrada al Valle del Nilo es El Cairo, una metrópoli vibrante donde lo moderno y lo antiguo conviven en armonía. A pocos kilómetros se encuentran las emblemáticas Pirámides de Giza, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. La Gran Pirámide de Keops, la de Kefrén y la de Micerinos, junto con la enigmática Esfinge, han maravillado a viajeros durante siglos.

Luxor, construida sobre la antigua Tebas, es uno de los destinos arqueológicos más impresionantes del mundo. Aquí se pueden visitar:

  • El Templo de Karnak, un extenso complejo de templos con gigantescas columnas y relieves.
  • El Templo de Luxor, que cobra un encanto especial al atardecer, cuando sus iluminaciones realzan su majestuosidad.
  • El Valle de los Reyes, donde se encuentran las tumbas de faraones como Tutankamón y Ramsés II, con impresionantes decoraciones y jeroglíficos.

Asuán es una ciudad tranquila y pintoresca, famosa por su Presa Alta y el Templo de Philae, dedicado a la diosa Isis. Desde aquí se puede visitar Abu Simbel, uno de los templos más impresionantes de Egipto, construido por Ramsés II y reubicado en la década de 1960 para evitar quedar sumergido tras la construcción de la presa.

Más allá de los monumentos, el Valle del Nilo ofrece experiencias únicas que enriquecen el viaje:

  • Paseos en globo aerostático en Luxor, para disfrutar de vistas panorámicas de los templos y el desierto al amanecer.
  • Explorar los zocos y mercados locales, donde se pueden comprar especias, joyas y artesanías egipcias.
  • Disfrutar de la gastronomía egipcia, con platos típicos como el koshari (mezcla de arroz, lentejas y pasta), el ful medames (puré de habas) o el refrescante karkadé (infusión de hibisco).

Egipto es un destino turístico de gran relevancia, por lo que es fundamental respetar su patrimonio histórico y cultural. Se recomienda:

  • No tocar ni dañar monumentos y jeroglíficos.
  • Vestir con respeto en templos y sitios religiosos.
  • Regatear con amabilidad en los mercados, pues es parte de la cultura local.
  • Hidratarse bien y protegerse del sol, especialmente en los meses de verano.

Visitar el Valle del Nilo es sumergirse en la historia de una de las civilizaciones más asombrosas de la humanidad. Desde los templos de Luxor y Abu Simbel hasta la majestuosidad de las Pirámides de Giza, cada rincón del Nilo cuenta una historia que sigue cautivando a viajeros de todo el mundo. Navegar por sus aguas, explorar sus ruinas y sumergirse en su cultura es una experiencia que deja huella en el alma, haciendo de este destino un lugar imprescindible para cualquier amante de la historia y la aventura.

Castillo de concepción, guardián de la historia y la vista de Cartagena

Redacción (Madrid)
El Castillo de la Concepción de Cartagena es uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad, que ofrece un vistazo fascinante a su historia y patrimonio. Situado sobre una colina, en el centro de Cartagena, este castillo ha jugado un papel fundamental en la defensa de la ciudad a lo largo de los siglos. Su ubicación estratégica ha permitido que controle la entrada al puerto de Cartagena, un lugar clave tanto en la época romana como en el período medieval y moderno.

El origen del Castillo de la Concepción se remonta al siglo XIII, durante la Edad Media, aunque su estructura ha sido modificada y ampliada en varias ocasiones a lo largo del tiempo. Inicialmente construido por los musulmanes, fue luego reformado por los reyes cristianos tras la Reconquista. Durante los siglos posteriores, el castillo se consolidó como un baluarte militar de gran importancia, defendiendo la ciudad de diversos ataques, incluidos los de los piratas y las flotas enemigas.

A lo largo de los años, el castillo también fue adaptado para cumplir diferentes funciones. En el siglo XVIII, se llevaron a cabo obras de modernización y fortificación bajo el reinado de los Borbones, en un esfuerzo por mantener la ciudad protegida frente a las nuevas amenazas militares. Estas reformas incluyeron la construcción de bastiones y murallas, además de la creación de un foso alrededor de la fortaleza. El castillo no solo era una estructura defensiva, sino también un símbolo del poder y la influencia de Cartagena en la región.

Hoy en día, el Castillo de la Concepción es un importante atractivo turístico. Los visitantes pueden recorrer sus murallas y disfrutar de vistas panorámicas espectaculares de la ciudad y el mar Mediterráneo. Además, en su interior alberga el Museo del Foro Romano, que expone una colección de artefactos que reflejan la rica historia de Cartagena, desde la época romana hasta el presente. Esta mezcla de historia y vistas ofrece a los turistas una experiencia única de inmersión en el pasado de la ciudad.

El Castillo de la Concepción no solo es un testimonio de la evolución militar y arquitectónica de Cartagena, sino también una pieza clave en la identidad cultural de la ciudad. A través de su historia, ha sido testigo de múltiples transformaciones y sigue siendo un símbolo de la resistencia y la resiliencia de Cartagena a lo largo de los siglos. Su conservación y apertura al público permiten que tanto los locales como los visitantes puedan conectar con el legado histórico de esta maravillosa ciudad.

Descubriendo la Abadía de Vézelay, joya románica en el corazón de Yonne

Redacción (Madrid)

En el pintoresco departamento de Yonne, en la región de Borgoña, se erige majestuosa la Abadía de Vézelay, también conocida como la Basílica de Santa María Magdalena. Este monasterio benedictino, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979, es un destino imprescindible para los amantes de la historia, la arquitectura y el turismo espiritual.

Fundada en el siglo IX, la abadía adquirió renombre al afirmar poseer las reliquias de Santa María Magdalena, convirtiéndose en un importante centro de peregrinación medieval. A lo largo de los siglos, ha sido testigo de eventos históricos significativos, como la predicación de la Segunda Cruzada por San Bernardo de Claraval en 1146 y la partida de Felipe Augusto y Ricardo Corazón de León hacia la Tercera Cruzada en 1191.

La basílica es un ejemplo sublime del arte románico. Su nave central, iluminada por una luz tenue que resalta la belleza de sus capiteles esculpidos, invita a la contemplación y al recogimiento. El tímpano del pórtico central, adornado con detalladas esculturas que representan escenas bíblicas, es considerado una obra maestra de la escultura medieval.

Vézelay no solo atrae a peregrinos, sino también a viajeros en busca de experiencias culturales y espirituales. Pasear por las calles empedradas de este encantador pueblo medieval, declarado uno de los «Pueblos más bellos de Francia», permite sumergirse en una atmósfera única donde el pasado y el presente se entrelazan armoniosamente.

Ubicación: Vézelay se encuentra aproximadamente a 50 km al sur de Auxerre, accesible por carretera desde las principales ciudades de la región.

Horario de Visitas: La basílica está abierta al público durante todo el año, aunque se recomienda consultar los horarios específicos y posibles restricciones antes de planificar la visita.

Actividades Cercanas: Además de la visita a la basílica, la región ofrece rutas de senderismo, degustaciones de vinos locales y la oportunidad de explorar otros sitios históricos en Borgoña.

La Abadía de Vézelay es más que un monumento histórico; es un lugar donde convergen la fe, el arte y la historia. Visitar este emblemático sitio en Yonne es emprender un viaje enriquecedor que deja una huella imborrable en el corazón de cada viajero.

Tesoros del océano explorando las islas más fascinantes del mundo

Redacción (Madrid)
Las islas han sido siempre destinos de ensueño para los viajeros que buscan paisajes paradisíacos, playas de arena blanca y una conexión especial con la naturaleza. En todo el mundo, hay islas que destacan por su belleza, cultura, biodiversidad o exclusividad, convirtiéndolas en lugares ideales para descansar, explorar o vivir aventuras inolvidables.

Las Maldivas, en el océano Índico, son sinónimo de lujo y tranquilidad. Sus aguas cristalinas, arrecifes de coral y bungalows flotantes atraen a quienes buscan una escapada romántica o una experiencia de buceo inigualable. Su vida marina es impresionante, con mantarrayas, tiburones y peces de colores que convierten cada inmersión en un espectáculo submarino.

Santorini, en Grecia, es una de las islas más fotogénicas del mundo. Sus icónicas casas blancas con techos azules, construidas en los acantilados volcánicos, ofrecen vistas espectaculares del mar Egeo. Sus playas de arena negra y roja, la gastronomía mediterránea y la historia de su antigua civilización minoica hacen de Santorini un destino perfecto para combinar cultura y paisajes impresionantes.

En la Polinesia Francesa, Bora Bora es un verdadero paraíso tropical. Rodeada por una laguna de aguas turquesas y protegida por un arrecife de coral, esta isla es famosa por sus exclusivos resorts sobre el agua. Sus montañas volcánicas, selvas exuberantes y actividades acuáticas, como el esnórquel y el kayak, la convierten en un destino ideal para quienes buscan lujo en plena naturaleza.

Maui, en Hawái, es una isla que lo tiene todo: playas espectaculares, volcanes imponentes y selvas tropicales. Su famosa carretera a Hana ofrece un recorrido panorámico entre cascadas y acantilados. Además, es un excelente lugar para el avistamiento de ballenas jorobadas y la práctica de surf. Su diversidad de paisajes y actividades la convierte en una de las mejores islas para los amantes de la aventura.

Desde la exótica Zanzíbar, en Tanzania, con su historia y playas vírgenes, hasta otras joyas como las Seychelles o Palawan en Filipinas, el mundo está lleno de islas que ofrecen experiencias únicas. Ya sea para relajarse, explorar culturas fascinantes o sumergirse en la naturaleza, estos destinos están entre los mejores del mundo y siguen siendo el sueño de cualquier viajero.

Turismo de Guerra, un viaje a la historia y la memoria

Redacción (Madrid)

El turismo de guerra es una forma de turismo que ha ganado relevancia en las últimas décadas. Se basa en la visita a lugares históricos relacionados con conflictos bélicos, desde campos de batalla y museos militares hasta antiguas trincheras y memoriales. Más allá de la simple curiosidad, este tipo de turismo permite a los viajeros comprender los horrores de la guerra, reflexionar sobre el pasado y rendir homenaje a quienes vivieron sus consecuencias.

Desde las playas de Normandía hasta los túneles de la Guerra de Vietnam, los destinos de turismo de guerra nos invitan a explorar la historia desde una perspectiva diferente: no solo como espectadores, sino como testigos del legado de los conflictos que marcaron el mundo.

Aunque pueda parecer un fenómeno reciente, el turismo de guerra tiene raíces antiguas. Ya en el siglo XIX, después de la batalla de Waterloo (1815), viajeros europeos visitaban el campo de batalla para ver los restos del enfrentamiento entre Napoleón y la coalición aliada. De igual manera, en la Guerra Civil de Estados Unidos (1861-1865), ciudadanos acudían a los frentes de combate como espectadores de los enfrentamientos.

Sin embargo, el turismo de guerra moderno se consolidó después de la Primera y Segunda Guerra Mundial, cuando se construyeron memoriales y cementerios para honrar a los caídos. Lugares como Verdún (Francia) o Auschwitz (Polonia) se convirtieron en puntos clave de memoria histórica y reflexión.

El turismo de guerra abarca una gran variedad de destinos en todo el mundo, cada uno con su propia historia y significado. Algunos de los más destacados son:

Normandía (Francia): Las playas donde tuvo lugar el Desembarco del Día D en 1944 son un destino esencial para quienes desean conocer la historia de la Segunda Guerra Mundial. Cementerios, búnkeres y museos ofrecen una visión profunda de la batalla que cambió el curso de la guerra.

Auschwitz (Polonia): El antiguo campo de concentración nazi es hoy un sitio de memoria que recuerda a los millones de víctimas del Holocausto. Su impacto emocional hace que sea una de las visitas más sobrecogedoras del turismo de guerra.

Berlín (Alemania): La capital alemana cuenta con numerosos puntos de interés relacionados con la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, como el Muro de Berlín, el Museo del Holocausto o el búnker de Hitler.

  • Hiroshima y Nagasaki (Japón): Las ciudades devastadas por las bombas atómicas en 1945 son ahora símbolos de paz. El Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima y el Museo de la Bomba Atómica en Nagasaki invitan a la reflexión sobre los efectos de la guerra nuclear.
  • Los túneles de Cu Chi (Vietnam): Utilizados por la guerrilla del Viet Cong durante la Guerra de Vietnam, estos túneles muestran las condiciones de combate y las estrategias utilizadas contra las tropas estadounidenses.
  • Pearl Harbor (Hawái, EE.UU.): El ataque japonés de 1941 que llevó a Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial es recordado en el Museo y Memorial del USS Arizona.
  • Cartagena de Indias (Colombia): Aunque no es un destino bélico moderno, esta ciudad fortificada es un ejemplo de las guerras coloniales entre España e Inglaterra en el Caribe.

El turismo de guerra no está exento de polémica. Si bien muchos lo consideran una forma de aprendizaje y homenaje, otros lo critican por el riesgo de convertir el sufrimiento en un simple espectáculo turístico. La comercialización excesiva de algunos sitios históricos puede trivializar los eventos que ocurrieron en ellos.

Por esta razón, es fundamental que el turismo de guerra se enfoque desde el respeto y la educación, promoviendo la memoria histórica sin caer en el morbo o la glorificación del conflicto. Iniciativas como recorridos guiados por historiadores o la restauración de sitios para su preservación ayudan a que este tipo de turismo tenga un impacto positivo.

El turismo de guerra tiene una doble función: por un lado, contribuye a la economía de muchas regiones al atraer visitantes; por otro, permite educar a nuevas generaciones sobre los errores del pasado para evitar que se repitan.

Además, este tipo de turismo tiene un componente emocional profundo. No es lo mismo leer sobre la Segunda Guerra Mundial en un libro que caminar por las playas de Normandía o recorrer los campos de concentración. La experiencia directa crea una conexión más fuerte con la historia y fomenta la empatía.

El turismo de guerra es una oportunidad única para explorar la historia de manera tangible y reflexionar sobre las consecuencias de los conflictos armados. Ya sea visitando un campo de batalla, un museo o un memorial, estos lugares nos invitan a recordar, a aprender y a rendir homenaje a quienes vivieron los horrores de la guerra.

Viajar a estos destinos no es solo una experiencia turística, sino también un acto de memoria colectiva. En un mundo donde la paz sigue siendo un desafío, conocer el pasado es una de las mejores formas de construir un futuro más consciente y humanitario.

Benidorm, historia de un imperio del turismo europeo


Redacción (Madrid)

Benidorm, la joya de la Costa Blanca, es hoy uno de los destinos turísticos más emblemáticos de España y de Europa. Conocida por sus rascacielos, sus playas de arena dorada y su vibrante vida nocturna, esta ciudad ha experimentado una transformación impresionante a lo largo del siglo XX, pasando de ser un pequeño pueblo de pescadores a convertirse en un referente del turismo de sol y playa. Su historia es el reflejo de la evolución del turismo en España y del ingenio de quienes supieron ver su potencial.

Hasta finales del siglo XIX, Benidorm era una localidad costera con una economía basada en la pesca y en la agricultura, especialmente la producción de almendras y pasas. Su situación geográfica privilegiada, con un clima templado durante todo el año, ya despertaba el interés de algunos viajeros que llegaban en busca de los beneficios del sol y el mar. Sin embargo, el turismo todavía era una actividad limitada y reservada a una élite que viajaba por razones de salud o descanso.

A comienzos del siglo XX, la mejora de las infraestructuras y la llegada del ferrocarril facilitaron el acceso a Benidorm, permitiendo que los primeros visitantes nacionales comenzaran a descubrir el encanto de sus playas. No obstante, su transformación real no comenzaría hasta mediados de siglo.

La verdadera revolución turística de Benidorm tuvo un nombre propio: Pedro Zaragoza Orts, alcalde de la ciudad entre 1950 y 1967. Visionario y emprendedor, Zaragoza entendió que el futuro de Benidorm no estaba en la pesca, sino en el turismo de masas. Inspirado por el éxito de ciudades costeras europeas, impulsó un plan de desarrollo urbano que cambiaría el destino de la localidad para siempre.

Uno de sus hitos más importantes fue la aprobación del Plan General de Ordenación Urbana en 1956, que permitió la construcción de edificios en altura. Este modelo de ciudad vertical, único en España en aquella época, fue clave para aprovechar al máximo el espacio y permitir el crecimiento turístico sin saturar el territorio.

Además, Zaragoza tomó una decisión polémica pero crucial para la modernización de Benidorm: permitió el uso del bikini en sus playas. En una España marcada por la dictadura franquista y la moral católica, este gesto supuso una auténtica revolución social y atrajo a miles de turistas europeos que buscaban un destino con mayor libertad y buen clima.

Con una estrategia basada en la promoción internacional y en el desarrollo de infraestructuras hoteleras, Benidorm se convirtió en un destino preferente para los turistas británicos, alemanes y escandinavos.

Durante las décadas de 1970 y 1980, Benidorm vivió su época dorada. La llegada de los vuelos chárter y la consolidación de España como un destino turístico asequible y atractivo hicieron que el número de visitantes creciera exponencialmente.

El modelo de Benidorm se basó en tres pilares fundamentales:

Turismo accesible para todos: la ciudad apostó por hoteles asequibles y paquetes vacacionales que permitían a las clases medias europeas disfrutar de vacaciones a buen precio.

Oferta de ocio variada: más allá de sus playas, Benidorm se convirtió en un referente de entretenimiento con discotecas, parques temáticos y espectáculos en vivo.

Servicios turísticos de calidad: la ciudad supo adaptarse a las necesidades del turismo internacional, con una amplia oferta gastronómica, infraestructuras modernas y una hospitalidad reconocida.

Durante estos años, Benidorm fue comparado con destinos como Miami o Las Vegas por su combinación de playa, rascacielos y vida nocturna.

A partir de los años 90, Benidorm tuvo que enfrentarse a nuevos desafíos, como la competencia de otros destinos emergentes en el Mediterráneo (Turquía, Grecia, Croacia) y la creciente demanda de un turismo más sostenible y experiencial.

Para adaptarse a estos cambios, la ciudad diversificó su oferta:

Turismo familiar: con la apertura de parques temáticos como Terra Mítica, Aqualandia o Mundomar, Benidorm se consolidó como un destino ideal para familias.

Turismo de naturaleza y deporte: la ciudad ha promovido actividades como el senderismo en el Parque Natural de la Serra Gelada y deportes acuáticos como el buceo o el paddle surf.

Turismo de calidad: se han renovado infraestructuras y hoteles para atraer a un público que busca mayor confort y experiencias exclusivas.

Turismo sénior: Benidorm sigue siendo un destino preferente para jubilados europeos que buscan un clima agradable y precios asequibles para largas estancias.

Benidorm es un caso único en la historia del turismo en España. Su capacidad de reinvención, su apuesta por la innovación y su modelo de ciudad vertical la han convertido en un referente a nivel internacional. Desde su transformación en los años 50 hasta su diversificación actual, ha sabido adaptarse a las nuevas tendencias sin perder su esencia.

Hoy, con más de 11 millones de pernoctaciones al año, sigue siendo uno de los destinos turísticos más visitados de Europa. Su historia es la prueba de que el turismo no solo transforma ciudades, sino que también construye identidades y genera oportunidades.

Visitar Benidorm no es solo disfrutar de su clima y sus playas, sino descubrir el legado de una ciudad que ha sabido hacer del turismo su gran motor de desarrollo.

La gastronomía portuguesa, un viaje de sabores atlánticos

Redacción (Madrid)

Portugal, tierra de navegantes y descubridores, ha sabido plasmar en su gastronomía una rica fusión de influencias mediterráneas, atlánticas y coloniales. Su cocina, basada en productos frescos y en recetas tradicionales transmitidas de generación en generación, es un reflejo de su historia y su geografía. Desde el bacalao hasta los pasteles de nata, la gastronomía portuguesa es un festín para los sentidos que merece ser explorado.

Bacalao, el rey de la mesa portuguesa

Si hay un ingrediente que define la cocina lusa, ese es el bacalao (bacalhau). Conocido como el «fiel amigo» de los portugueses, este pescado es protagonista de más de mil recetas, cada una con su propia personalidad. Algunas de las preparaciones más emblemáticas son:

Bacalhau à Brás: una mezcla de bacalao desmenuzado con cebolla, patatas paja y huevo revuelto.

Bacalhau com natas: gratinado con nata y patatas, de textura cremosa y sabor reconfortante.

Bacalhau à Lagareiro: asado con aceite de oliva y acompañado de patatas al horno.

Su versatilidad y su profundo sabor lo convierten en un imprescindible en cualquier menú portugués.

Alheira, un embutido típico de Portugal, Lugares y Más

Mariscos y pescados, sabores del Atlántico

Gracias a su extensa costa, Portugal ofrece una increíble variedad de mariscos y pescados frescos. En ciudades como Lisboa, Oporto o Aveiro, es común encontrar restaurantes especializados en delicias marinas como:

Sardinhas assadas: sardinas asadas a la parrilla, típicas de las fiestas de San Antonio en Lisboa.

Arroz de marisco: un guiso cremoso con gambas, almejas y langostinos, similar a la paella pero con su propio carácter.

Polvo à lagareiro: pulpo asado con aceite de oliva y ajo, servido con patatas asadas.

La frescura del mar se siente en cada bocado, ofreciendo una experiencia gastronómica auténtica y deliciosa.

Carnes y platos tradicionales del interior

Aunque Portugal es famoso por su pescado, sus platos de carne no se quedan atrás. En el interior del país, la cocina rústica cobra protagonismo con recetas como:

Cozido à portuguesa: un contundente guiso de carnes, embutidos y verduras, perfecto para los días fríos.

Francesinha: un sándwich típico de Oporto relleno de carne y embutidos, cubierto de queso fundido y bañado en una salsa espesa a base de tomate y cerveza.

Leitão à Bairrada: cochinillo asado con piel crujiente y carne jugosa, una de las especialidades más apreciadas del centro de Portugal.

Estos platos reflejan la esencia de la cocina portuguesa: sencillez, ingredientes de calidad y sabores intensos.

Bacalhau com natas, un plato típico de Portugal, Lugares y Más

Quesos y embutidos, tesoros de la gastronomía portuguesa

Portugal cuenta con una excelente tradición quesera, con variedades únicas como el Queijo da Serra da Estrela, un queso cremoso de oveja con un sabor profundo e intenso. También destacan el Queijo de Azeitão y el Queijo de São Jorge, cada uno con su propia personalidad.

Los embutidos también tienen un lugar especial en la mesa portuguesa, siendo el chouriço, el presunto (jamón curado) y la alheira (embutido de carne y pan) algunos de los más populares.

Dulces y postres, un final perfecto

La repostería portuguesa es una de las más exquisitas de Europa, con una fuerte influencia conventual. Los pastéis de nata, pequeñas tartaletas de hojaldre rellenas de crema de huevo, son el emblema de la dulcería lusa. Además, no hay que perderse:

Ovos moles de Aveiro: dulce de yema de huevo envuelto en una fina oblea.

Bolo de arroz: bizcocho ligero con un toque de vainilla.

Pão de ló: bizcocho esponjoso y suave, tradicional en celebraciones.

Estos postres, acompañados de un café expreso, son el broche de oro perfecto para cualquier comida.

Vinos y Licores, el alma de Portugal

Portugal es una tierra de grandes vinos, con denominaciones de origen que ofrecen una calidad excepcional. Entre los más destacados están:

Vino de Oporto: dulce y fortificado, ideal para acompañar postres o quesos.

Vino de Madeira: con notas tostadas y un equilibrio entre dulzura y acidez.

Vinos del Alentejo y el Douro: tintos intensos y blancos frescos, cada vez más reconocidos en el mundo.

También es imprescindible probar la ginjinha, un licor de guindas tradicional de Lisboa, que se sirve en pequeños vasos y se disfruta como digestivo.

Sabores de Croacia, un viaje gastronómico entre el Adriático y los Balcanes

Redacción (Madrid)
La gastronomía de Croacia es un reflejo de su historia y geografía, combinando influencias mediterráneas, centroeuropeas y balcánicas. Su cocina varía según la región, con sabores frescos y mariscos en la costa del Adriático, mientras que en el interior predominan los platos contundentes a base de carne, embutidos y pan. Esta diversidad convierte a la cocina croata en una de las más ricas y variadas de Europa.

En la región costera, la dieta mediterránea es la protagonista, con pescados y mariscos como el pulpo, el calamar y la lubina preparados a la parrilla o en guisos con aceite de oliva y hierbas aromáticas. Un plato emblemático es el brudet, un estofado de pescado con tomate y especias. También es común el crni rižot, un risotto negro elaborado con tinta de calamar. Además, los quesos y los embutidos locales, como el pršut (jamón seco similar al prosciutto italiano), son muy apreciados.

En las regiones del interior, la influencia de la cocina húngara, austríaca y turca es evidente. Platos como el čevapi, pequeñas salchichas de carne picada a la parrilla, o el sarma, hojas de col rellenas de carne y arroz, son muy populares. También destacan los guisos como el pašticada, un estofado de ternera en una salsa agridulce acompañado de ñoquis. El pan y los productos lácteos, como el queso paški sir de la isla de Pag, juegan un papel fundamental en la dieta diaria.

Los postres croatas reflejan la influencia de la repostería austrohúngara y mediterránea. El kremšnita, un pastel de crema y hojaldre, es un favorito en la región norte, mientras que en la costa se pueden encontrar dulces como el rožata, un flan similar al crème caramel. También son populares los fritos dulces como los fritule, pequeñas bolitas de masa frita con azúcar y pasas, que se disfrutan especialmente en festividades.

La gastronomía croata no solo destaca por sus sabores, sino también por sus vinos y licores. El país produce excelentes vinos tanto en la región de Istria como en Dalmacia, con variedades autóctonas como el Plavac Mali y el Malvazija. Además, bebidas como el rakija, un aguardiente de frutas, son parte esencial de la cultura croata y suelen servirse como bienvenida en muchos hogares. Con su mezcla de tradiciones y productos locales de alta calidad, la cocina croata es un deleite para cualquier amante de la gastronomía.

Las fiestas de la verdura de Tudela, un festín de sabor en Madrid

Redacción (Madrid)

Cada primavera, la Ribera Navarra florece con una celebración gastronómica que ensalza sus productos más emblemáticos: las verduras. Desde hace más de 30 años, las Fiestas de la Verdura de Tudela han convertido a esta región en un referente culinario, fusionando tradición, calidad y pasión por la tierra. Este año, Madrid ha tenido el honor de acoger su presentación en un evento donde la gastronomía y la cultura se han dado la mano en un auténtico homenaje a los sabores de Navarra.

El prestigioso Hotel Santo Mauro, situado en el corazón del barrio de Chamberí, fue el escenario elegido para dar a conocer la XXXI edición de las Fiestas de la Verdura de Tudela y la Ribera Navarra, que se celebrarán del 28 de marzo al 13 de abril. La presentación contó con la participación del alcalde de Tudela, Alejandro Toquero, así como con representantes de la Orden del Volatín, organización que, junto con el Ayuntamiento de Tudela y la marca Reyno Gourmet, impulsa esta festividad gastronómica reconocida como Fiesta de Interés Turístico de Navarra.

Los asistentes al evento en Madrid tuvieron la oportunidad de experimentar de primera mano la riqueza culinaria de la Ribera Navarra a través de un exclusivo menú degustación elaborado por algunos de los mejores restaurantes de la región.

El banquete ofrecido en la presentación fue una oda a los productos de la Ribera Navarra, donde cada plato resaltó la frescura y calidad de las verduras en su mejor momento. Restaurantes como Bar La Catedral, Restaurante Topero y Restaurante Pichorradicas-Casa Aitor fueron los encargados de diseñar un menú de alta cocina basado en la esencia del terruño navarro.

Los comensales disfrutaron de creaciones como:

  • Cogollos de Tudela a la plancha con ajetes tiernos, crujientes de panceta ibérica y vinagreta de cebolleta escabechada
  • Cebollas guisadas al chardonnay & parmesano
  • Espárrago de Navarra a la carbonara
  • Bastones de borraja salteados con langostinos, crema de marisco y vieiras
  • Alcachofa de Tudela con bacalao y pil pil de los dos
  • Guisante lágrima con jugo de ibérico y panceta

El festín concluyó con postres innovadores como un coulant de calabaza con helado de queso Idiazabal y unos canutillos rellenos de crema inglesa de espárragos de Navarra, todo maridado con una cuidada selección de vinos de la D.O. Navarra.

Las Fiestas de la Verdura de Tudela no son solo una exaltación gastronómica, sino una celebración de la historia, el esfuerzo y el saber hacer de los agricultores y productores locales. Cada plato representa siglos de tradición y un compromiso con la sostenibilidad y el producto de calidad.

Durante dos semanas, Tudela y la Ribera Navarra se llenarán de actividades culinarias, rutas gastronómicas, degustaciones y eventos culturales que acercarán a visitantes y locales a la esencia de su cocina. Es una oportunidad única para descubrir la auténtica cocina de la huerta navarra y disfrutar de una experiencia donde el sabor y la cultura se entrelazan en perfecta armonía.

Madrid ya ha vivido un adelanto de esta gran fiesta gastronómica, pero la verdadera celebración espera en Tudela. Para los amantes de la buena mesa y la cocina de calidad, las Fiestas de la Verdura son una cita ineludible que promete deleitar los sentidos y rendir homenaje a la riqueza agrícola de Navarra.

Los Museos de Roma, un viaje por la historia y el arte

Redacción (Madrid)

Roma, la Ciudad Eterna, es un destino que rebosa historia, arte y cultura en cada rincón. Sus museos son testigos del esplendor de la antigüedad, el renacimiento y la modernidad, convirtiéndose en paradas obligatorias para cualquier amante del turismo cultural. Desde los vestigios del Imperio Romano hasta las grandes obras maestras del Barroco, recorrer los museos de Roma es emprender un viaje en el tiempo donde cada sala cuenta una historia fascinante.

Los Museos Vaticanos son una de las atracciones más visitadas del mundo y un punto central en cualquier recorrido por Roma. Este complejo museístico alberga una de las colecciones de arte más importantes del planeta, con obras que abarcan desde la antigüedad hasta el Renacimiento.

Entre sus principales atractivos se encuentra la Capilla Sixtina, decorada con los impresionantes frescos de Miguel Ángel, donde se puede admirar la célebre Creación de Adán y el Juicio Final. Otro punto destacado es la Sala de los Mapas, con su detallado conjunto de mapas renacentistas, y las Estancias de Rafael, con frescos como La Escuela de Atenas.

Este museo es una parada obligatoria para los turistas, no solo por su riqueza artística, sino porque representa el epicentro de la cultura cristiana en el mundo.

Ubicada en los hermosos jardines de Villa Borghese, esta galería es uno de los museos más impresionantes de Roma. Su colección incluye algunas de las mejores esculturas de Gian Lorenzo Bernini, como Apolo y Dafne y El rapto de Proserpina, en las que el mármol parece cobrar vida.

Además, la pinacoteca de la Galería Borghese exhibe obras maestras de artistas como Caravaggio, Tiziano y Rafael. Gracias a su tamaño manejable y a su excelente organización, es uno de los museos más recomendados para quienes desean disfrutar del arte sin aglomeraciones.

Situados en la Plaza del Campidoglio, diseñada por Miguel Ángel, los Museos Capitolinos son los museos públicos más antiguos del mundo, fundados en 1471 por el Papa Sixto IV. Aquí se encuentran algunas de las esculturas más icónicas del mundo clásico, como la Loba Capitolina, símbolo de Roma, y la imponente estatua ecuestre de Marco Aurelio.

Los visitantes también pueden recorrer salas con restos arqueológicos y pinturas de artistas como Caravaggio y Rubens. Este museo es imprescindible para quienes deseen comprender la grandeza de la Roma Antigua y su impacto en la cultura occidental.

Ubicada en el Palacio Barberini y el Palacio Corsini, esta galería es el lugar ideal para apreciar la evolución del arte pictórico italiano. Entre sus obras más destacadas se encuentran el Retrato de Enrique VIII de Holbein, Judith y Holofernes de Caravaggio y La Fornarina de Rafael.

El Palacio Barberini, con su espectacular escalera diseñada por Borromini, es un ejemplo del esplendor arquitectónico barroco. Este museo es menos concurrido que otros, por lo que permite disfrutar de las obras con tranquilidad.

El Museo Nacional Romano está dividido en varias sedes que albergan una de las mayores colecciones de artefactos romanos del mundo. El Palazzo Massimo alle Terme es especialmente recomendable, ya que conserva impresionantes frescos romanos, como los de la Villa de Livia, que transportan al visitante a la Roma de hace dos mil años.

Otro punto imperdible es la sede de Las Termas de Diocleciano, un enorme complejo termal convertido en museo, donde se pueden admirar inscripciones antiguas, sarcófagos y esculturas de época imperial.


Aunque Roma es una ciudad anclada en la historia, también tiene espacio para el arte moderno y contemporáneo. El MAXXI (Museo Nacional de las Artes del Siglo XXI), diseñado por Zaha Hadid, es un impresionante edificio que alberga exposiciones de arte, fotografía y arquitectura contemporánea.

Por otro lado, el MACRO (Museo de Arte Contemporáneo de Roma) presenta una interesante colección de artistas italianos del siglo XX y XXI, en un entorno que combina arquitectura industrial con espacios vanguardistas.

Los museos de Roma son verdaderas joyas que permiten a los visitantes sumergirse en la historia, el arte y la cultura de una de las ciudades más fascinantes del mundo. Desde los tesoros del Vaticano hasta las esculturas clásicas de los Museos Capitolinos, pasando por el esplendor barroco de la Galería Borghese y la modernidad del MAXXI, cada museo ofrece una experiencia única.

Un viaje a Roma no está completo sin recorrer sus museos, donde cada obra cuenta una historia y cada sala nos acerca más a la grandeza de la civilización que marcó el destino de Occidente.