La Habana… Un viaje de contrastes y emociones

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Por David F. Agüera

Viajar a La Habana es una de las experiencias únicas que, al menos, hay que vivir una vez en la vida. El caribe decidió detenerse en su isla preferida. Detuvo el tiempo y conquistó a visitantes que, desde el primer minuto, respiran un ambiente añejo, musical y nostálgico. La visita es un paseo por los sentimientos que se polarizan por cada rincón que descubres. No se engañen, vivir aquí no es lo más recomendable pero disfrutar de esta ciudad en viajes supera con mucho a cualquier otro destino imaginable.
Mi viaje, no es el primero a La Habana, arranca con un vuelo “poco común” con Cubana de Aviación. La aerolínea pública de la isla ofrece su particular servicio en aviones que podrían llevar 20 años retirados del mercado. Asientos estropeados, aseos descuidados y una “Business Class” más grande de lo común. Esas son sus principales características además de la impuntualidad. Desde que reserve con Cubana de Aviación el tiempo es lo de menos. Así con todo, por aquello de mimetizarse desde la salida, les recomiendo que lo hagan.
Los tonos verdes y rojos predominan en el Aeropuerto José Martí, policías por cada esquina y una sobriedad en la entrada por aduanas nos dan la bienvenida. Pasado el trámite llega uno de los momentos más caóticos que vas a sufrir: recoger la maleta. Las horas pasan y una cinta a velocidad reducida es su única compañía, no se impacientes porque su equipaje llegará pero nadie sabe ni cuando, ni por donde.

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La cultura invade rincones de la ciudad, Lugares y Más

En La Habana la vida transcurre entre música, tradición, cultura, monumentos y atractivos naturales de incalculable valor. Nadie puede dudar que es una de las ciudades más bellas del mundo, bella y estropeada. El alma llora con edificios abandonados que serían referencia en ciudades europeas. Esa imagen contrasta con espacios restaurados que son delicia para la vista, la Plaza Nueva de la Habana Vieja es uno de ellos. Allí hacemos una de nuestras paradas, nos venden café al peso mientras degustamos una taza con un aroma que quita el sentido.

Bailes y sones cubanos nos contagian mientras paseamos entre tiendas que muestras verdaderas obras de arte. Es sin duda una de mis debilidades, el arte cubano y esa manera tan característica de mezclar colores para transmitir sentimientos.
La Habana se encuentra en el occidente de Cuba y aunque es la más pequeña de todas las provincias, sus más de 2 millones de habitantes la convierten en la más poblada de toda la isla. En sus 15 municipios, particularmente en los de Playa, Plaza de la Revolución, Centro Habana, Habana del Este y La Habana Vieja (Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1982), el viajero encontrará innumerables sitios de interés arquitectónico, cultural y turístico.

La Habana es una ciudad para perderse en ella. Eso le sucedió a Ernest Hemingway, el premio Nóbel de literatura, que marcó el mapa de la ciudad con hitos imprescindibles en la biografía de ambos, ciudad y escritor.
Ernest Hemingway ha pasado a la historia de La Habana por una frase:“Mi mojito en la Bodeguita… y mi daiquirí en el Floridita”. La frase se exhibe manuscrita y enmarcada detrás de la barra de La Bodeguita del Medio(C/Empedrado, 207, Habana Vieja), cantina popular y legendaria convertida ya en un escenario imprescindible en cualquier estancia en la ciudad.

Legado español
Hemingway es uno de los protagonistas históricos de La Habana pero el legado español marca la historia de esta ciudad y de toda la isla. La Plaza de San Francisco era el centro de la vida comercial de La Habana. La terminal portuaria de Sierra Maestra tiene dos muelles que dan a la plaza, además es el lugar en el que atracan actualmente los cruceros con parada en Cuba. Los pasajeros que desembarcan en las calles adoquinadas de La Habana Vieja, tienen en ésta plaza su punto de partida y primer alto, al tratarse de un lugar cargado de historia y belleza colonial. Dominando la plaza se encuentra la Lonja del Comercio, un antiguo mercado que hoy en día tiene oficinas para empresas extranjeras y mixtas en Cuba.
Sobre la Plaza de San Francisco se eleva la basílica barroca de San Francisco de Asís, con un campanario de 43 metros de altura desde donde se tiene una maravillosa vista de la Habana Vieja y su puerto. Tanto el claustro del monasterio como las casas adyacentes y un museo de arte sacro forman un entorno que permite transportarte por un instante a España.

El Castillo del Morro
En el año 1589 comenzó la construcción del Castillo de los Tres Reyes del Morro, que es la parte más antigua de la fortaleza. Ésta parte del complejo fortificado tiene un horario de visita de10:00 a 18:00 horas todos los días.
El diseño de la ampliación de la fortaleza se hizo copiando la fortaleza de la defensa de Cartagena (Colombia). Después de la derrota de los ingleses en el año 1764, se amplió nuevamente la fortaleza, construyendo una nueva entrada que se abre con la impresionante instalación del Museo de Armas y Fortificaciones. El Che Guevara tiene aquí su Memomorial, además podemos encontrar una cafetería y tiendas de recuerdos y souvenirs. Los cañones, aún hoy en día, apuntan hacia La Florida en Estados Unidos.

Nos vamos de paladares
Comer en La Habana es una oportunidad para probar los platos típicos de la gastronomía cubana, en un ambiente auténtico. En La Habana hay numerosos restaurantes, algunos de los cuales son históricos y emblemáticos. Y también hay otra clase de restaurantes que se volvieron muy populares en los últimos años, llamados “paladares”. Los paladares, son restaurantes privados. Estos restaurantes nacieron a principios de los años 90, cuando el gobierno cubano comenzó a entregar las primeras licencias (recordemos que los medios de producción y las empresas en Cuba, son propiedad del Estado). La calidad de muchos de ellos es asombrosa. Doña Eutimia y su “Ropa Vieja” y la amplitud de la carta de Atelier se convierten en parada obligatoria.

Madeira y las 3 experiencias de turismo activo que ofrece el archipiélago

Tierra, mar y aire se dan cita en este paradisíaco archipiélago que ofrece diversidad de
actividades para el disfrute y deleite del visitante. Además, el clima subtropical que atesora la
isla de Madeira es un reclamo para todos los amantes del turismo activo, donde podrán
encontrar una amplia variedad de experiencias y entretenimiento durante todo el año.
Canoying – Tierra
El canoying (barranquismo) es una perfecta forma de satisfacer nuestros instintos aventureros,
explorando riberas y superando los diferentes obstáculos, todo ello con el equipamiento
adecuado y profesionales expertos, que nos llevarán a experimentar unas sensaciones únicas
e irrepetibles.
Es un emocionante desafío de superación, recorriendo cursos de agua vertiginosos a través de
ciertas técnicas como escalando, saltando, descendiendo en rapel y nadando. Todo ello
mientras disfrutamos del espectacular entorno que nos rodea, naturaleza en estado puro que
nos lleva a descubrir los lugares más vírgenes de la isla.
Durante el verano, las riberas de la vertiente norte son idóneas para esta actividad debido a
que el caudal es más elevado. En invierno, son las riberas de la vertiente sur las más
recomendables, por sus desniveles más suaves y sus corrientes más tranquilas.
Actualmente se puede practicar el canoying en diversos lugares como Ribeiro Frio, Ribera
das Cales, Ribeira da Pedra Branca, Ribera da Hortelã, Ribeira do Passo o Ribeira do Inferno.
Todos los años se celebra en la isla el RIC Madeira, Encuentro Internacional de Canoying, una
verdadera referencia en este tipo de deporte.

Buceo – Mar
Madeira guarda una interesante sorpresa, ¡bucear explorando un barco hundido! Conocido
como “Bowbelle”, este navío se hundió hace unos años y en la actualidad constituye un arrecife
artificial. Se encuentra entre los 21 y 30 metros de profundidad, a 180 metros de la costa en la
zona de Madalena do Mar. Otros lugares de buceo recomendados son Caniço, Garajau,
Machico, Caniçal y Santa Cruz.
La vida bajo el agua es un nuevo mundo por descubrir con todo tipo de especies, colores y
sensaciones. Una indescriptible sensación que se hace imprescindible en Madeira, siendo uno
de los lugares más privilegiados de Europa para la práctica de buceo.
Aguas templadas y cristalinas nos ofrecen gran comodidad y una perfecta visibilidad de sus
reservas naturales marinas, observando variedad de especies tales como anémonas, corales
negros, meros, morenas, mantas y hasta lobos marinos, estos últimos muy exclusivos de
Madeira ya que son las focas más raras del mundo.
En Madeira y Porto Santo hay varias escuelas de buceo y empresas especializadas en
excursiones, bautismos y alquiler de equipos, para tener la mejor experiencia de buceo en
Madeira.

Ala Delta y Parapente – Aire
Siempre hemos soñado con poder volar y si ese sueño fuera posible sería en Madeira. Los
paisajes de esta isla volcánica cobran mayor magnitud desde el aire, obteniendo una
perspectiva única del entorno. Preparados con nuestro espíritu aventurero y energía positiva,
nos equipamos convenientemente para alzar el vuelo en ala delta o parapente, ambas
opciones igual de atractivas.
Desde el cielo podrás disfrutar de una fantástica vista aérea tanto del macizo montañoso
central de Madeira como de la costa marítima. En toda la isla existen perfectos lugares para
el despegue, siendo los más utilizados el pico de la Cruz, el Mirador de la Magdalena, así
como la zona de Porto da Cruz y de Prazeres.
La falta de experiencia no es un problema si las ganas nos sobran, ya que existe la posibilidad
de saltar en tándem, acompañado por un piloto que garantizará que vivas toda la adrenalina
con total seguridad.