Érase una vez, hace mucho, mucho tiempo…. Mi artículo de hoy sobre Lugares con Leyendas me transporta a un lugar precioso y misterioso: La India. La Aldea Dzhatinga está situada en las montañas del estado de Assam, en la India. Sin lugar a dudas, un sitio escalofriante. Desde que escribo sobre dicha temática, he leído casos extraños, sucesos inimaginables dentro de la normalidad a la que estamos acostumbrados, sin embargo he de confesar que cuánto más leía y me documentaba sobre dicha aldea, más ganas tenía de continuar informándome y mi curiosidad aumentaba por segundos. La Aldea Dzhatinga es conocida también como «El cementerio de pájaros».
Dicho lugar recrea sucesos inquietantes para el resto de sus vecinos: durante el mes de agosto, multitud de aves transforman la normalidad de sus vuelos y comienza una agonía para ellas. Cientos de aves comienzan a caer girando enloquecidas antes de estrellarse en el suelo. La peculiaridad de sus giros, estremeciéndose y volando de manera ansiosa las lleva a precipitarse y estrellarse en el suelo. Dicen «las malas lenguas» que el espectáculo es estrambótico. Cientos de personas quedan aterradas ante los graznidos, las caídas… La gente que presencia dicho espectáculo no cree lo que sus ojos ven. Ellos tienen la percepción de que las aves están tan muertas de miedo por lo que les está ocurriendo que ni siquiera advierten de que ellos están ahí. La muerte en masa dura varios días. El aterrador suicidio de todas ellas estremece a todo el que está presente. La única característica común es que se produce en noches de poca visibilidad y en los últimos días del monzón; el monzón es un fenómeno meteorológico de fuertes vientos, altas temperaturas y tormentas. Las aves a las que nos referimos son: el halcón, la garza y la pitta. Algunas teorías (no probadas) sugieren que alguna anomalía magnética las induce a comportarse de tal manera. Creen que por estos motivos, las aves pueden desorientarse y culpabilizan a los flujos gravimétricos, campos y corrientes eléctricas de causar dicho trastorno. Otras teorías plantean que existe un cierto estado de la atmósfera que provoca que el sistema nervioso de los pájaros sea afectado, haciéndoles perder su orientación.
Las suaves temperaturas de Túnez hacen del país un destino ideal para viajar en alguno de los puentes que se presentan en los próximos meses. Tanto si se prefiere una estancia relajada en la playa como si se busca realizar un turismo más activo lleno de actividades y aventuras en el desierto, todos encontrarán en Túnez la perfecta escapada otoñal.
Playa. El mar Mediterráneo baña la costa tunecina dejando varios enclaves ideales para visitar en esta época del año, con playas que permiten largos paseos, nadar o la práctica de deportes acuáticos. Entre Bizerta y Túnez capital se encuentra Kalaat Landlous, lugar perfecto para aprender o perfeccionar las acrobacias del kitesurf sobre las olas. Asimismo, la isla de Djerba también dispone de centros que ofertan esta y otras disciplinas como vela, windsurf, esquí acuático y parasailing.
Bajo el agua. Los aficionados al submarinismo de todos los niveles también pueden aprovechar estas fechas para hacer inmersiones y descubrir los espectaculares paisajes subacuáticos de Túnez, llenos de cuevas, túneles y buques de la Segunda Guerra Mundial, así como arrecifes e inmensas praderas de posidonia. El país alberga 20 clubes de buceo afiliados a la Confederación Mundial de Actividades Submarinas, siendo Tabarka, Monastir y Djerba algunas de las zonas más populares para realizar esta actividad.
Relax. Para quienes buscan relajación y mimarse un poco, el destino cuenta con numerosos centros de talasoterapia, donde se usan las propiedades beneficiosas del mar –gracias al yodo– con un fin preventivo y curativo. Estos establecimientos, localizados tanto en la costa norte como en la del este, ofrecen distintos tratamientos de la mano de un personal altamente cualificado.
Desierto. Otro tipo de tranquilidad es la serenidad y la paz que aporta el desierto del Sahara tunecino, siendo otoño la temporada privilegiada para explorar este maravilloso mundo de dunas de arena, montañas escarpadas y oasis verdes, un entorno idóneo para la meditación. Dormir en una jaima bereber es una experiencia altamente recomendable, ya que permite contemplar el cielo estrellado mientras se saborea un rico té a la menta con piñones o probar el sabroso pan cocinado con brasas bajo la arena. Al silencio de este paraje singular pueden sumarse actividades más aventureras, como realizar una ruta en dromedario, pasear entre las dunas en quad o hacer una travesía en vehículo 4×4.
Golf. Los amantes de esta disciplina, tanto experimentados como amateurs, pueden aprovechar las temperaturas suaves para disfrutar de alguno de sus asombrosos campos de golf que se pueden encontrar entre Tabarka, en el norte, y Tozeur, en el sur. Todos ellos gozan de unos estándares de calidad altos, con excelentes infraestructuras y servicios de primera clase.
Naturaleza. Túnez también es un destino óptimo para la observación de aves o bird watching, ya que se ubica en uno de los corredores migratorios más grandes de aves. Al norte, la península de Cap Bon es uno de los principales puntos de paso del Mediterráneo para las aves migratorias. Por su parte, el Golfo de Gabés recibe la mayor concentración de aves migratorias del Mediterráneo, lugar en el que se han llegado a contar más de 330.000 aves acuáticas como patos, rapaces, paseriformes o gaviotas. En total, se pueden apreciar cerca de 400 especies de aves diferentes.
Cultura e historia. Otra propuesta para esta temporada es realizar una ruta para conocer el patrimonio histórico, de gran relevancia internacional, que se halla repartido por toda la nación y que se puede apreciar en sus museos y ruinas arqueológicas. Entre los más destacados se encuentran el Museo Nacional del Bardo, considerado uno de los más hermosos del mundo por su impresionante colección de mosaicos romanos; el Museo Nacional de Cartago; el Museo Arqueológico de El Djem o el Museo del Patrimonio de Guellala.
Viajar a La Habana es una de las experiencias únicas que, al menos, hay que vivir una vez en la vida. El caribe decidió detenerse en su isla preferida. Detuvo el tiempo y conquistó a visitantes que, desde el primer minuto, respiran un ambiente añejo, musical y nostálgico. La visita es un paseo por los sentimientos que se polarizan por cada rincón que descubres. No se engañen, vivir aquí no es lo más recomendable pero disfrutar de esta ciudad en viajes supera con mucho a cualquier otro destino imaginable. Mi viaje, no es el primero a La Habana, arranca con un vuelo “poco común” con Cubana de Aviación. La aerolínea pública de la isla ofrece su particular servicio en aviones que podrían llevar 20 años retirados del mercado. Asientos estropeados, aseos descuidados y una “Business Class” más grande de lo común. Esas son sus principales características además de la impuntualidad. Desde que reserve con Cubana de Aviación el tiempo es lo de menos. Así con todo, por aquello de mimetizarse desde la salida, les recomiendo que lo hagan. Los tonos verdes y rojos predominan en el Aeropuerto José Martí, policías por cada esquina y una sobriedad en la entrada por aduanas nos dan la bienvenida. Pasado el trámite llega uno de los momentos más caóticos que vas a sufrir: recoger la maleta. Las horas pasan y una cinta a velocidad reducida es su única compañía, no se impacientes porque su equipaje llegará pero nadie sabe ni cuando, ni por donde.
En La Habana la vida transcurre entre música, tradición, cultura, monumentos y atractivos naturales de incalculable valor. Nadie puede dudar que es una de las ciudades más bellas del mundo, bella y estropeada. El alma llora con edificios abandonados que serían referencia en ciudades europeas. Esa imagen contrasta con espacios restaurados que son delicia para la vista, la Plaza Nueva de la Habana Vieja es uno de ellos. Allí hacemos una de nuestras paradas, nos venden café al peso mientras degustamos una taza con un aroma que quita el sentido.
Bailes y sones cubanos nos contagian mientras paseamos entre tiendas que muestras verdaderas obras de arte. Es sin duda una de mis debilidades, el arte cubano y esa manera tan característica de mezclar colores para transmitir sentimientos.
La Habana se encuentra en el occidente de Cuba y aunque es la más pequeña de todas las provincias, sus más de 2 millones de habitantes la convierten en la más poblada de toda la isla. En sus 15 municipios, particularmente en los de Playa, Plaza de la Revolución, Centro Habana, Habana del Este y La Habana Vieja (Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1982), el viajero encontrará innumerables sitios de interés arquitectónico, cultural y turístico.
La Habana es una ciudad para perderse en ella. Eso le sucedió a Ernest Hemingway, el premio Nóbel de literatura, que marcó el mapa de la ciudad con hitos imprescindibles en la biografía de ambos, ciudad y escritor.
Ernest Hemingway ha pasado a la historia de La Habana por una frase:“Mi mojito en la Bodeguita… y mi daiquirí en el Floridita”. La frase se exhibe manuscrita y enmarcada detrás de la barra de La Bodeguita del Medio(C/Empedrado, 207, Habana Vieja), cantina popular y legendaria convertida ya en un escenario imprescindible en cualquier estancia en la ciudad.
Legado español Hemingway es uno de los protagonistas históricos de La Habana pero el legado español marca la historia de esta ciudad y de toda la isla. La Plaza de San Francisco era el centro de la vida comercial de La Habana. La terminal portuaria de Sierra Maestra tiene dos muelles que dan a la plaza, además es el lugar en el que atracan actualmente los cruceros con parada en Cuba. Los pasajeros que desembarcan en las calles adoquinadas de La Habana Vieja, tienen en ésta plaza su punto de partida y primer alto, al tratarse de un lugar cargado de historia y belleza colonial. Dominando la plaza se encuentra la Lonja del Comercio, un antiguo mercado que hoy en día tiene oficinas para empresas extranjeras y mixtas en Cuba. Sobre la Plaza de San Francisco se eleva la basílica barroca de San Francisco de Asís, con un campanario de 43 metros de altura desde donde se tiene una maravillosa vista de la Habana Vieja y su puerto. Tanto el claustro del monasterio como las casas adyacentes y un museo de arte sacro forman un entorno que permite transportarte por un instante a España.
El Castillo del Morro En el año 1589 comenzó la construcción del Castillo de los Tres Reyes del Morro, que es la parte más antigua de la fortaleza. Ésta parte del complejo fortificado tiene un horario de visita de10:00 a 18:00 horas todos los días. El diseño de la ampliación de la fortaleza se hizo copiando la fortaleza de la defensa de Cartagena (Colombia). Después de la derrota de los ingleses en el año 1764, se amplió nuevamente la fortaleza, construyendo una nueva entrada que se abre con la impresionante instalación del Museo de Armas y Fortificaciones. El Che Guevara tiene aquí su Memomorial, además podemos encontrar una cafetería y tiendas de recuerdos y souvenirs. Los cañones, aún hoy en día, apuntan hacia La Florida en Estados Unidos.
Nos vamos de paladares Comer en La Habana es una oportunidad para probar los platos típicos de la gastronomía cubana, en un ambiente auténtico. En La Habana hay numerosos restaurantes, algunos de los cuales son históricos y emblemáticos. Y también hay otra clase de restaurantes que se volvieron muy populares en los últimos años, llamados “paladares”. Los paladares, son restaurantes privados. Estos restaurantes nacieron a principios de los años 90, cuando el gobierno cubano comenzó a entregar las primeras licencias (recordemos que los medios de producción y las empresas en Cuba, son propiedad del Estado). La calidad de muchos de ellos es asombrosa. Doña Eutimia y su “Ropa Vieja” y la amplitud de la carta de Atelier se convierten en parada obligatoria.
Tierra, mar y aire se dan cita en este paradisíaco archipiélago que ofrece diversidad de actividades para el disfrute y deleite del visitante. Además, el clima subtropical que atesora la isla de Madeira es un reclamo para todos los amantes del turismo activo, donde podrán encontrar una amplia variedad de experiencias y entretenimiento durante todo el año. Canoying – Tierra El canoying (barranquismo) es una perfecta forma de satisfacer nuestros instintos aventureros, explorando riberas y superando los diferentes obstáculos, todo ello con el equipamiento adecuado y profesionales expertos, que nos llevarán a experimentar unas sensaciones únicas e irrepetibles. Es un emocionante desafío de superación, recorriendo cursos de agua vertiginosos a través de ciertas técnicas como escalando, saltando, descendiendo en rapel y nadando. Todo ello mientras disfrutamos del espectacular entorno que nos rodea, naturaleza en estado puro que nos lleva a descubrir los lugares más vírgenes de la isla. Durante el verano, las riberas de la vertiente norte son idóneas para esta actividad debido a que el caudal es más elevado. En invierno, son las riberas de la vertiente sur las más recomendables, por sus desniveles más suaves y sus corrientes más tranquilas. Actualmente se puede practicar el canoying en diversos lugares como Ribeiro Frio, Ribera das Cales, Ribeira da Pedra Branca, Ribera da Hortelã, Ribeira do Passo o Ribeira do Inferno. Todos los años se celebra en la isla el RIC Madeira, Encuentro Internacional de Canoying, una verdadera referencia en este tipo de deporte.
Buceo – Mar Madeira guarda una interesante sorpresa, ¡bucear explorando un barco hundido! Conocido como “Bowbelle”, este navío se hundió hace unos años y en la actualidad constituye un arrecife artificial. Se encuentra entre los 21 y 30 metros de profundidad, a 180 metros de la costa en la zona de Madalena do Mar. Otros lugares de buceo recomendados son Caniço, Garajau, Machico, Caniçal y Santa Cruz. La vida bajo el agua es un nuevo mundo por descubrir con todo tipo de especies, colores y sensaciones. Una indescriptible sensación que se hace imprescindible en Madeira, siendo uno de los lugares más privilegiados de Europa para la práctica de buceo. Aguas templadas y cristalinas nos ofrecen gran comodidad y una perfecta visibilidad de sus reservas naturales marinas, observando variedad de especies tales como anémonas, corales negros, meros, morenas, mantas y hasta lobos marinos, estos últimos muy exclusivos de Madeira ya que son las focas más raras del mundo. En Madeira y Porto Santo hay varias escuelas de buceo y empresas especializadas en excursiones, bautismos y alquiler de equipos, para tener la mejor experiencia de buceo en Madeira.
Ala Delta y Parapente – Aire Siempre hemos soñado con poder volar y si ese sueño fuera posible sería en Madeira. Los paisajes de esta isla volcánica cobran mayor magnitud desde el aire, obteniendo una perspectiva única del entorno. Preparados con nuestro espíritu aventurero y energía positiva, nos equipamos convenientemente para alzar el vuelo en ala delta o parapente, ambas opciones igual de atractivas. Desde el cielo podrás disfrutar de una fantástica vista aérea tanto del macizo montañoso central de Madeira como de la costa marítima. En toda la isla existen perfectos lugares para el despegue, siendo los más utilizados el pico de la Cruz, el Mirador de la Magdalena, así como la zona de Porto da Cruz y de Prazeres. La falta de experiencia no es un problema si las ganas nos sobran, ya que existe la posibilidad de saltar en tándem, acompañado por un piloto que garantizará que vivas toda la adrenalina con total seguridad.