Finestres, un viaje al corazón de la historia y la naturaleza en el prepirineo aragonés

Redacción (Madrid)

Escondido en el corazón del Prepirineo aragonés, el pequeño pueblo de Finestres se erige como un rincón casi desconocido que combina la belleza natural con un patrimonio histórico fascinante. Aislado y enmarcado por impresionantes formaciones geológicas y una naturaleza casi virgen, Finestres es un destino ideal para aquellos que buscan un refugio tranquilo y una conexión profunda con el pasado.

Finestres es famoso por sus espectaculares formaciones rocosas conocidas como «Murallas de Finestres» o «Foces de Finestres». Estas imponentes paredes naturales de piedra caliza, alineadas verticalmente, crean un paisaje que parece sacado de un cuento de hadas. Las murallas, formadas por la erosión y el tiempo, flanquean el embalse de Canelles, proporcionando vistas que quitan el aliento y oportunidades únicas para los amantes de la fotografía y la geología.

El acceso al pueblo y a las murallas implica una caminata por senderos que serpentean a través de un entorno natural prístino, donde la flora y la fauna locales prosperan en un hábitat sin alteraciones significativas. Este aislamiento ha permitido que Finestres mantenga una autenticidad y un encanto que son cada vez más difíciles de encontrar en otras áreas más desarrolladas.

El legado histórico de Finestres es tan impresionante como su entorno natural. El pueblo, ahora en gran parte deshabitado, cuenta con una serie de edificaciones de piedra que reflejan la arquitectura tradicional aragonesa. Entre los restos más notables se encuentran la Iglesia de San Vicente, una construcción románica del siglo XI, y las ruinas del castillo de Finestres, que dominan el paisaje desde lo alto de una colina.

Estos vestigios históricos permiten a los visitantes imaginar la vida en este enclave montañoso durante siglos pasados, cuando Finestres era un punto estratégico en la región. La conservación de estos sitios ofrece una ventana al pasado y una oportunidad para reflexionar sobre la resistencia y adaptación de las comunidades rurales a lo largo de la historia.

Actividades al Aire Libre

Finestres es un paraíso para los entusiastas de las actividades al aire libre. Los senderos que rodean el pueblo y las murallas son perfectos para el senderismo, ofreciendo diferentes niveles de dificultad y una conexión íntima con la naturaleza. Las rutas llevan a los visitantes a través de paisajes variados, desde frondosos bosques hasta vistas panorámicas del embalse y las montañas circundantes.

El embalse de Canelles no solo enriquece el paisaje, sino que también ofrece oportunidades para practicar deportes acuáticos como el kayak y la pesca. La tranquilidad de las aguas y la majestuosidad del entorno natural hacen de estas actividades una experiencia inolvidable.

Para los más aventureros, la escalada en las murallas de Finestres representa un desafío emocionante. Las paredes verticales y las formaciones rocosas proporcionan rutas que ponen a prueba las habilidades de escaladores de diferentes niveles, en un entorno que es tan hermoso como exigente.

Gastronomía y Cultura Local

Aunque Finestres es un pueblo pequeño, la región circundante ofrece una rica tradición gastronómica. Los visitantes pueden disfrutar de la cocina aragonesa en los pueblos cercanos, donde se destacan platos como el cordero asado, las migas, y la trucha del río, todo ello preparado con ingredientes locales y frescos.

La cultura local también se manifiesta en las festividades y eventos que, aunque escasos debido a la baja población, son celebrados con gran fervor y autenticidad. Las fiestas patronales y las tradiciones rurales proporcionan una visión única de la vida en esta parte del Prepirineo.

Finestres es un destino que ofrece mucho más que paisajes espectaculares y ruinas históricas; es un lugar donde la naturaleza y la historia se entrelazan para crear una experiencia profundamente enriquecedora. El aislamiento del pueblo ha permitido que conserve una autenticidad y un encanto difícil de encontrar en otros destinos más conocidos.

Para los viajeros que buscan una escapada tranquila, un refugio en la naturaleza o una aventura histórica, Finestres es una joya escondida que merece ser descubierta. Este pequeño pueblo en el corazón del Prepirineo aragonés invita a los visitantes a desconectar del ajetreo moderno y a sumergirse en un entorno que celebra la belleza natural y el patrimonio histórico.

Un retiro tranquilo en los Pirineos, explorando el encanto natural del Valle de Ansó, un retiro tranquilo en los Pirineos

Redacción (Madrid)

Anidado en las majestuosas montañas de los Pirineos, en la provincia de Huesca, España, se encuentra el pintoresco Valle de Ansó, un destino turístico que cautiva con su belleza natural, su rica herencia cultural y su ambiente tranquilo y acogedor. Este valle, rodeado de picos imponentes y salpicado de encantadores pueblos de montaña, ofrece a los visitantes la oportunidad de desconectar del bullicio de la vida cotidiana y sumergirse en la serenidad de la naturaleza.

Una de las mayores atracciones del Valle de Ansó es su impresionante paisaje montañoso, que ofrece una gran variedad de actividades al aire libre durante todo el año. En los meses más cálidos, los visitantes pueden disfrutar de emocionantes excursiones de senderismo y ciclismo de montaña por los numerosos senderos que serpentean a través de prados alpinos, bosques frondosos y cascadas cristalinas. En invierno, el valle se transforma en un paraíso para los amantes del esquí, con pistas bien cuidadas y vistas impresionantes de las montañas nevadas.

Pero el Valle de Ansó no solo ofrece actividades al aire libre; también es un tesoro cultural con una rica historia y tradiciones arraigadas. Los encantadores pueblos de montaña del valle, como Ansó y Hecho, están llenos de casas de piedra centenarias, iglesias románicas y plazas adoquinadas, que invitan a los visitantes a dar un paseo tranquilo y disfrutar de la arquitectura tradicional y el ambiente auténtico.

Además, el Valle de Ansó es conocido por su deliciosa gastronomía, que destaca por su simplicidad y autenticidad. Los platos típicos de la región, como el cocido ansotano, el chireta y el trinxat, están elaborados con ingredientes frescos y locales, y son una verdadera delicia para el paladar. Los visitantes también pueden disfrutar de quesos artesanales, embutidos tradicionales y dulces caseros, que reflejan la rica tradición culinaria de la zona.

En resumen, el Valle de Ansó es un destino turístico que lo tiene todo: impresionantes paisajes naturales, una rica historia y cultura, y una deliciosa gastronomía local. Ya sea explorando sus senderos de montaña, admirando su arquitectura tradicional o degustando sus platos típicos, los visitantes encontrarán en el Valle de Ansó una experiencia única y memorable que los dejará con ganas de volver una y otra vez. Sin duda, este valle es un verdadero paraíso para los amantes de la naturaleza y la autenticidad.

Explorando Muel, un viaje a la autenticidad aragonesa

Redacción (Madrid)

A orillas del río Ebro, en la pintoresca región de Aragón, emerge el encantador pueblo de Muel, un tesoro escondido que revela la autenticidad y la riqueza de la historia española. Este ensayo turístico nos invita a sumergirnos en las maravillas de este rincón aragonés, donde la tradición, la naturaleza y la arquitectura se entrelazan para crear una experiencia única.

Muel es un testimonio vivo de la historia aragonesa. Sus calles adoquinadas y plazas empedradas cuentan historias que se remontan a siglos atrás. El Monasterio de Santa Clara, con sus imponentes muros de piedra, es una joya arquitectónica que data del siglo XIII y ofrece una ventana al pasado monástico de la región.

El visitante también puede explorar la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de los Ángeles, cuya fachada gótica y detalles barrocos revelan la evolución arquitectónica a lo largo de los años. Las antiguas ermitas y capillas dispersas por el pueblo añaden un toque místico a la experiencia, llevando a los viajeros en un viaje a través de la fe y la devoción de la comunidad local.

Muel es un lienzo artístico al aire libre. Las coloridas fachadas de las casas, adornadas con flores en macetas y balcones de hierro forjado, crean una armonía visual encantadora. Los murales callejeros, algunos de ellos reflejando la historia local, pintan una narrativa visual que complementa la rica tradición artística de la región.

El arte contemporáneo también tiene cabida en Muel. La Casa Natal de Goya, donde nació el célebre pintor Francisco de Goya, es un lugar de peregrinación para los amantes del arte. La casa ahora alberga exposiciones que conectan el legado de Goya con la escena artística actual, creando un puente entre el pasado y el presente.

La gastronomía en Muel es una celebración de los sabores aragoneses auténticos. Los restaurantes locales ofrecen delicias culinarias que destacan los productos regionales, como los aceites de oliva, los quesos y los vinos de la tierra. La Plaza Mayor es el lugar perfecto para disfrutar de una comida al aire libre, rodeado por la arquitectura encantadora y el bullicio de la vida local.

Los amantes de la naturaleza encontrarán en Muel un paraíso tranquilo. Paseos por los senderos que serpentean junto al río Ebro ofrecen vistas panorámicas de los campos y montañas circundantes. La tranquilidad de estos paisajes rurales es un respiro bienvenido para aquellos que buscan escapar del ajetreo y el bullicio de la vida moderna.

Muel es mucho más que un simple destino turístico; es un portal a la autenticidad y la historia aragonesa. Desde sus monumentos históricos hasta sus encantadoras calles, cada rincón de este pueblo ofrece una experiencia enriquecedora. Muel es un recordatorio de que, a veces, las joyas más brillantes se encuentran en los lugares menos esperados, y cada viaje a este rincón aragonés es una invitación a descubrir la verdadera esencia de España.

Explorando la comarca de Matarraña, tesoro oculto de Aragón

Redacción (Madrid)

Enclavada en la provincia de Teruel, la pintoresca Comarca de Matarraña emerge como un tesoro oculto en la geografía aragonesa. Con sus paisajes idílicos, arquitectura medieval y una rica historia que se despliega en cada rincón, esta comarca se erige como un destino singular, cautivando a quienes tienen el placer de descubrirla.

Las raíces históricas de Matarraña se entrelazan con sus piedras centenarias. Pueblos medievales como Valderrobres, con su imponente castillo y calles empedradas, transportan a los visitantes a épocas pasadas. La arquitectura tradicional aragonesa se manifiesta en iglesias románicas y casonas de piedra, testimonios vivos de una historia rica y compleja.

La comarca se despliega en una paleta de colores naturales. Los bosques de pinos y encinas dan paso a extensas llanuras salpicadas de olivos y almendros. El río Matarraña serpentea su camino, ofreciendo rincones para la contemplación y la relajación. Para los amantes del senderismo, la sierra de los Puertos de Beceite proporciona rutas que revelan panoramas impresionantes.

La gastronomía matarrañense es una oda a los productos locales. Aceites de oliva vírgenes, jamones de calidad excepcional y vinos con carácter se combinan para ofrecer una experiencia culinaria auténtica. Ferias y festivales locales celebran las tradiciones arraigadas, proporcionando una ventana a la vida y la cultura de la comarca.

Matarraña no solo cautiva con su belleza natural, sino también con la calidez de su gente. La hospitalidad rural es una joya local, donde los pequeños alojamientos rurales, a menudo ubicados en casas restauradas con amor, ofrecen no solo comodidades, sino también la oportunidad de sumergirse en la vida cotidiana de la comarca.

La creatividad florece en Matarraña, manifestándose en talleres de artistas locales y festivales artísticos. La influencia de la naturaleza y la rica historia se refleja en las obras de pintores, escultores y artesanos que encuentran inspiración en este rincón especial de Aragón.

En resumen, la Comarca de Matarraña es un destino que desafía las expectativas y deleita los sentidos. Es más que un lugar; es una experiencia que fusiona la autenticidad rural con la belleza natural y la rica historia, creando un lienzo único que espera ser explorado y apreciado.

Beceite, la joya aragonesa de la belleza rural

Redacción (Madrid)

Enclavado en la región de Aragón, en el noroeste de España, se encuentra un destino que evoca tranquilidad, naturaleza y autenticidad: Beceite. Este rincón pintoresco es un refugio escondido que ofrece a los visitantes una experiencia turística única, alejada del bullicio y el ajetreo de las zonas más turísticas. Con su entorno natural asombroso y su rica herencia cultural, Beceite se erige como un lugar que captura el corazón y la imaginación.

La belleza natural de Beceite es indiscutible. El Parque Natural de los Puertos de Beceite es una joya en sí misma, un oasis de biodiversidad que alberga una variedad de ecosistemas, desde bosques exuberantes hasta altos picos montañosos. Senderos serpenteantes ofrecen la oportunidad de explorar esta tierra virgen y descubrir rincones escondidos, cascadas y miradores panorámicos que quitan el aliento. Los amantes de la naturaleza quedarán encantados al encontrarse rodeados de la flora y fauna únicas de esta región.

Camino al Estrecho del Parissal, Lugares y Más

El río Matarraña, que atraviesa el territorio de Beceite, agrega un toque mágico al paisaje. Sus aguas cristalinas serpentean a través de barrancos y gargantas, creando pozas y piscinas naturales donde los visitantes pueden refrescarse en los días cálidos de verano. Las posibilidades de actividades acuáticas, como el senderismo acuático y el barranquismo, brindan emociones y aventuras para los amantes de la adrenalina.

La autenticidad de Beceite también radica en su carácter cultural y su arraigo en las tradiciones locales. El pueblo de Beceite en sí es un reflejo de la historia de la región, con calles empedradas, edificios históricos y una sensación de calma y serenidad. El legado de la arquitectura tradicional aragonesa se puede apreciar en cada esquina, con fachadas de piedra y tejados de teja que capturan la esencia de la vida rural.

La gastronomía local también es un componente esencial de la experiencia en Beceite. Los restaurantes y tabernas ofrecen platos que celebran los sabores auténticos de la región, como los embutidos tradicionales, los guisos caseros y los productos locales. Cada bocado cuenta una historia de tradición y amor por la tierra.

Beceite es un tesoro oculto en la geografía española que merece ser descubierto. Su belleza natural, su autenticidad cultural y su atmósfera relajante crean un destino turístico que invita a los visitantes a desconectar, reconectar con la naturaleza y sumergirse en la autenticidad de la vida rural. Explorar Beceite es una oportunidad de experimentar España en su estado más puro y auténtico, lejos de las multitudes y el ruido, y encontrar una conexión profunda con la tierra y su gente.

Alquézar y el poder de una fortaleza que enfrentó a dos culturas

Redacción

Entre profundos barrancos de la Sierra de Guara, excavados pacientemente por las aguas del río Vero, se alza el casillo colegiata de Santa María la Mayor, y a sus pies el laberíntico caserío medieval de la monumental villa de Alquézar declarado Conjunto Histórico Artístico.

Roca, agua, historia, arte y leyenda se funden en Alquézar, formando un universo sorprendente, único, inesperado, en el que es posible retroceder en el tiempo mientras se recorren sus estrechas callejuelas, se atraviesan las puertas de la muralla, se escuchan viejas historias de moros y cristianos…

La villa de Alquézar se localiza en el último tramo del cañón del río Vero, en un entorno paisajístico impresionante, que ofrece múltiples alternativas a los amantes de la naturaleza y los deportes de aventura: espeleología, escalada, excursiones a caballo o en bicicleta…

Además de practicar el descenso de barrancos pueden realizarse numerosas rutas senderistas. Entre ellas cabe citar la que, partiendo de la fuente de Monchirigüel y descendiendo por el Barranco de la Fuente, permite recorrer el último tramo del majestuoso cañón del Vero; siguiendo el sendero perfectamente acondicionado es también posible descubrir fuentes, azudes, molinos y puentes, que ilustran el intenso aprovechamiento del agua del río Vero a su paso por Alquézar desde la época medieval.

Desde Alquézar también se pueden visitar las pinturas rupestres de Quizans y Chimiachas.

La espectacular Alquézar muestra su poder desde cualquier mirador, Lugares y Más

Mirador Sonrisa del Viento

Desde este mirador obtenemos una primera visión panorámica de la monumental villa de Alquézar y del ultimo tramo del profundo cañón del río Vero, antes de que sus aguas, tras abandonar la Sierra de Guara, se adentren en las fértiles y dulces tierras de los somontanos.

En lo más alto de una roca solitaria rodeada por profundos barrancos, se alza la inexpugnable fortaleza, levantada por los reyes cristianos después de haber sido arrebatada a los musulmanes en el siglo XI. Estas sierras prepirenaicas representaron durante mucho tiempo una verdadera frontera entre dos culturas, dos religiones.

Tras ser conquistada por el rey Sancho Ramírez en el 1067, fue posible repoblar las laderas situadas en las faldas del castillo, aunque no comenzaría hasta el 1100, cuando Barbastro pasó a poder de los cristianos. El trazado del casco urbano, adaptado a las curvas de nivel y protegido de los rigores climáticos, todavía conserva la estructura medieval originaria.

Portada gótica

La villa de Alquézar contó en sus orígenes con cuatro puertas que daban acceso al interior del recinto urbano, pero de todas ellas sólo se conserva este bello portalón gótico. Mientras que en uno de sus extremos fue levantado un arco de medio punto, en el otro frente se optó por un arco apuntado y coronado por el escudo de la villa, formado por tres torres de un solo castillo que recuerda el origen militar de la localidad.

Bajo el paso cubierto existe uno de los escudos más antiguos conservados en Alquézar, pues posee una moldura de traza gótica y carece de elementos decorativos. En él pueden verse las barras de Aragón, un león rampante y, curiosamente, la concha junto al báculo de peregrino.

Ermita Nuestra Señora de las Nieves

En la Calle Pedro Arnal Cavero y poco antes de alcanzar la porticada Plaza Mayor, se encuentra la pequeña ermita de Nuestra Señora de las Nieves.

Es de una sola nave de tres tramos cubierta con bóveda de crucería estrellada, en la que se conserva un pequeño retablo formado por fragmentos de otros ya desaparecidos, tanto renacentistas como barrocos.

Su fachada fue edificada por canteros del siglo XVII siguiendo modelos de la arquitectura religiosa popular.

Gastronomía

Alquézar le brindará la oportunidad de degustar los productos naturales de primera calidad de la tierra, destacando productos como la carne de cordero y cerdo, las setas, los quesos artesanos, los productos de la huerta (tomates, escarola, pimientos, borrajas..) las chiretas y tortetas, y los vinos D.O. Somontano

El ternasco de Aragón es uno de los platos típicos de Alquezar. Los corderos se crian en el mismo pueblo y se alimentan exclusivamente de los pastos de los campos que rodean la localidad. El ternasco se cocina guisado o a la brasa.

Las chiretas es un plato original de Alquezar y de los pueblos del Somontano, su nombre viene de «chirar» (dar la vuelta en fabla) y es que para la elaboración de este embutido es necesario poner al revés la tripa de cordero esta formada por arroz, menudos de un ternasco de Aragón, jamón serrano ajo, perejil, caldo de carne, sal y recortes de intestino del ternasco, se puede comer tal cual hervida o cortada en rodajas y rebozadas.

Uno de los cultivos principales junto con el almendro es el olivo, del cual se extrae aceite de oliva virgen que se produce en Alquézar a finales de diciembre.
Los olivos de Alquézar son centenarios y son muy curiosas las formas que dibujan sus troncos que en algún caso pueden recordar a caras de animales.

Las almendras se pueden comer garrapiñadas, tostadas o en ricos dobladillos con miel y canela.
El pastillo de calabaza repostería tradicional elaborado con harina, calabaza, canela ,azúcar y el excepcional aceite de oliva del Somontano es un postre que se puede comer en otoño y en invierno.

Los crespillos elaborados con harina, levadura, aceite, azúcar y hojas de borraja. Este postre natural se degusta en torno al 25 de marzo, festividad de la Encarnación y en enero para celebra la rematadura, el final de la recogida de olivas. La leyenda tradicional dice que si la Virgen y las oliveras obtienen su fruto a la vez, es probable que se preñaran también al mismo tiempo.
Por eso se hacen los crespillos ese día, para que como dicen, «se preñen las oliveras», con la consiguiente abundante cosecha.
En algún pueblo del Somontano, el aceite de freír los crespillos es llevado por los agricultores a los olivares para untar con él las yemas de las oliveras.

En el Somontano confluyen excelentes condiciones para la producción de uva y elaboración de vinos. Nada mejor para acompañar todos estos platos un buen vino D.O Somontano.

La Ruta de las Pasarelas

La Ruta de las Pasarelas permite admirar la belleza del último tramo del cañón del río Vero. Es aquí donde se da una combinación perfecta entre la roca, el agua y la huella dejada por el hombre en su afán por aprovechar la fuerza de las aguas de este río. Las espectaculares pasarelas, que no ofrecen peligro alguno, permiten un primer acercamiento a este singular enclave natural de Alquézar.

El recorrido senderista parte de la Plaza Mayor de Alquézar. Debemos dirigirnos a la calle que lleva a la Colegiata y descender por la rampa de piedra existente en el primer desvío izquierdo. En este punto puede verse una indicación hacia las Pasarelas del Vero.

Pronto, encontramos las primeras pasarelas de madera que bajan encajonadas entre la Peña Castibián, a la izquierda, y los Muros de la Colegiata, a la derecha. Un total de siete tramos de pasarelas facilitan el descenso hasta el Vero. Durante el recorrido es posible disfrutar de la belleza del Barranco de la Fuente, caracterizado por sus numerosos covachos y una vegetación adaptada a la humedad y frescura propia de estas gargantas.

Al llegar al lecho del Vero, merece ser visitada la Cueva de Picamartillo, situada en la margen izquierda del río, frente a la desembocadura del Barrando de la Fuente.
El camino prosigue río abajo, a través de una espectacular pasarela metálica instalada en la pared rocosa. Más tarde encontraremos la vieja presa y, tras recorrer un nuevo tramo de pasarelas metálicas, la antigua central hidroeléctrica de Alquézar. Una badina de un profundo azul turquesa invita al baño y al descanso.

Desde aquí, el camino se aparta del río para serpentear entre antiguos olivares hasta dar con el camino que lleva al pueblo de Alquézar. También se puede ampliar la ruta visitando el puente de Fuentebaños y el molino con el Azud. Encontraremos el desvio en el camino de regreso a Alquézar.