Por redacción
Zamora es una de las grandes desconocidas de España. Y, sin embargo, tiene tanto que ofrecer que bien merece una detenida visita que, sin duda, permitirá hacer grandes descubrimientos. Uno de los mejores románicos de España, cuatro parques naturales de gran belleza, el sinuoso camino del Duero y la placidez de la Vía de la Plata, el mayor lago de España, ciervos, lobos, aves, muchas aves, una inmensa gastronomía y unos vinos primorosos… Hay mucho que descubrir en Zamora. Aquí destacamos solo siete.
Puebla de Sanabria, el pueblo más bello de Zamora
La verdad es que el título es discutible porque la competencia es dura, pero la realidad es que Puebla de Sanabria acaba de ser incluido en la lista de «Los pueblos más bonitos de España» y es el único en esa lista de la provincia de Zamora. Así que… Se trata de un sello de calidad, un referente a nivel nacional e internacional de prestigio en turismo rural y conservación de patrimonio. Cualquier pueblo que ostente esta marca cumple unos criterios de calidad, belleza y accesibilidad turística que no defraudará a ningún visitante. Aunque está declarado Conjunto Histórico Artístico por la singularidad de sus monumentos entre los que destaca su Castillo datado en el último cuarto del siglo XV y en el que se reunieron Fernando de Aragón y Felipe el Hermoso, la Iglesia Parroquial Nuestra Señora del Azogue de portadas románicas, la Ermita de San Cayetano de estilo neoclásico y el Ayuntamiento, lo singular de la villa es su cuidada arquitectura civil protegida por recintos murados, las casas blasonadas de familias de realengo como Los Losada, Los Ossorio, los Aguilares que bien merecen ser disfrutadas a lo largo de un detenido paseo tanto de día como de noche con una iluminación que invita al disfrute de su pasado. Una arquitectura armónica, empeño en el que ha trabajado su alcalde, José Fernández Blanco en la varias décadas que lleva en el cargo, que deslumbra al viajero.
Posadas reales y casas rurales de ensueño
Todos los pueblos de la zona, dado su carácter turístico tienen numerosos hoteles, casas rurales o posadas reales en los que alojarse. Solo en Puebla, donde viven apenas 1.500 habitantes, hay una treintena, algunas realmente espectaculares. Por ejemplo, la posada real La Cartería, con amplias habitaciones con paredes en piedra y vigas de madera, que incluso ofrece un pequeño gimnasio y spa; o la Posada de las Misas, en lo más alto de la villa, junto al Ayuntamiento y la iglesia parroquial. Habitar la casa es disfrutar del silencio y de la historia, desde las ventanas de sus 14 habitaciones se puede admirar los maravillosos edificios colindantes, el río Castro desembocando en el Tera, las montañas de la Sierra de la Culebra, el pico de Santo Toribio… o también la Posada La Pascasia, en pleno centro, vidrios translúcidos y muros de piedra en una posada real. Las habitaciones tienen un ambiente idílico para parejas: Bañeras redondas de hidromasaje, frutas sobre la mesa, medias luces, guiños en leds, vidrios translúcidos, espejos, muebles de diseño, albornoces picardías y hasta un estuche de sex-shop con el que ella el 90% son mujeres que buscan sorprender a sus parejas le sorprende a él. Un escenario, sin duda, efectista y prometedor.
Bucear a mil metros de altura
De entre todos los efectos de la glaciación, sin duda el más impresionante es el lago de Sanabria, una detenida visita se justifica sobradamente por los paisajes impagables que brinda al visitante y por sus dimensiones. Con más de tres kilómetros de largo y uno y medio de ancho ocupa una superficie de casi 320 hectáreas y una profundidad máxima de 51 metros. Es el más grande de España y el de origen glaciar más grande de Europa y desde 2015 Reserva de la Unesco. El paisaje y el lago son espectaculares, pero lo que lo convierte en único es la Estación Biológica Internacional y su principal habitante, el primer catamarán eólico-solar del mundo, que fue apadrinado en 2011 por Pierre-Ivés Cousteau bajo estándares internacionales de ecoturismo y educación ambiental, que también implican el comportamiento silencioso de los visitantes, nivel cero de emisiones sonoras, efluentes, residuos, oleaje-erosión y gases contaminantes. Un paseo en esta catamarán es también una experiencia científica en la que se presencia la inmersión de científicos-buceadores a los que se puede preguntar en tiempo real sobre la fauna, flora, geología y restos etnográfico-arqueológicos, a través de radiocomunicación y cámaras, seguidas en directo desde una cubierta acristalada para 80 pasajeros. Incluye un aula tecnológica eólico-solar, recogida de plancton para su interpretación en el microscopio de a bordo y equipos de sónar e hidrófonos que permiten a los más pequeños explorar la búsqueda de dinosaurios acuáticos. Finaliza con una degustación de sidra local.
Arribes del Duero, la naturaleza como arquitecto
La tenacidad del Duero, empeñado en horadar durante millones de años la masa granítica de la comarca de Sayago, ha dado origen al deslumbrante espectáculo de los Arribes, una herida de hasta 200 metros de profundidad en la frontera con Portugal. Un espectáculo casi dramático por su belleza. El gran Duero se contornea formando acantilados llenos de vegetación. La vista desde los numerosos miradores o recorriendo sus orillas es espectacular, pero sin duda lo es aún más cuando se recorre el cauce del río en una de los barcos que hace el crucero fluvial desde Fermoselle, un bello pueblo que destaca especialmente por su arquitectura popular, muy bien conservada. A lo largo de sus calles empinadas y sinuosas se van descubriendo las casonas antiguas, de aspecto robusto y con escudos, o los rincones más pintorescos de la localidad. El crucero puede observarse la que bordea el río con aves como el águila real, buitre, ánade o la cigüeña negra, y la vegetación típica de Arribes. En el río o en los miradores, se puede disfrutar del paisaje agrícola, la arquitectura tradicional ribereña, el contraste del valle del Duero en sus lados portugués y español, o los saltos naturales de agua y la visión del río Duero desde la ingeniería industrial levantada en su cauce.
Berrea, la llamada del ciervo
Cuando acaba el verano y hasta mediado el otoño -este año va retrasada por falta de lluvias- es tiempo de berrea en la provincia de Zamora y el lugar idóneo es la Sierra de la Culebra. El estado puro en el que se encuentran los ciervos y sus épocas de celo marcan este momento de gran concentración de animales. Es entonces cuando los ciervos compiten por el poder y la jerarquía ante la atenta mirada de las hembras. Para poder apreciarlo es necesario ir acompañados de guías locales expertos y de material óptico de alta gama, sobre todo al amanecer o al atardecer. Durante la actividad se pueden observar también otras especies de fauna que se mueven por el lugar, como el jabalí, el corzo o el lobo ibérico. El espectáculo, que casi siempre se observa a distancia aunque se oyen a la perfección los roncos y largos bramidos de los machos en celo y resuenan los golpes de sus cuernos en toda la Sierra, en su lucha por hacerse con el control de la manada. El vencedor de los múltiples escarceos entre los machos será el que cuidará de la manada y el que cubrirá a las hembras que por esta fechas también estarán en celo, de esta manera realizan una selección natural en el derecho por la reproducción.
Del lobo a la abeja
Los ciervos no son los único animales que pueblas estas tierras. El lobo ibérico concentra en la Reserva Regional de Sierra de la Culebra a la población más numerosa de España, lo que le ha dado fama a esta comarca zamorana. El lobo campa a sus anchas por unas tierras que también comparte con el jabalí, el corzo, el zorro, la nutria, el gato montés o el tejón. La fauna de la Sierra de la Culebra es una de las más ricas de Castilla y León. El Centro del Lobo Ibérico es un recurso educativo y de dinamización socioeconómica ligado al Plan de Conservación y Gestión del Lobo en Castilla y León. Permite a sus visitantes disfrutar de la observación de lobos ibéricos en condiciones de semi-libertad, así como conocer las características de su vida, entorno y hábitos. El Centro se encuentra situado en la localidad de Robledo, a escasos 10 km de Puebla de Sanabria, municipio al que pertenece. Robledo es un pequeño pero encantador pueblo arropado por robles y castaños. No muy lejos pasamos del gran lobo a la minúscula abeja. El Centro Temático de la Miel de Sagallos, abierto hace apenas un año, propone un didáctico recorrido expositivo e interpretativo sobre una de las principales actividades de la zona: la apicultura. El recorrido contempla los procesos tradicionales de recolección y tratamiento de la miel y todo el proceso de la apicultura, desde la formación de las colmenas hasta su manejo, además de las labores de las abejas, el hábitat de la Sierra de la Culebra y la organización social de la colmena.
Del pulpo a las berzas
Después de tan interesante visitas, es tiempo de hacer un alto y disfrutar de la rica gastronomía de estas tierras… y de sus excelentes vinos. De las huertas generosas que forman parte de su paisaje se obtienen los habones y las berzas que llenan las ollas sanabresas, siendo la base del caldo sanabrés o caldo de berzas. El pulpo a la sanabresa, muy similar al de sus vecinos gallegos, forma parte de la tradición culinaria de la comarca, desde antiguo, siendo típico en las romerías. La trucha de sus ríos y el bacalao comparten un lugar de honor en los fogones sanabreses. De un producto básico como es el pan nacen los farinatos, mezclado con lo mejor de las carnes de la comarca. Carnes de vacuno criadas de forma natural en los pastos de las sierras sanabresas, de las que se pueden degustar la chuleta y el chuletón. Delicias de cerdo que en otros tiempos fueron la despensa invernal dando lugar a los chorizos, el mondejo y los sisos o picadillo, ingrediente principal de uno de los guisos más populares: los sisos con cachelos. En los prados, en los linderos de los caminos y en los pinares de la comarca se recogen gran cantidad de setas entre las que destaca por su calidad el Boletus Edulis de los pinares y la Macrolepiota Procera, popularmente conocida como «cucurril», apreciada por su alto valor culinario. A destacar el espectacular arroz a la sabresa que hacen en la La Mula de los Arribes. Entre los postres más característicos de la comarca, figuran las rosquillas asadas de sartén, las manzanas asadas, las castañas cocidas o asadas. También destacan las torrijas y los buñuelos, dulces tradicionales de la Cuaresma, la leche frita, o el arroz con leche. La sidra sanabresa ha pasado del anonimato a tener una gran aceptación popular diciéndose de ella que tiene «excelente alma y un buen aguante». También se llevan años produciendo vinos de origen estrictamente sanabrés.