Arquitectura Medieval, riqueza histórica y paisajes naturales de encanto, Dubrovnik

Redacción (Madrid)

Ubicada en la costa sur de Croacia, Dubrovnik es una ciudad que cautiva a sus visitantes con su rica historia, arquitectura medieval y paisajes naturales impresionantes. Conocida como la «Perla del Adriático», Dubrovnik es uno de los destinos turísticos más importantes del Mediterráneo, atrayendo a miles de viajeros cada año. La ciudad amurallada, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979, ofrece una mezcla única de cultura, historia y belleza costera que la convierten en un lugar imprescindible para los amantes de la historia y la naturaleza.

Dubrovnik, fundada en el siglo VII, fue una ciudad independiente bajo el nombre de República de Ragusa durante varios siglos, destacándose como un próspero centro de comercio y diplomacia en el Adriático. A lo largo de su historia, supo mantener su independencia a través de la diplomacia, a pesar de estar rodeada por grandes potencias como el Imperio Otomano y la República de Venecia.

La ciudad está rodeada por una impresionante muralla de casi dos kilómetros de longitud, construida entre los siglos XI y XVII, que la protegió de numerosas invasiones. Hoy en día, caminar por la Muralla de Dubrovnik es una de las principales actividades turísticas, ofreciendo vistas espectaculares del casco antiguo, el puerto y el brillante mar Adriático. Los viajeros pueden recorrer toda la circunferencia de la muralla, descubriendo las torres, baluartes y puertas que han defendido a la ciudad durante siglos.

El corazón de Dubrovnik es su casco antiguo, una red de calles adoquinadas que se extienden entre edificios de piedra, iglesias históricas y plazas encantadoras. El Stradun, la principal calle peatonal, es el alma del casco antiguo. Flanqueada por edificios barrocos, el Stradun es el lugar perfecto para pasear y descubrir la historia de la ciudad mientras disfrutas de un ambiente vibrante lleno de cafés y tiendas.

Uno de los edificios más emblemáticos del casco antiguo es el Palacio del Rector, que sirvió como la sede del gobierno de la República de Ragusa. Hoy en día, el palacio alberga un museo que ofrece una mirada a la historia política y cultural de la ciudad. A pocos pasos se encuentra la Catedral de la Asunción, que, según la leyenda, fue financiada por el rey inglés Ricardo Corazón de León, en agradecimiento por haber sido rescatado en las costas de Dubrovnik tras un naufragio.

Otro hito que no debe pasarse por alto es la Iglesia de San Blas, dedicada al santo patrón de la ciudad. Este pequeño pero impresionante edificio barroco es un lugar de gran importancia religiosa y cultural para los habitantes de Dubrovnik.

A las afueras de las murallas de la ciudad, sobre un acantilado, se encuentra la Fortaleza de Lovrijenac, también conocida como la «Fortaleza de San Lorenzo». Este bastión fue construido para proteger Dubrovnik de posibles invasiones y es uno de los símbolos más icónicos de la ciudad. Desde lo alto de la fortaleza, los visitantes pueden disfrutar de una vista panorámica de la ciudad vieja y el mar Adriático. Además de su valor histórico, la fortaleza es famosa por haber sido uno de los escenarios de la popular serie de televisión «Juego de Tronos», lo que la ha convertido en un atractivo adicional para los fanáticos de la serie.

Además de su impresionante patrimonio histórico, Dubrovnik también es conocida por su entorno natural espectacular. Sus aguas cristalinas y playas de guijarros atraen a quienes buscan relajarse bajo el sol del Mediterráneo. A poca distancia de la ciudad, se encuentra la isla de Lokrum, una reserva natural protegida que ofrece la oportunidad de escapar del bullicio urbano y disfrutar de senderos entre bosques, jardines botánicos y ruinas monásticas. Se puede llegar a la isla en un corto viaje en ferry desde el puerto de Dubrovnik, lo que la convierte en una popular excursión de un día.

Para aquellos que prefieren aventuras acuáticas, las aguas alrededor de Dubrovnik son perfectas para actividades como el kayak, el esnórquel y el submarinismo. Explorar las pequeñas calas y cuevas ocultas a lo largo de la costa es una experiencia mágica, especialmente al atardecer, cuando el sol tiñe el mar de un rojo dorado.

Dubrovnik es también un importante centro cultural, conocido por sus festivales y eventos que atraen a artistas y visitantes de todo el mundo. Uno de los eventos más destacados es el Festival de Verano de Dubrovnik, que se celebra cada año desde 1950. Este festival transforma la ciudad en un escenario al aire libre, con representaciones de teatro, música clásica, ópera y danza, muchas de las cuales tienen lugar en sitios históricos como la Fortaleza de Lovrijenac o el Palacio del Rector.

Además, el espíritu festivo de la ciudad se mantiene vivo a través de sus tradiciones. Cada febrero, Dubrovnik celebra la Fiesta de San Blas, en honor a su santo patrón. Las calles se llenan de procesiones, música y bailes, brindando a los visitantes la oportunidad de experimentar el verdadero corazón de la cultura local.

La cocina de Dubrovnik es una deliciosa mezcla de influencias mediterráneas y dálmatas. Los restaurantes locales ofrecen una gran variedad de platos de mariscos frescos, como el pulpo a la parrilla, los mejillones en salsa de vino blanco y el brudet, un guiso de pescado típico de la región. También es famoso el prosciutto dálmata, un tipo de jamón curado que se sirve como aperitivo, acompañado de queso de oveja y aceite de oliva local.

Para acompañar estos manjares, nada mejor que probar los vinos locales, como el Dingač y el Pošip, que se producen en la región vinícola de Pelješac, a poca distancia de Dubrovnik. Para el postre, el rozata, un flan de crema típico de Dubrovnik, es la forma perfecta de terminar una comida.

Dubrovnik es mucho más que una ciudad amurallada junto al mar. Es un lugar donde la historia cobra vida en cada rincón, donde el patrimonio cultural se mezcla con la belleza natural, creando una experiencia única para cualquier viajero. Desde sus imponentes murallas hasta sus pintorescas calles adoquinadas, desde sus festivales vibrantes hasta su rica gastronomía, Dubrovnik ofrece un sinfín de razones para ser descubierta.

Ya sea que estés interesado en la historia, en la naturaleza o simplemente en relajarte frente al mar, Dubrovnik tiene algo especial que ofrecer. Es un destino que invita a perderse entre sus siglos de historia y a encontrar la serenidad en sus paisajes espectaculares.

El Palacio de Invierno, un viaje por la historia imperial de San Petersburgo

Redacción (Madrid)

Ubicado en el corazón de San Petersburgo, a orillas del río Neva, el Palacio de Invierno es una de las joyas arquitectónicas más importantes de Rusia y un símbolo de la grandeza de los zares rusos. Este majestuoso edificio barroco no solo fue la residencia oficial de los emperadores rusos durante casi dos siglos, sino que hoy alberga uno de los museos más importantes del mundo: el Museo del Hermitage.

San Petersburgo, la ciudad fundada por Pedro el Grande en 1703, siempre fue un reflejo del deseo del zar de modernizar Rusia y acercarla a Europa. El Palacio de Invierno, construido entre 1754 y 1762 por el arquitecto italiano Bartolomeo Rastrelli, fue concebido como una muestra de poder y prestigio, con una arquitectura opulenta que se destaca por su ornamentación, su escala monumental y su impresionante ubicación a orillas del río.

El Palacio de Invierno es un ejemplo espléndido del estilo barroco tardío, que fue popular en la Europa del siglo XVIII. Con su fachada verde y blanca, adornada con columnas, estatuas y frontones, el palacio impresiona por su tamaño: tiene 1.786 puertas, 1.945 ventanas, 1.500 habitaciones y 117 escaleras. Esta magnificencia reflejaba el estatus de Rusia como uno de los imperios más poderosos de la época.

A lo largo de los años, el palacio fue testigo de muchos de los eventos más cruciales de la historia de Rusia. Catalina la Grande, una de las figuras más prominentes de la monarquía rusa, hizo del Palacio de Invierno su residencia oficial y, bajo su mandato, amplió enormemente la colección de arte que formaría la base del Museo del Hermitage. Además, el palacio fue el epicentro de la vida política y social de la Rusia imperial, con fastuosas recepciones, bailes y ceremonias de Estado que resaltaban la opulencia y el poder de la corte rusa.

Sin embargo, el Palacio de Invierno también fue escenario de momentos dramáticos. En 1917, durante la Revolución de Octubre, los bolcheviques tomaron el palacio en un ataque que marcó el fin de la dinastía Romanov y el comienzo de la era soviética. Este evento histórico dejó una huella imborrable en el palacio, y hoy en día es recordado como uno de los puntos culminantes de la historia moderna de Rusia.

Hoy, el Palacio de Invierno es parte integral del Museo del Hermitage, una de las colecciones de arte más grandes y prestigiosas del mundo. El Hermitage alberga más de tres millones de piezas de arte, que abarcan desde la antigüedad hasta el arte moderno. Las galerías del museo están llenas de tesoros de artistas como Leonardo da Vinci, Rembrandt, Miguel Ángel, Tiziano y Picasso, entre muchos otros.

Recorrer el museo es embarcarse en un viaje a través de siglos de historia del arte y la cultura. Las salas del Palacio de Invierno ofrecen una visión no solo de las obras de arte que albergan, sino también de la vida de la corte imperial rusa. Los apartamentos imperiales, restaurados con su mobiliario original, permiten imaginar el lujo y la riqueza con los que vivían los zares. Los Salones Dorados, por ejemplo, deslumbran con su decoración dorada y sus frescos, mientras que el Salón de Malaquita cautiva a los visitantes con su uso de la piedra semipreciosa verde, que cubre las columnas y las chimeneas.

Una de las salas más famosas del museo es el Salón del Trono, donde los zares celebraban las ceremonias más importantes del imperio. Con su cúpula de 22 metros de altura y sus columnas corintias, este salón es una verdadera obra maestra de la arquitectura imperial rusa.

El Palacio de Invierno no solo domina el paisaje del río Neva, sino que también define uno de los espacios públicos más importantes de San Petersburgo: la Plaza del Palacio. Esta enorme plaza, diseñada por el arquitecto Carlo Rossi, es el centro de la vida pública de la ciudad. Al otro lado de la plaza se encuentra el Edificio del Estado Mayor, con su famoso arco de triunfo, que conmemora la victoria rusa sobre Napoleón en 1812.

La Columna de Alejandro, que se alza en el centro de la plaza, es otro monumento destacado. Esta gigantesca columna de granito, de 47 metros de altura, fue erigida en honor al zar Alejandro I y su victoria sobre las tropas francesas en la Guerra Patria de 1812. Desde la Plaza del Palacio se pueden admirar las vistas más impresionantes del Palacio de Invierno, con el río Neva en un lado y la plaza en el otro, haciendo de este lugar uno de los más fotografiados y visitados de San Petersburgo.

Para cualquier visitante de San Petersburgo, el Palacio de Invierno es una visita obligada. No solo ofrece una visión fascinante de la historia imperial rusa, sino que también permite admirar una de las colecciones de arte más ricas del mundo. Caminar por sus salones y galerías es un viaje que conecta el pasado grandioso de Rusia con su presente vibrante y cosmopolita.

La ciudad de San Petersburgo, con su elegante mezcla de arquitectura europea y rusa, es un escenario perfecto para el Palacio de Invierno. Fundada como la «ventana de Rusia a Europa», esta ciudad ha sido un punto de encuentro de culturas y estilos, y el palacio es un reflejo de ese espíritu cosmopolita. Cada rincón del palacio respira historia, y cada obra de arte que alberga es un testimonio de la riqueza cultural que los zares acumularon para consolidar su poder.

El Palacio de Invierno en San Petersburgo es mucho más que una antigua residencia imperial. Es un testimonio vivo de la historia de Rusia, un museo de arte inigualable y un símbolo del poder y la grandeza que definieron el Imperio ruso. Desde sus impresionantes salones hasta su extraordinaria colección de arte en el Hermitage, el palacio sigue cautivando a los visitantes que vienen de todas partes del mundo para sumergirse en su esplendor y descubrir los secretos de la historia que guarda entre sus muros.

Para quienes visitan San Petersburgo, el Palacio de Invierno no solo ofrece un vistazo al pasado imperial de Rusia, sino también una oportunidad única de experimentar la cultura y el arte en un entorno que combina la magnificencia arquitectónica con el esplendor artístico. Sin duda, es uno de los destinos más emblemáticos de Europa y una parada imprescindible para cualquier amante de la historia y el arte.

Salzburgo, Austria, una ciudad de música, historia barroca y naturaleza alpina, donde la cultura y el paisaje se fusionan

Redacción (Madrid)

Ubicada a orillas del río Salzach y rodeada por los majestuosos Alpes, Salzburgo, Austria, es una ciudad de cuento de hadas que combina una rica herencia cultural con paisajes naturales impresionantes. Conocida mundialmente como la cuna de Wolfgang Amadeus Mozart, esta joya austriaca ofrece una experiencia única que va más allá de la música clásica. Sus calles adoquinadas, palacios barrocos, iglesias y fortalezas imponentes evocan el esplendor del pasado, mientras su vibrante escena artística y gastronómica le añaden un aire moderno y cosmopolita. Salzburgo es un destino que encarna tanto la historia como el arte y la naturaleza, creando una fusión perfecta para los viajeros.

El Altstadt, o casco antiguo de Salzburgo, es un lugar de ensueño declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Este laberinto de calles estrechas, plazas pintorescas y arquitectura barroca es una invitación a retroceder en el tiempo. La Catedral de Salzburgo, una impresionante obra maestra del siglo XVII, es uno de los puntos más importantes del casco histórico. Con sus majestuosas torres y su fachada de mármol blanco, la catedral es una joya que representa el poder y la riqueza de los arzobispos que gobernaron la ciudad.

Cerca de la catedral se encuentra la famosa Getreidegasse, una encantadora calle comercial que alberga tiendas elegantes, cafeterías y la casa natal de Mozart, hoy convertida en un museo que rinde homenaje a la vida y obra del célebre compositor. Los visitantes pueden recorrer las habitaciones donde nació y pasó sus primeros años, explorando partituras originales, instrumentos y objetos personales.

Sobre una colina que domina la ciudad, se encuentra la imponente Fortaleza de Hohensalzburg, una de las fortalezas mejor conservadas de Europa y uno de los monumentos más visitados de Austria. Construida en el siglo XI, esta estructura militar sirvió como defensa y símbolo de poder de los príncipes-arzobispos de Salzburgo. Hoy en día, los visitantes pueden subir a la fortaleza en un funicular o caminar por el sendero empinado para disfrutar de impresionantes vistas panorámicas de la ciudad y los Alpes circundantes.

Dentro de la fortaleza, los turistas pueden explorar las cámaras reales, las mazmorras y los museos que exhiben la historia de Salzburgo. Los conciertos de música clásica que se celebran en la fortaleza brindan la oportunidad de escuchar las composiciones de Mozart en un entorno verdaderamente único, donde la historia y la música se entrelazan de manera inolvidable.

Otro punto imperdible de la ciudad es el Palacio de Mirabell y sus exquisitos jardines. Este palacio, construido en 1606 por el príncipe-arzobispo Wolf Dietrich, es una obra maestra del barroco, rodeada por jardines simétricos decorados con fuentes, estatuas y coloridos parterres de flores. Los jardines de Mirabell no solo son conocidos por su belleza, sino también por ser uno de los lugares donde se filmaron escenas icónicas de la película «The Sound of Music», lo que los convierte en un sitio popular para los fanáticos del cine.

El Palacio de Mirabell también alberga la famosa Escalera de los Ángeles, un tesoro arquitectónico adornado con esculturas barrocas, y la Sala de Mármol, donde se celebran conciertos de música clásica de renombre mundial. La combinación de arte, música y naturaleza en este espacio es un reflejo del alma artística de Salzburgo.

Salzburgo no solo es conocida como la ciudad natal de Mozart, sino que también es la sede de uno de los festivales de música clásica más prestigiosos del mundo: el Festival de Salzburgo. Cada verano, la ciudad se transforma en un escenario gigante que acoge a los mejores músicos, cantantes y actores de todo el mundo. Los conciertos, óperas y obras de teatro se celebran en diversos espacios históricos, como el Gran Teatro de Salzburgo y la Casa de los Festivales.

Además, Salzburgo alberga el Mozartwoche, una semana de eventos musicales dedicada exclusivamente a la obra de Mozart, donde orquestas y solistas internacionales interpretan sus composiciones más importantes. Este ambiente musical constante convierte a Salzburgo en un destino de ensueño para los amantes de la música.

Uno de los grandes atractivos de Salzburgo es su proximidad a los Alpes, que ofrece una conexión inigualable entre la ciudad y la naturaleza. A solo unos minutos en coche, los visitantes pueden disfrutar de espectaculares paisajes alpinos, con oportunidades para practicar senderismo, esquí y otros deportes al aire libre. La región de Salzkammergut, con sus lagos cristalinos y montañas verdes, es uno de los destinos favoritos para los excursionistas y amantes de la naturaleza.

En invierno, las estaciones de esquí cercanas, como Saalbach-Hinterglemm y Obertauern, se llenan de esquiadores y snowboarders que buscan las mejores pistas de nieve. En verano, los lagos alpinos, como el Wolfgangsee y el Mondsee, son perfectos para nadar, navegar o simplemente relajarse en sus tranquilas orillas.

Salzburgo también es conocida por su rica gastronomía, que mezcla sabores alpinos tradicionales con influencias europeas. Uno de los platos más emblemáticos de la región es el Wiener Schnitzel, una crujiente carne de ternera empanada, generalmente acompañada de papas y ensalada. Además, los visitantes no pueden dejar de probar los Nockerln de Salzburgo, un postre ligero y esponjoso que se hornea y se sirve con azúcar glas, símbolo culinario de la ciudad.

Los cafés tradicionales de Salzburgo, como el famoso Café Tomaselli, invitan a los viajeros a disfrutar de una taza de café junto con una porción de tarta de manzana o el popular pastel Mozartkugel, una delicia de chocolate rellena de mazapán que lleva el nombre del famoso compositor. Estos cafés, con su ambiente nostálgico, son perfectos para relajarse después de un día explorando la ciudad.

Salzburgo es una ciudad que invita a los visitantes a descubrir su rica historia, deleitarse con su música y perderse en la belleza de sus paisajes naturales. Desde los tesoros barrocos de su casco antiguo hasta la serenidad de sus jardines y la majestuosidad de los Alpes, Salzburgo ofrece una experiencia completa y diversa. Ya sea para los amantes de la música clásica, los aficionados a la historia o los aventureros que buscan la naturaleza alpina, esta ciudad austriaca se alza como un destino inolvidable, donde la tradición y la modernidad se entrelazan en perfecta armonía.

La XVII edición del Día Internacional de l’Alfàs congrega a más de 3.000 personas en una celebración de la multiculturalidad

Redacción (Madrid)

La celebración del décimo séptimo Día Internacional de l’Alfàs del Pi reunió ayer en la explanada de la Casa de Cultura a más de 3.000 personas. Este evento contó con la participación de 70 asociaciones y colectivos de diferentes nacionalidades, sumándose este año como nuevos países Brasil, Guinea Ecuatorial, Tailandia y El Salvador.

El alcalde de l’Alfàs del Pi, Vicente Arques, la concejala de Residentes Internacionales, Martine Mertens, y el edil de Relación con Asociaciones y Clubs de Residentes, Patrick de Meirsman, presidieron el acto de inauguración, en el que también participaron concejalas y concejales de todos los grupos políticos con representación municipal, junto a miembros de diferentes consulados e instituciones.

En concreto, hasta l’Alfàs se desplazaron Nadia Krasteva, cónsul general de la República de Bulgaria; Iliyan Iliev, cónsul de Bulgaria; Gloria Claritza Guevara, cónsul de la República Dominicana; Niurka Pérez, consejera de Turismo de Cuba; Erik de Haan, cónsul honorario de los Países Bajos; Domingo Gómez, cónsul honorario de Ecuador; Tomás Carro y Ramón José Borja, de las Oficinas de Extranjería de Alicante y Altea, a quienes el Ayuntamiento de l’Alfàs del Pi quiso agradecer la gran colaboración que prestan a la Oficina Pangea.

El Día Internacional de l’Alfàs es una iniciativa de carácter festivo y cultural pionera en la Marina Baixa que pone en marcha en 2007 el consistorio alfasino, en colaboración con las asociaciones y colectivos de residentes extranjeros, para conmemorar, según destacó el alcalde, Vicente Arques, “una de las grandes fortalezas del municipio: la multiculturalidad, ya que en l’Alfàs del Pi conviven en total armonía personas de casi un centenar de nacionalidades diferentes, siendo más del 50% de la población de origen extranjero”.

“Este evento es un reflejo de nuestro carácter cosmopolita, donde la convivencia de aproximadamente cien nacionalidades se convierte en un verdadero ejemplo a seguir. El Día Internacional de l’Alfàs nos brinda la oportunidad de conocer y celebrar las costumbres culturales, gastronómicas y folclóricas de casi un centenar de países”, añadió la concejala de Residentes Internacionales, Martine Mertens.

Alcalde de L’Alfàs y la Consejera de Turismo de Cuba

La jornada se inició con un pasacalle que salió desde el Espai Cultural Escoles Velles, en el que participaron las autoridades y representantes de los diferentes países, junto a colectivos venezolanos como ASIVEN o Calpiso. Hubo más de 40 actuaciones folclóricas de países como Bulgaria, Rumanía, Ecuador, Brasil, Reino Unido, India, Argentina, Uruguay, Bolivia, Venezuela…

Hasta 70 asociaciones y colectivos de diferentes países instalaron puestos informativos en los que dieron a conocer su cultura, sus tradiciones y su gastronomía, uno de los grandes atractivos de este evento, que reúne a residentes y visitantes de casi un centenar de nacionalidades.

El listado de países representados es largo… Venezuela, Colombia, Nepal, Rumanía, India, Ucrania, Paraguay, Francia, República Dominicana, Siria, Argelia, Marruecos, Noruega, Costa de Marfil, Reino Unido, Perú, Bulgaria, Bolivia, Ecuador, Argentina, Rumanía, Bulgaria, Uruguay, Nicaragua, Alemania, Cuba, Brasil, Moldavia, Colombia, Vietnam, México, Países Bajos, España….

Para los más pequeños, se ha habilitó una zona infantil que contó con hinchables para todas las edades, juegos tradicionales, maquillaje de fantasía y un photocall donde pudieron disfrazarse con trajes de los países participantes en el Día Internacional.

Una fiesta multitudinaria con stands de los diferentes países, degustaciones gastronómicas, actuaciones de música y baile y entretenimiento para los más pequeños de la casa. Un día para un mayor conocimiento de las diferentes culturas que cohabitan en l’Alfàs del Pi, con el que se pretende fomentar la convivencia y la integración de personas de distintas nacionalidades. De ahí que, en este día, el protagonismo sea de asociaciones y colectivos, que desde la primera edición han desempeñado un papel fundamental, compartiendo sus costumbres y raíces en un intercambio enriquecedor.

Reikiavik, Islandia, un destino de naturaleza, cultura y modernidad en la capital del norte, donde paisajes impresionantes y experiencias únicas se fusionan para cautivar a sus visitantes.

Redacción (Madrid)

Ubicada en el extremo noroeste de Europa, Reikiavik, la capital de Islandia, es una joya poco convencional en el mundo del turismo. Rodeada por majestuosos paisajes volcánicos, géiseres humeantes y aguas termales, Reikiavik es un destino que fusiona la modernidad urbana con la cercanía a la naturaleza salvaje de Islandia. Esta ciudad, la más septentrional del mundo, es la puerta de entrada a una tierra de contrastes, donde las noches de verano nunca terminan y las auroras boreales iluminan los cielos invernales. Con su escena cultural vibrante, arquitectura distintiva y espíritu acogedor, Reikiavik es un destino que combina belleza natural, historia y cultura contemporánea de manera única.

A pesar de ser una de las capitales más pequeñas de Europa, Reikiavik tiene una gran personalidad. La ciudad, que alberga a aproximadamente un tercio de la población islandesa, es un centro de creatividad y cultura moderna, destacada por su arquitectura innovadora y su arte urbano vibrante. Hallgrímskirkja, la iglesia luterana de estilo moderno que domina el horizonte de la ciudad, es uno de los edificios más reconocibles. Inspirada en las formas de las columnas de basalto que se encuentran en la naturaleza islandesa, la torre de la iglesia ofrece una vista panorámica de la ciudad y sus alrededores.

A pocos pasos de la iglesia se encuentra la Harpa, el centro de conciertos y conferencias de Reikiavik. Este edificio de vidrio con facetas geométricas brillantes refleja la luz cambiante del cielo y el mar, creando un espectáculo visual tanto de día como de noche. Harpa es un símbolo de la vida cultural moderna de la ciudad, con un calendario repleto de conciertos, exposiciones y eventos internacionales que atraen a artistas y visitantes de todo el mundo.

Reikiavik es una ciudad impregnada de historia y mitología. Su nombre, que significa «bahía humeante», se debe a las primeras impresiones de los colonos vikingos que llegaron a la isla en el siglo IX, observando los vapores que se alzaban de las aguas termales cercanas. El Museo Nacional de Islandia es el lugar perfecto para aprender sobre la historia y cultura islandesa, desde los primeros asentamientos vikingos hasta la moderna República de Islandia. El museo alberga artefactos fascinantes como espadas vikingas, tallas en madera y trajes tradicionales.

Otra parada obligatoria para los visitantes es el Museo de los Sagas, que cuenta la historia épica de los vikingos islandeses y las sagas que relatan sus aventuras. Estas sagas medievales, llenas de mitología y heroísmo, son una parte vital de la identidad nacional islandesa y han influido en la literatura y el cine modernos.

Además de sus museos, Reikiavik es conocida por su floreciente escena artística. Las galerías de arte contemporáneo, como la Galería Nacional de Islandia, exhiben tanto el arte local como internacional, reflejando el espíritu innovador de la ciudad. Durante el mes de octubre, Reikiavik acoge el Festival de la Luz del Invierno, donde las calles y edificios de la ciudad se iluminan con instalaciones artísticas y eventos culturales que celebran la creatividad en medio de la oscuridad invernal.

Una de las mayores atracciones de Reikiavik es su proximidad a algunos de los paisajes naturales más espectaculares del planeta. Desde la ciudad, los viajeros pueden emprender excursiones hacia la Laguna Azul, una de las aguas termales geotérmicas más famosas del mundo, donde pueden relajarse en las aguas ricas en minerales mientras disfrutan de un entorno volcánico único. Las aguas cálidas de la laguna, en contraste con el aire fresco del norte, proporcionan una experiencia revitalizante que es, sin duda, uno de los puntos culminantes de cualquier visita a Islandia.

Para los más aventureros, las excursiones a las auroras boreales son una experiencia inolvidable. De septiembre a abril, cuando las noches son más largas y oscuras, los cielos de Islandia se iluminan con estas luces naturales de colores verdes, púrpuras y rosas, creando un espectáculo que ha fascinado a los viajeros durante siglos. Las excursiones suelen partir desde Reikiavik hacia áreas más remotas, donde la contaminación lumínica es baja y las posibilidades de ver este fenómeno natural son mayores.

Otra de las maravillas cercanas a la ciudad es el Círculo Dorado, un circuito turístico que incluye tres de los destinos más impresionantes de Islandia: el Parque Nacional Thingvellir, donde se pueden ver las placas tectónicas de América del Norte y Eurasia separándose lentamente; la impresionante cascada Gullfoss, cuyas aguas caen en un cañón glacial; y el famoso géiser Strokkur, que entra en erupción cada pocos minutos, lanzando columnas de agua caliente al aire.

Reikiavik es también famosa por su animada vida nocturna y su escena gastronómica en auge. Aunque tradicionalmente conocida por platos a base de pescado, la cocina islandesa ha evolucionado en los últimos años, incorporando ingredientes frescos de origen local y técnicas culinarias modernas. Los restaurantes de la ciudad ofrecen desde experiencias de alta cocina hasta comidas callejeras más sencillas pero deliciosas. Un plato icónico es el salmón ahumado, que refleja la rica tradición pesquera de la isla, mientras que los más atrevidos pueden probar el hakarl, un plato tradicional de tiburón fermentado.

La vida nocturna en Reikiavik es otra sorpresa para los visitantes, con una escena de bares y discotecas que se activa especialmente durante los fines de semana. Los bares de la ciudad ofrecen desde cócteles de autor hasta cervezas locales, todo ello en un ambiente acogedor y amigable, donde tanto locales como turistas disfrutan de las largas noches del Ártico.

Reikiavik es una ciudad que ofrece algo único a cada tipo de viajero. Ya sea por su cercanía a maravillas naturales incomparables, su fascinante historia vikinga, su moderna vida cultural o la calidez de su gente, esta capital nórdica es un destino que combina lo mejor de la naturaleza salvaje con las comodidades de una ciudad moderna. Para quienes buscan una aventura diferente o una inmersión en la cultura del Ártico, Reikiavik es un destino que promete sorpresas y experiencias inolvidables en cada esquina.

La imponente Catedral de Santa María del Fiore, un icono de Florencia y del Renacimiento Italiano,

Redacción (Madrid)

La Catedral de Santa María del Fiore, también conocida como el Duomo de Florencia, es una de las obras arquitectónicas más emblemáticas de Italia y del mundo. Situada en el corazón de Florencia, este majestuoso edificio no solo es un símbolo de la ciudad, sino también un testimonio viviente de la innovación, el arte y la fe que definieron el Renacimiento. Su cúpula imponente, diseñada por Filippo Brunelleschi, se erige como una de las mayores proezas arquitectónicas de todos los tiempos, atrayendo a millones de visitantes de todo el mundo cada año.

La construcción de la Catedral de Santa María del Fiore comenzó en 1296, diseñada por Arnolfo di Cambio, con un estilo gótico predominante que destacaba por su grandeza y verticalidad. Se erigió sobre los restos de la antigua iglesia de Santa Reparata, cuya presencia en el mismo lugar había servido a la comunidad cristiana florentina durante siglos. La visión de los florentinos era construir una catedral que no solo fuera un lugar de culto, sino un símbolo del poder y la prosperidad de Florencia, que en ese momento competía con otras ciudades-estado italianas en términos de riqueza y arte.

El diseño inicial incluía una amplia nave con tres ábsides y una fachada que reflejaba la influencia gótica de la época, pero lo que faltaba era una cúpula que pudiera cubrir el enorme espacio central. La magnitud de este desafío arquitectónico quedó sin resolver durante más de un siglo, hasta que, en el siglo XV, se convocó un concurso para diseñar y construir una cúpula que estuviera a la altura del esplendor de la catedral.

En 1418, Filippo Brunelleschi presentó su audaz propuesta para construir la cúpula de la catedral, un diseño revolucionario que desafiaba las normas arquitectónicas de la época. Su cúpula, construida sin la necesidad de un soporte externo, se convirtió en una obra maestra de la ingeniería. Brunelleschi empleó técnicas innovadoras, como el uso de una doble cáscara: una cúpula interna más ligera y una externa que reforzaba la estructura. Esto no solo permitió levantar una cúpula de más de 45 metros de diámetro, sino que también logró una hazaña estética y técnica nunca antes vista.

La cúpula es visible desde casi cualquier punto de Florencia, destacándose en el horizonte como el corazón y el alma de la ciudad. Decorada con frescos del Juicio Final en su interior, obra de Giorgio Vasari y Federico Zuccari, la cúpula no solo impresiona por su exterior monumental, sino también por su belleza interior, cargada de simbolismo religioso.

Los visitantes pueden ascender los 463 escalones que llevan hasta la cima de la cúpula. La experiencia ofrece no solo la posibilidad de ver de cerca los frescos del Juicio Final, sino también de disfrutar de una vista panorámica inigualable de Florencia y de las colinas toscanas circundantes. Este recorrido se convierte en un viaje tanto físico como espiritual, donde el arte, la ingeniería y la devoción convergen en un solo espacio.

La fachada actual de la catedral, revestida en mármol de tres colores (blanco de Carrara, verde de Prato y rojo de Maremma), no es la original. De hecho, la catedral permaneció sin fachada terminada durante varios siglos, hasta que en el siglo XIX se decidió darle su aspecto definitivo. El arquitecto Emilio De Fabris diseñó la fachada neogótica que vemos hoy, completada en 1887, en armonía con el resto del edificio. Esta combinación de mármoles crea un efecto visual fascinante, destacando aún más la majestuosidad de la catedral.

Las esculturas y los detalles que decoran la fachada representan escenas bíblicas y figuras de santos, junto con personajes importantes de la historia de Florencia, como el propio Brunelleschi, quien aparece en una escultura mirando hacia su cúpula, una adición que conecta la arquitectura con la grandeza de su creador.

Junto a la catedral se encuentra el Campanile de Giotto, una esbelta torre campanario que también forma parte integral del conjunto monumental. Diseñado por el maestro Giotto, esta torre de 85 metros de altura es otra obra maestra del arte gótico. A pesar de ser una estructura independiente, su decoración con mármoles y sus detalles escultóricos están cuidadosamente integrados con el diseño de la catedral, creando una armonía visual en la plaza del Duomo.

Los visitantes también pueden ascender los 414 escalones del campanile para disfrutar de una vista distinta, pero igualmente impresionante, de Florencia. La torre permite una perspectiva más cercana de la cúpula y del conjunto arquitectónico que conforma el Duomo.

Frente a la catedral, el Baptisterio de San Juan completa el trío monumental de la Piazza del Duomo. Este edificio octogonal, uno de los más antiguos de Florencia, es famoso por sus impresionantes puertas de bronce dorado, conocidas como las «Puertas del Paraíso», obra del maestro Lorenzo Ghiberti. Estas puertas, que representan escenas del Antiguo Testamento, son consideradas una obra cumbre del arte renacentista y un símbolo del florecimiento cultural que vivió la ciudad.

El interior del baptisterio está adornado con mosaicos dorados que cubren la cúpula, representando escenas del Juicio Final, Cristo y varios episodios bíblicos. Estos mosaicos, que brillan con una luz dorada, crean un ambiente sagrado que ha impresionado a los fieles y visitantes durante siglos.

La Catedral de Santa María del Fiore no es solo el centro espiritual de Florencia, sino también una obra maestra de la arquitectura y el arte que simboliza el poder, la fe y la creatividad de una de las ciudades más importantes del Renacimiento. Cada piedra de la catedral, desde su monumental cúpula hasta su intricada fachada, cuenta una historia de innovación y devoción. Para cualquier visitante, explorar este edificio es adentrarse en el corazón de la historia florentina, y al mismo tiempo, experimentar una de las maravillas arquitectónicas más extraordinarias de la humanidad.

Florencia no sería la misma sin la majestuosidad de su catedral, un monumento que sigue deslumbrando a viajeros y locales por igual, y que continuará siendo un faro de inspiración artística y espiritual para las generaciones venideras.

El casco antiguo de Dubrovnik, un destino protegido por la UNESCO en la «perla del Adriático».

Redacción (Madrid)

El casco antiguo de Dubrovnik, conocido como uno de los mejor conservados de Europa, es una joya histórica que invita a los viajeros a sumergirse en siglos de historia y cultura. Rodeado por imponentes murallas medievales, este enclave croata, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, ofrece una experiencia única, donde cada piedra, callejuela y edificio cuenta una historia de resistencia, prosperidad y legado. Pasear por este laberinto de calles empedradas es retroceder en el tiempo, a una época en la que Dubrovnik era un importante centro de comercio y diplomacia en el Mediterráneo.

Uno de los principales atractivos del casco antiguo son sus murallas medievales, que se extienden a lo largo de casi dos kilómetros alrededor de la ciudad. Construidas entre los siglos XII y XVII, estas murallas sirvieron como la primera línea de defensa contra invasores, protegiendo la ciudad-estado de Dubrovnik durante siglos. Con torres, fuertes y bastiones, estas defensas no solo jugaron un papel crucial en la preservación de la independencia de Dubrovnik, sino que hoy en día ofrecen a los visitantes una experiencia inigualable.

Caminar por las murallas es una actividad obligada. A lo largo del recorrido, se disfrutan de vistas panorámicas del mar Adriático y del interior del casco antiguo. Desde allí, se pueden apreciar los techos de tejas rojas que caracterizan la ciudad, así como los imponentes monumentos que resaltan entre el paisaje urbano. Cada paso permite apreciar la majestuosidad de la arquitectura, mientras las olas del mar chocan suavemente contra los muros de piedra.

El Stradun, también conocido como Placa, es la calle principal del casco antiguo y el eje central de la vida en Dubrovnik. Esta amplia avenida de piedra pulida es el lugar perfecto para comenzar a explorar la ciudad, con sus tiendas, cafeterías y edificios históricos a ambos lados. Durante siglos, ha sido el punto de encuentro para los lugareños, y hoy, sigue siendo el centro de actividad tanto para residentes como para turistas. Al caminar por Stradun, uno puede imaginar cómo los mercaderes y viajeros de épocas pasadas transitaban por el mismo camino, mientras comerciaban en este importante puerto del Adriático.

Un punto de interés esencial en el casco antiguo es el Palacio del Rector, una obra maestra de la arquitectura gótica-renacentista que fue el corazón del poder en la antigua República de Ragusa, como se conocía a Dubrovnik en tiempos medievales. Este palacio fue la residencia del rector, el máximo gobernante de la ciudad-estado, durante su mandato de un mes. Hoy, el edificio ha sido convertido en un museo que permite a los visitantes explorar la rica historia política y cultural de Dubrovnik.

El palacio es un reflejo del esplendor y la sofisticación de la ciudad en su apogeo, con sus elegantes arcos, patios y salones decorados. Las exposiciones del museo incluyen artefactos históricos, retratos de antiguos rectores y piezas que revelan el papel diplomático y comercial que Dubrovnik jugaba en el Mediterráneo.

El casco antiguo de Dubrovnik también está lleno de imponentes monumentos religiosos que muestran la importancia de la fe en la historia de la ciudad. La Catedral de la Asunción de la Virgen, con su diseño barroco, alberga una impresionante colección de arte sacro, incluyendo una famosa obra de Tiziano. Construida sobre las ruinas de una iglesia anterior, la catedral es un testimonio de la resistencia de la ciudad, que ha sabido reconstruirse después de terremotos y guerras.

Otro sitio significativo es la Iglesia de San Blas, dedicada al santo patrón de Dubrovnik. Esta iglesia barroca, con su fachada ornamentada y su estatua del santo sosteniendo un modelo de la ciudad, es un símbolo del orgullo y la identidad de los habitantes. Cada año, el 3 de febrero, se celebra la festividad de San Blas, un evento en el que los locales rinden homenaje a su protector con procesiones y ceremonias religiosas.

Cerca de la puerta principal del casco antiguo se encuentra el Monasterio Franciscano, un edificio que alberga una de las farmacias más antiguas de Europa, en funcionamiento continuo desde 1317. El monasterio es un refugio de paz en medio de la ciudad, con su bello claustro que invita a la reflexión y el descanso. La farmacia histórica es uno de los mayores atractivos del monasterio, y en su pequeño museo se pueden ver antiguos libros de medicina, herramientas y recetas utilizadas durante siglos.

Un ejemplo del ingenio arquitectónico de la antigua Dubrovnik es la Fuente de Onofrio, situada cerca de la entrada de la ciudad. Construida en el siglo XV como parte de un sistema de acueductos, la fuente proporcionaba agua potable a los ciudadanos de Dubrovnik. Hoy, es un lugar de encuentro para los turistas que comienzan su recorrido por la ciudad, y sigue siendo un símbolo del ingenio hidráulico de la época.

El casco antiguo de Dubrovnik no es solo un lugar para admirar su belleza arquitectónica, sino también un testimonio de la capacidad de una pequeña ciudad-estado para prosperar en un mundo lleno de desafíos. Sus murallas imponentes, sus calles llenas de historia y sus monumentos bien conservados hacen de este lugar una visita obligada para cualquier viajero que busque sumergirse en la historia medieval del Mediterráneo.

Dubrovnik no es solo una ciudad antigua; es un símbolo de resistencia, ingenio y belleza, un lugar donde el pasado cobra vida en cada esquina. Explorar su casco antiguo es una experiencia inolvidable, donde cada paso revela nuevas capas de su rica y fascinante historia.

La región de Puglia, Italia, el talón de la bota italiana, una joya escondida en las costas del mediterráneo

Redacción (Madrid)

Ubicada en el talón de la «bota» italiana, Puglia (o Apulia en español) es una de las regiones más fascinantes y auténticas del sur de Italia. A pesar de ser menos conocida que otras zonas turísticas del país como Toscana o la Costa Amalfitana, Puglia ofrece una rica combinación de historia, cultura, paisajes impresionantes y una gastronomía espectacular que la convierten en un destino imperdible. Con sus pueblos de piedra blanca, costas de aguas cristalinas y extensos olivares, esta región nos invita a explorar un lado más tradicional y genuino de Italia.

Uno de los aspectos más cautivadores de Puglia es su impresionante legado histórico. La región ha sido el hogar de griegos, romanos, bizantinos y normandos, lo que ha dejado una rica herencia cultural visible en cada rincón. Uno de los lugares más icónicos es Alberobello, un pueblo declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO gracias a sus trulli, casas tradicionales de piedra con techos cónicos que parecen sacadas de un cuento de hadas. Caminar por sus estrechas calles empedradas es como viajar en el tiempo, y las vistas desde las colinas cercanas ofrecen una panorámica única de estos edificios blancos que parecen fusionarse con el paisaje.

Otro punto arquitectónico de gran interés es Lecce, conocida como la «Florencia del Sur» por su impresionante arquitectura barroca. Su catedral, las iglesias y las plazas, todas esculpidas en la característica piedra caliza local, brillan con una luz dorada al atardecer. Pasear por Lecce es un festín para los amantes del arte y la historia, con cada esquina revelando detalles ornamentados y calles llenas de vida, cafés y artesanía local.

Puglia cuenta con más de 800 kilómetros de costa, lo que la convierte en un paraíso para los amantes del mar. Sus playas de aguas cristalinas y arena blanca son algunas de las más bellas de Italia, pero sin las aglomeraciones de otras costas más turísticas. La costa del Salento, que bordea el extremo sur de la región, está salpicada de pequeñas calas escondidas y acantilados que caen directamente al mar. Entre los lugares más destacados están Porto Selvaggio, un parque natural donde se combinan playas vírgenes con bosques de pinos, y Gallipoli, una ciudad costera donde las aguas turquesas del mar Jónico parecen fundirse con el cielo.

Otra joya natural de la región es el Gargano, una península montañosa que se adentra en el mar Adriático, conocida como el «espolón» de Italia. Este área ofrece una combinación única de montañas, bosques y playas, lo que lo convierte en un destino perfecto para los amantes del senderismo y el ecoturismo. El Bosque de Umbra, situado en el corazón del Parque Nacional del Gargano, es un extenso bosque de hayas y robles que contrasta con el paisaje mediterráneo circundante, ofreciendo un refugio fresco incluso en los días más calurosos del verano.

Ninguna visita a Puglia estaría completa sin sumergirse en su exquisita gastronomía, una de las más auténticas de Italia. Aquí, la cocina se basa en ingredientes simples, frescos y locales, siguiendo la tradición de la cucina povera, o «cocina pobre», que convierte productos humildes en verdaderas delicias. Uno de los platos más emblemáticos de la región es la orecchiette, una pasta en forma de pequeñas orejas, tradicionalmente servida con brócoli rabe y ajo. La calidad de los productos locales, desde el aceite de oliva virgen extra hasta los tomates maduros y las berenjenas, se refleja en cada bocado.

Los amantes del marisco también encontrarán su paraíso en Puglia, donde los pescados frescos, los mejillones y los pulpos son parte esencial de la dieta. En ciudades como Bari, la capital de la región, se puede disfrutar de platos de mariscos frescos en restaurantes frente al mar, o incluso comprar pescado directamente de los pescadores que llegan cada mañana al puerto. Además, Puglia es famosa por su pane di Altamura, un pan de sémola de trigo duro con una corteza crujiente y un interior suave, considerado uno de los mejores panes de Italia.

El vino es otra de las joyas de Puglia. La región produce una gran cantidad de vinos tintos robustos, entre los que destacan el Primitivo di Manduria y el Negroamaro, perfectos para acompañar los sabrosos platos locales. Visitar una de las muchas bodegas de la región es una experiencia que permite no solo degustar estos vinos, sino también conocer de cerca el proceso tradicional de su elaboración.

Puglia es una región profundamente conectada con sus tradiciones, muchas de las cuales se mantienen vivas en las celebraciones y festivales locales. Uno de los más espectaculares es la Festa di San Nicola en Bari, donde cada mayo, la ciudad celebra a su santo patrón con procesiones, música y fuegos artificiales que iluminan el puerto. Otro evento tradicional es la Notte della Taranta, un festival de música y danza folclórica que tiene lugar cada verano en la región del Salento. Aquí, la pizzica, una danza frenética acompañada de tambores y panderetas, revive la antigua tradición de la tarantela, y tanto locales como visitantes se sumergen en el ritmo vibrante de esta celebración.

Puglia es una región que lo tiene todo: historia, cultura, paisajes naturales deslumbrantes, playas de ensueño y una gastronomía para saborear con calma. Este rincón del sur de Italia, aún relativamente desconocido por el turismo de masas, ofrece una experiencia auténtica y rica en cada aspecto. Desde los trulli de Alberobello hasta las aguas cristalinas de sus costas, Puglia nos invita a descubrir la esencia de Italia, una tierra donde la belleza simple y la tradición se encuentran en perfecta armonía.

MGM Muthu Hotels y Bienvenidos Travel nos reciben con las propuestas Muthu para Jardines del Rey. Calidad y diseño

Redacción (Tamara Cotero)

Arrancamos nuestro #Famtrip en Jardines del Rey, Cayo Guillermo, organizado por MGM Muthu y Bienvenidos Travel, está siendo una experiencia inolvidable, repleta de lujo, belleza natural y momentos inolvidables. Como periodistas especializados en turismo, hemos tenido la oportunidad de conocer muchos destinos, pero Cayo Guillermo, en el corazón del archipiélago cubano, nos ha sorprendido con su ambiente tropical y la serenidad de sus playas de arena blanca y aguas cristalinas. Aquí, el contacto con la naturaleza virgen es inigualable, y cada rincón está lleno de vida marina, manglares y una barrera de coral que hace del buceo y el esnórquel actividades imprescindibles.

Nuestro primer destino fue el Gran Muthu Imperial, un resort diseñado exclusivamente para adultos. Nos quedamos impresionados por su arquitectura moderna, que combina a la perfección con el entorno tropical. Desde nuestras habitaciones con vistas al mar, pudimos contemplar los amaneceres caribeños, mientras que las piscinas infinitas y los exuberantes jardines nos invitaban a relajarnos tras un día explorando. Este hotel nos brindó una estancia de lujo, con habitaciones amplias, decoradas con elegancia, y todos los servicios necesarios para garantizar una experiencia de primer nivel. Después de pasar el día en Playa Pilar, famosa por su belleza, regresar al hotel para disfrutar de una cena en uno de sus restaurantes internacionales fue la manera perfecta de terminar nuestras jornadas.

Uno de los aspectos que más disfrutamos es la oferta culinaria del Gran Muthu Imperial. Entre los diferentes restaurantes, cada comida es un viaje gastronómico: desde platos cubanos llenos de sabor hasta delicias mediterráneas o asiáticas, todo preparado con ingredientes frescos y locales. Además, los bares del resort nos permitieron disfrutar de cócteles tropicales junto a la piscina, lo que añadía un toque perfecto a cada tarde.

Luego, tuvimos la oportunidad de visitar el Gran Muthu Rainbow, un resort verdaderamente especial, no solo por su lujo y su entorno de ensueño, sino por su enfoque inclusivo. Nos emocionó ser parte de una comunidad diversa que celebra la libertad y el respeto mutuo, donde cada detalle está pensado para ofrecer una experiencia alegre y libre de prejuicios. Las instalaciones son tan impresionantes como acogedoras: habitaciones modernas, piscinas espectaculares y un acceso privilegiado a playas de arena blanca. Además, el entretenimiento nocturno, orientado a la comunidad LGBTQ+, nos brindó momentos divertidos y únicos que hicieron de nuestra estancia en el Gran Muthu Rainbow una de las más memorables.

Finalmente, exploramos el Grand Muthu Cayo Guillermo, otro refugio de lujo rodeado de manglares y una rica biodiversidad marina. Desde el hotel, pudimos realizar diversas actividades al aire libre, como el esnórquel y la pesca, que nos permitieron conectar aún más con la naturaleza de esta maravillosa región. Su enfoque en el ecoturismo y la conservación lo convierte en un destino perfecto para aquellos que, como nosotros, buscan disfrutar del lujo sin dejar de respetar el entorno natural.

Queremos agradecer a MGM Muthu y Bienvenidos Travel por organizar este increíble #Famtrip, que no solo nos está permitiendo experimentar lo mejor del lujo cubano en Cayo Guillermo, sino que también nos sumerge en un ambiente donde el respeto por la naturaleza y la inclusión son valores fundamentales. Recomendamos encarecidamente estos resorts a quienes deseen disfrutar de una escapada inolvidable en un paraíso tropical, sin importar si buscan aventura, relajación o una experiencia única dentro de la comunidad LGBTQ+. Sin duda, Cayo Guillermo es un destino al que volveremos, pero debemos dejarlo atrás para continuar conociendo lo mejor de Cuba en este inolvidable #Famtrip.

Descubriendo la magia de Bretaña, Francia, tierra de leyendas, historia y paisajes salvajes

Redacción (Madrid)

Bretaña (Bretagne, en francés), situada en el noroeste de Francia, es una de las regiones más cautivadoras del país, un lugar donde la historia, las leyendas y la naturaleza se fusionan para crear un destino único. Esta península atlántica es conocida por sus impresionantes paisajes costeros, sus pueblos medievales llenos de encanto y su fuerte identidad cultural, marcada por sus raíces celtas y sus tradiciones marineras. A lo largo de los siglos, Bretaña ha mantenido su autenticidad, y hoy en día ofrece una experiencia inigualable para aquellos que buscan explorar Francia más allá de las rutas turísticas convencionales. En este ensayo, vamos a descubrir lo que hace de Bretaña un destino imprescindible, centrándonos en sus paisajes naturales, su rica herencia cultural y sus delicias gastronómicas.

Uno de los principales atractivos de Bretaña es su espectacular costa, que se extiende a lo largo de más de 2,700 kilómetros. Esta región es famosa por sus acantilados abruptos, sus playas doradas y sus pintorescos puertos pesqueros. Entre los lugares más destacados se encuentra la Costa de Granito Rosa (Côte de Granit Rose), situada en el norte de la región. Aquí, las rocas erosionadas por el viento y el mar han adquirido formas caprichosas y tonalidades rosadas que crean un paisaje surrealista. Los senderos costeros, como el famoso GR34, ofrecen a los excursionistas vistas panorámicas del Atlántico y la oportunidad de explorar calas escondidas y faros solitarios.

Otro punto imprescindible es Pointe du Raz, el extremo occidental de la región, donde los acantilados se alzan dramáticamente sobre el mar embravecido. Esta zona salvaje y ventosa es el escenario perfecto para apreciar la inmensidad del océano y la fuerza de la naturaleza. Las islas que rodean Bretaña, como Belle-Île-en-Mer, Île de Bréhat y Ouessant, también son destinos paradisíacos para los amantes de la tranquilidad y los paisajes vírgenes.

Bretaña tiene una identidad cultural única dentro de Francia, influenciada por su pasado celta y su autonomía histórica. Esta región ha preservado muchas de sus tradiciones, como su música, su lengua (el bretón) y sus festivales locales. Los visitantes pueden sumergirse en la cultura bretona asistiendo a un fest-noz, una fiesta tradicional donde se bailan danzas folclóricas al ritmo de instrumentos como la gaita bretona y el bombardino. Estas festividades suelen estar acompañadas de comida local y son una excelente oportunidad para conocer a los habitantes y su fuerte sentido de comunidad.

La arquitectura de Bretaña también refleja su historia singular. Las ciudades medievales, como Dinan y Vitré, están llenas de calles adoquinadas, casas de entramado de madera y castillos que nos transportan a tiempos pasados. En Saint-Malo, una ciudad amurallada que fue hogar de corsarios, los visitantes pueden caminar por las murallas históricas y disfrutar de impresionantes vistas al mar. Este puerto también es conocido por sus historias de piratas y su fuerte conexión con el mar.

Bretaña también es tierra de leyendas. Es el hogar de la mítica forêt de Brocéliande, que según la tradición celta fue el escenario de las leyendas del Rey Arturo y del mago Merlín. Los viajeros pueden explorar esta mística zona, donde las historias antiguas cobran vida en forma de monumentos megalíticos, lagos encantados y árboles milenarios.

La cocina bretona es famosa por sus sabores frescos y su conexión con el mar. Como región costera, los productos del mar juegan un papel clave en la gastronomía local, desde ostras y mejillones hasta pescados frescos y mariscos. Las ostras de Cancale son reconocidas a nivel mundial por su calidad y son una delicia que no puede faltar en la mesa de cualquier viajero que visite la región.

Sin embargo, uno de los símbolos más queridos de la gastronomía bretona es la galette, una crêpe salada hecha con harina de trigo sarraceno, que generalmente se rellena con ingredientes como jamón, queso, huevo o mariscos. Las crêpes dulces también son muy populares y se sirven con mantequilla salada, caramelo o frutas frescas. En casi cualquier pueblo o ciudad de Bretaña, se pueden encontrar acogedoras crêperies donde disfrutar de estos platos típicos.

Otro elemento destacado de la cocina bretona es la sidra, una bebida fermentada a partir de manzanas que es el acompañamiento tradicional de las galettes. La sidra bretona, a menudo servida en cuencos de cerámica, es suave y afrutada, perfecta para acompañar una comida local.

Bretaña es un destino que ha sabido mantener un equilibrio entre la actividad turística y la conservación de su entorno natural. Gracias a la conciencia ambiental de la región, gran parte de sus paisajes más bellos están protegidos por parques naturales y áreas de conservación. Los viajeros que visitan Bretaña son alentados a respetar el medio ambiente, seguir las rutas señalizadas y participar en actividades de bajo impacto, como el senderismo, el ciclismo y el kayak. Esta filosofía de turismo sostenible ha permitido que Bretaña siga siendo un destino auténtico, donde la naturaleza se conserva en su estado más puro.

Bretaña es un destino que enamora con su rica mezcla de paisajes salvajes, tradiciones antiguas y una cultura viva que se mantiene orgullosamente celta. Desde los acantilados dramáticos y las playas doradas hasta los encantadores pueblos medievales y las leyendas que parecen emerger de cada rincón, esta región ofrece una experiencia auténtica para quienes buscan sumergirse en la historia, la naturaleza y la cultura local. Con su hospitalidad genuina y su enfoque en la conservación, Bretaña sigue siendo un tesoro poco explotado de Francia, un lugar donde cada visitante puede descubrir algo único y sorprendente.