Redacción (Madrid)
En el norte de España, en la región de Cantabria, yace un tesoro histórico que transporta a los visitantes a épocas pasadas: Santillana del Mar. Este encantador pueblo medieval es un testimonio viviente de la rica herencia cultural de la península ibérica.
Al caminar por las empedradas calles de Santillana, uno se sumerge en un ambiente auténticamente medieval. Las casas de piedra con balcones de hierro forjado y tejados de teja roja crean una imagen que parece salida de un cuento de hadas. Cada esquina revela detalles arquitectónicos que cuentan la historia de siglos pasados.
El centro neurálgico del pueblo es la Plaza Mayor, un lugar que respira historia. Rodeada por edificios bien conservados, la plaza es un espacio donde el tiempo parece haberse detenido. La Colegiata de Santa Juliana, una joya románica del siglo XII, domina la plaza con su imponente presencia. Su interior alberga tesoros artísticos y espirituales que cuentan la historia religiosa de la región.
Los museos de Santillana también son un deleite cultural. El Museo Diocesano Regina Coeli exhibe una impresionante colección de arte sacro, mientras que el Museo de la Inquisición proporciona una visión intrigante de un pasado controvertido. Estos lugares ofrecen una conexión tangible con la historia y la evolución de la comunidad.
Además de su riqueza histórica, Santillana es conocida por su hospitalidad y gastronomía local. Las tabernas y restaurantes ofrecen delicias culinarias tradicionales, desde platos de mariscos frescos hasta sabrosos guisos regionales. Un paseo por las callejuelas empedradas seguido de una cena en un acogedor restaurante es una experiencia que satisface tanto el apetito como el alma.
A pesar de su tamaño modesto, Santillana del Mar es un destino turístico que cautiva con su autenticidad y encanto medieval. Este pueblo bien conservado es más que un museo al aire libre; es un lugar donde el pasado cobra vida, permitiendo a los visitantes sumergirse en la rica historia y cultura de Cantabria. En Santillana, el tiempo se vuelve relativo, ofreciendo un escape encantador a aquellos que buscan descubrir la esencia intemporal de España.