Turismo de Guerra, un viaje a la historia y la memoria

Redacción (Madrid)

El turismo de guerra es una forma de turismo que ha ganado relevancia en las últimas décadas. Se basa en la visita a lugares históricos relacionados con conflictos bélicos, desde campos de batalla y museos militares hasta antiguas trincheras y memoriales. Más allá de la simple curiosidad, este tipo de turismo permite a los viajeros comprender los horrores de la guerra, reflexionar sobre el pasado y rendir homenaje a quienes vivieron sus consecuencias.

Desde las playas de Normandía hasta los túneles de la Guerra de Vietnam, los destinos de turismo de guerra nos invitan a explorar la historia desde una perspectiva diferente: no solo como espectadores, sino como testigos del legado de los conflictos que marcaron el mundo.

Aunque pueda parecer un fenómeno reciente, el turismo de guerra tiene raíces antiguas. Ya en el siglo XIX, después de la batalla de Waterloo (1815), viajeros europeos visitaban el campo de batalla para ver los restos del enfrentamiento entre Napoleón y la coalición aliada. De igual manera, en la Guerra Civil de Estados Unidos (1861-1865), ciudadanos acudían a los frentes de combate como espectadores de los enfrentamientos.

Sin embargo, el turismo de guerra moderno se consolidó después de la Primera y Segunda Guerra Mundial, cuando se construyeron memoriales y cementerios para honrar a los caídos. Lugares como Verdún (Francia) o Auschwitz (Polonia) se convirtieron en puntos clave de memoria histórica y reflexión.

El turismo de guerra abarca una gran variedad de destinos en todo el mundo, cada uno con su propia historia y significado. Algunos de los más destacados son:

Normandía (Francia): Las playas donde tuvo lugar el Desembarco del Día D en 1944 son un destino esencial para quienes desean conocer la historia de la Segunda Guerra Mundial. Cementerios, búnkeres y museos ofrecen una visión profunda de la batalla que cambió el curso de la guerra.

Auschwitz (Polonia): El antiguo campo de concentración nazi es hoy un sitio de memoria que recuerda a los millones de víctimas del Holocausto. Su impacto emocional hace que sea una de las visitas más sobrecogedoras del turismo de guerra.

Berlín (Alemania): La capital alemana cuenta con numerosos puntos de interés relacionados con la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, como el Muro de Berlín, el Museo del Holocausto o el búnker de Hitler.

  • Hiroshima y Nagasaki (Japón): Las ciudades devastadas por las bombas atómicas en 1945 son ahora símbolos de paz. El Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima y el Museo de la Bomba Atómica en Nagasaki invitan a la reflexión sobre los efectos de la guerra nuclear.
  • Los túneles de Cu Chi (Vietnam): Utilizados por la guerrilla del Viet Cong durante la Guerra de Vietnam, estos túneles muestran las condiciones de combate y las estrategias utilizadas contra las tropas estadounidenses.
  • Pearl Harbor (Hawái, EE.UU.): El ataque japonés de 1941 que llevó a Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial es recordado en el Museo y Memorial del USS Arizona.
  • Cartagena de Indias (Colombia): Aunque no es un destino bélico moderno, esta ciudad fortificada es un ejemplo de las guerras coloniales entre España e Inglaterra en el Caribe.

El turismo de guerra no está exento de polémica. Si bien muchos lo consideran una forma de aprendizaje y homenaje, otros lo critican por el riesgo de convertir el sufrimiento en un simple espectáculo turístico. La comercialización excesiva de algunos sitios históricos puede trivializar los eventos que ocurrieron en ellos.

Por esta razón, es fundamental que el turismo de guerra se enfoque desde el respeto y la educación, promoviendo la memoria histórica sin caer en el morbo o la glorificación del conflicto. Iniciativas como recorridos guiados por historiadores o la restauración de sitios para su preservación ayudan a que este tipo de turismo tenga un impacto positivo.

El turismo de guerra tiene una doble función: por un lado, contribuye a la economía de muchas regiones al atraer visitantes; por otro, permite educar a nuevas generaciones sobre los errores del pasado para evitar que se repitan.

Además, este tipo de turismo tiene un componente emocional profundo. No es lo mismo leer sobre la Segunda Guerra Mundial en un libro que caminar por las playas de Normandía o recorrer los campos de concentración. La experiencia directa crea una conexión más fuerte con la historia y fomenta la empatía.

El turismo de guerra es una oportunidad única para explorar la historia de manera tangible y reflexionar sobre las consecuencias de los conflictos armados. Ya sea visitando un campo de batalla, un museo o un memorial, estos lugares nos invitan a recordar, a aprender y a rendir homenaje a quienes vivieron los horrores de la guerra.

Viajar a estos destinos no es solo una experiencia turística, sino también un acto de memoria colectiva. En un mundo donde la paz sigue siendo un desafío, conocer el pasado es una de las mejores formas de construir un futuro más consciente y humanitario.

El turismo activo y salir de nuestra zona de confort

Tamara Cotero

Hoy en Lugares y Más nos adentramos en el turismo activo, está ganando muchos adeptos y es que con las restricciones es una buena manera de aprovechar nuestras vacaciones al máximo, da igual si somos más de playa o preferimos el turismo de interior, la principal ventaja de esta modalidad de viaje es que ofrece la oportunidad de descubrir un lugar de una forma diferente mientras se practica una actividad. El turista deja de ser un mero observador para formar parte del entorno y mezclarse en él a través del deporte. Destinos como Málaga ha reforzado su inversión en este tipo de turismo con la apertura de una nueva vía ferrata para completar la amplia oferta que de por sí, tiene este destino.

Y es que podemos hacer de nuestras vacaciones una experiencia única, desde rutas a caballo, rafting, buceo, canoa, barranquismo, trekking, surf, BTT, quads, 4×4, escalada, espeleología, vuelos en globo, parapente, circuitos de tirolinas, de orientación, de tiro con arco, etc….teniendo en cuenta que nos ofrece la posibilidad de disfrutar de estas experiencias siempre personalizando el nivel de dificultad. Toca exprimir las vacaciones al máximo, elige destino, actividades que siempre quisiste realizar y nunca encontraste el momento. Nos salimos de nuestra rutina y experimentamos un poco de adrenalina controlada, es nuestra oportunidad de realizar estas actividades que nos permiten disfrutar al máximo de ellas y nos regalan momentos inolvidables para el baúl de nuestra memoria.

Nos vamos de viaje a los picos más altos de España

Redacción

Es una de la preguntas que nos hacemos cuando queremos hacer turismo de Montaña: ¿Cuáles son los picos más altos de España? Los sistemas montañosos del país son abundantes y, atención, ocupan casi la mitad del territorio nacional.
Empezamos por los Pirineos (en el nordeste) y los Sistemas Béticos (en el sureste) son las cordilleras montañosas más elevadas y se sitúan fuera de la Meseta Central. Después encontramos la cordillera Cantábrica en el norte, el Sistema Ibérico en el este, y Sierra Morena en el sur. Dentro de la Meseta Central está el Sistema Central y los Montes de Toledo. Destaca también el relieve insular de las Islas Canarias, que conforma un verdadero complejo montañoso de origen volcánico.

El Teide es el techo de España con 3718 metros de altitud, Lugares y Más


Pero… ¿Y las montañas más altas? Pues estás son los 4 picos más altos de España

  1. Teide – en Santa Cruz de Tenerife, en las Islas Canarias, es el techo de España con 3718 metros y un auténtico reclamo turístico para el archipiélago
  2. Mulhacén – en Sierra Nevada, en la Cordillera Penibética, es el coloso que representa a Granada en las alturas. Un espectacular pico con 3479 metros de altitud.
  3. Aneto – en los Pirineos, en la provincia de Huesca, forma parte del macizo de la Maladeta y, situado en el valle de Benasque. Su altura es de 3404 metros
  4. Veleta – es la cuarta cumbre más alta de España y segunda de su cordillera. Enclavado en la provincia de Granada tiene una altitud de 3398 metros.