Sumérgete en el pasado de unos de los pueblos más pintorescos de la Comunidad Valencia, el casco antiguo de Bocairent

Redacción (Madrid)

Bocairent es un pintoresco pueblo situado en la comarca de la Vall d’Albaida, en la provincia de Valencia, España. Con su rica historia, arquitectura singular y un entorno natural privilegiado, Bocairent se ha consolidado como uno de los destinos turísticos más fascinantes de la Comunidad Valenciana. Este pequeño municipio, enclavado en la sierra de Mariola, combina a la perfección un legado histórico impresionante, un entorno natural de ensueño y una cultura vibrante que cautiva a quienes lo visitan. En este ensayo, exploraremos las principales atracciones turísticas de Bocairent, desde su casco antiguo medieval hasta sus encantadores parajes naturales.

Bocairent destaca por su trazado urbano medieval, con calles estrechas y empinadas que parecen transportarte a otra época. El pueblo está lleno de rincones pintorescos, callejones adoquinados y plazas que ofrecen una vista auténtica de la vida en tiempos pasados. Uno de los elementos más llamativos es su casco antiguo, declarado conjunto histórico-artístico. Pasear por estas calles es como viajar en el tiempo, con casas construidas en piedra y puertas que conservan la esencia de épocas anteriores. La influencia árabe en su diseño, con calles laberínticas y empinadas, añade un toque exótico al lugar.

Una de las principales atracciones es la Plaza de Toros de Bocairent, considerada una de las más antiguas de la Comunidad Valenciana. Lo más curioso de esta plaza es que está excavada directamente en la roca, lo que la convierte en una obra arquitectónica única. Construida en 1843, sigue en uso y es un símbolo del pueblo, testigo de la tradición taurina y el valor cultural que conserva Bocairent.

Sin embargo, si hay un elemento que simboliza la riqueza histórica y cultural del pueblo, son las Covetes dels Moros. Estas cuevas, situadas en un acantilado sobre el río Clariano, son una serie de pequeñas cavidades excavadas en la roca que, durante siglos, han sido un misterio. Aunque no se conoce con certeza su origen ni su función exacta, se cree que fueron graneros o almacenes en tiempos medievales, posiblemente usados por los moriscos. Acceder a estas cuevas a través de pequeños pasadizos y escaleras ofrece una experiencia única, ya que se puede admirar la habilidad técnica necesaria para su construcción y, al mismo tiempo, disfrutar de vistas espectaculares del paisaje circundante.

Bocairent está situado en un entorno natural privilegiado, rodeado por el Parque Natural de la Sierra de Mariola, un lugar ideal para los amantes del senderismo, el ciclismo y otras actividades al aire libre. Este parque es conocido por su biodiversidad y por ser el hogar de diversas especies de plantas aromáticas y medicinales, lo que lo convierte en un atractivo no solo para los excursionistas, sino también para los aficionados a la botánica. Los paisajes de la sierra, con sus fuentes, barrancos y vegetación mediterránea, ofrecen rutas de senderismo que se adaptan a diferentes niveles de dificultad, lo que lo hace accesible tanto para familias como para excursionistas experimentados.

Una de las rutas más populares es la que lleva al Barranco de la Fos, un impresionante cañón natural que ofrece una experiencia de aventura y contacto directo con la naturaleza. Además de las rutas a pie, Bocairent también es ideal para los aficionados al ciclismo de montaña, quienes encontrarán en los alrededores senderos desafiantes y vistas panorámicas que recompensan el esfuerzo.

El entorno natural también invita al descanso y la relajación. Los visitantes pueden disfrutar de la paz y tranquilidad de la zona, alejados del ajetreo de las grandes ciudades. Bocairent se convierte así en un refugio perfecto para quienes buscan una escapada de fin de semana o unas vacaciones relajantes, rodeados de naturaleza y serenidad.

La cultura y las tradiciones juegan un papel fundamental en la vida de Bocairent. El pueblo celebra numerosas fiestas a lo largo del año, siendo las Fiestas de Moros y Cristianos una de las más importantes y esperadas. Estas festividades, que se celebran en honor a San Blas, son una manifestación del orgullo local y del sentido de comunidad. Durante los días de fiesta, las calles se llenan de desfiles, música, trajes tradicionales y recreaciones históricas que recuerdan las batallas entre moros y cristianos durante la Reconquista.

La Semana Santa de Bocairent también es digna de mención, pues combina tradición y devoción en una serie de procesiones y eventos religiosos que reflejan la profunda fe del pueblo. Además, las celebraciones de las Danzas de Bocairent, que tienen lugar en agosto, son una muestra más de la rica vida cultural del municipio, donde la música y el baile ocupan un lugar central.

Además de las festividades, la gastronomía de Bocairent es otro atractivo cultural que no puede pasarse por alto. Los platos típicos de la región, como la olleta o los embutidos caseros, son una muestra de la cocina tradicional valenciana, basada en productos locales y recetas transmitidas de generación en generación. Los restaurantes y bares del pueblo ofrecen a los visitantes la oportunidad de degustar estos sabores autóctonos, mientras disfrutan de la hospitalidad local.

A pesar de su tamaño relativamente pequeño, Bocairent ofrece una gran cantidad de experiencias y atractivos para los turistas. Su patrimonio histórico, su entorno natural y su rica vida cultural lo convierten en un destino turístico completo, donde se puede disfrutar de la historia, la aventura y la tranquilidad en un solo lugar.

Uno de los aspectos más destacables de Bocairent es su capacidad para sorprender al visitante. Desde sus calles medievales hasta sus maravillas naturales, el pueblo ofrece un recorrido diverso que combina el encanto de lo antiguo con la majestuosidad de su paisaje. Además, la cercanía de Bocairent con ciudades como Valencia y Alicante lo convierte en un destino accesible, ideal para una escapada de fin de semana.

Bocairent es un tesoro escondido en el corazón de la Comunidad Valenciana, un destino que invita a descubrir su historia, su naturaleza y su cultura en un ambiente de paz y autenticidad. Ya sea por sus monumentos históricos, como las Covetes dels Moros o la Plaza de Toros, o por su entorno natural en la Sierra de Mariola, este pequeño pueblo ofrece una experiencia turística única que lo convierte en una parada obligatoria para quienes buscan una mezcla de aventura, historia y tradición.

Torla, la puerta al parque nacional de Ordesa y Monte Perdido

Redacción (Madrid)

Situado en el corazón de los Pirineos aragoneses, el pequeño pueblo de Torla es una joya escondida que ofrece a sus visitantes una mezcla perfecta de belleza natural, patrimonio histórico y actividades al aire libre. Con una población de apenas unos pocos cientos de habitantes, Torla actúa como la entrada principal al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, uno de los paisajes más espectaculares y diversos de España.

La ubicación privilegiada de Torla a las puertas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido convierte al pueblo en el punto de partida ideal para exploradores y amantes de la naturaleza. Este parque nacional, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se caracteriza por sus impresionantes paisajes, que incluyen valles glaciares, bosques de hayas y abetos, y altas cumbres que superan los 3.000 metros de altura.

Uno de los senderos más populares que parten de Torla es la ruta que lleva al Valle de Ordesa, un recorrido que permite a los visitantes sumergirse en la majestuosidad de sus cascadas, como la Cola de Caballo, y disfrutar de la biodiversidad que el parque tiene para ofrecer. Otra ruta destacada es la que conduce a la Brecha de Rolando, un paso natural en la frontera franco-española, desde donde se obtienen vistas panorámicas incomparables.

El casco antiguo de Torla es un encantador laberinto de calles empedradas, casas de piedra y tejados de pizarra que reflejan la arquitectura tradicional de los Pirineos. Entre los edificios más destacados se encuentra la Iglesia de San Salvador, construida en el siglo XVI, que combina elementos góticos y renacentistas. Su torre es uno de los símbolos más reconocibles del pueblo y ofrece una vista impresionante del entorno montañoso.

Otro punto de interés histórico es la Casa del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, un centro de interpretación situado en una antigua casa tradicional aragonesa. Aquí, los visitantes pueden aprender más sobre la geología, flora, fauna y la historia humana del parque a través de exposiciones interactivas y audiovisuales.

Torla es un paraíso para los aficionados a las actividades al aire libre. Además de senderismo, la región ofrece numerosas oportunidades para practicar escalada, barranquismo y ciclismo de montaña. El río Ara, que fluye cerca del pueblo, es ideal para el rafting y otros deportes acuáticos.

Durante los meses de invierno, Torla se convierte en una base excelente para los amantes del esquí y el snowboard, gracias a su proximidad a las estaciones de esquí de Panticosa y Formigal. Las raquetas de nieve y el esquí de travesía son también populares en las áreas más salvajes y menos frecuentadas del parque nacional.

La gastronomía de Torla y sus alrededores es otro de los atractivos para los visitantes. La cocina local se caracteriza por el uso de ingredientes frescos y de temporada, muchos de ellos procedentes de la agricultura y ganadería locales. Platos como el cordero asado, las migas aragonesas y la trucha del río Ara son delicias que no pueden faltar en cualquier visita.

Torla también celebra diversas festividades y eventos culturales a lo largo del año. Las fiestas patronales en honor a San Lorenzo, que tienen lugar en agosto, son una excelente oportunidad para sumergirse en la cultura local y disfrutar de danzas tradicionales, música y actividades comunitarias.

Torla es mucho más que un simple acceso al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido; es un destino en sí mismo, que ofrece una experiencia rica y diversa para todos aquellos que buscan conectar con la naturaleza, la historia y la cultura del Pirineo aragonés. Desde sus impresionantes paisajes hasta su acogedora hospitalidad, Torla invita a los visitantes a descubrir y disfrutar de una de las zonas más bellas y auténticas de España. Una visita a este pintoresco pueblo es una oportunidad para crear recuerdos inolvidables y descubrir la verdadera esencia de los Pirineos.

La belleza de Anya, un destino turístico encantador

Redacción (Madrid)

Anya, un lugar aún poco conocido por el turismo de masas, es un destino que ofrece una mezcla perfecta de historia, cultura, naturaleza y hospitalidad. Situada en un rincón pintoresco, Anya promete una experiencia turística única que cautiva a los visitantes con su autenticidad y encanto. Este ensayo se adentra en los aspectos más destacados de Anya, desvelando por qué merece ser descubierta y explorada.

Anya es un lugar con una rica herencia histórica. Sus calles empedradas y edificios antiguos cuentan historias de tiempos pasados. La arquitectura local es un testimonio de diversas influencias culturales que han moldeado la región a lo largo de los siglos. Iglesias, plazas y monumentos históricos están esparcidos por todo el lugar, ofreciendo a los visitantes una ventana al pasado.

Uno de los puntos de interés más destacados es la Catedral de San Pedro, un impresionante ejemplo de arquitectura gótica. Los visitantes pueden admirar sus vitrales coloridos y su majestuoso altar mientras aprenden sobre la historia religiosa de la región. Además, el Museo de Historia de Anya alberga una fascinante colección de artefactos y exposiciones que narran la evolución de la ciudad desde sus inicios hasta la actualidad.

Anya no solo es rica en historia y cultura, sino que también cuenta con paisajes naturales impresionantes. La región está rodeada de montañas, bosques y ríos que invitan a los amantes de la naturaleza a explorar y disfrutar de actividades al aire libre. Las rutas de senderismo ofrecen vistas panorámicas que quitan el aliento, mientras que los ríos cristalinos son perfectos para el kayak y la pesca.

El Parque Nacional de Anya es un verdadero paraíso para los entusiastas de la naturaleza. Con una biodiversidad impresionante, el parque es hogar de numerosas especies de flora y fauna. Los visitantes pueden realizar safaris fotográficos, avistamientos de aves y caminatas guiadas para descubrir la belleza natural de la región.

La gastronomía de Anya es otro de sus grandes atractivos. La cocina local combina ingredientes frescos y tradicionales con un toque moderno, creando platos que deleitan el paladar de los visitantes. Los mercados locales están llenos de productos frescos, desde frutas y verduras hasta quesos y embutidos artesanales.

Restaurantes y bares en Anya ofrecen una variedad de opciones culinarias que van desde la cocina tradicional hasta la fusión contemporánea. No se puede dejar de probar el famoso estofado de cordero, una especialidad local cocinada a fuego lento con hierbas y especias autóctonas. Los vinos de la región también son muy apreciados y complementan perfectamente cualquier comida.

La hospitalidad de los habitantes de Anya es algo que los visitantes destacan con frecuencia. Los locales son amables y acogedores, siempre dispuestos a compartir historias y recomendaciones. La oferta de alojamiento en Anya es diversa, con opciones que van desde acogedoras casas de huéspedes hasta lujosos hoteles boutique.

Muchos alojamientos en Anya están situados en edificios históricos restaurados, lo que añade un encanto especial a la estancia. Los visitantes pueden disfrutar de vistas impresionantes, comodidades modernas y un servicio personalizado que hace que se sientan como en casa.

Anya es un destino turístico que merece ser descubierto. Su combinación de historia, cultura, belleza natural y hospitalidad la convierte en un lugar único y especial. Tanto si se busca una escapada tranquila como una aventura llena de actividades al aire libre, Anya tiene algo para ofrecer a cada tipo de viajero. En un mundo donde los destinos turísticos más populares a menudo están abarrotados, Anya brilla como una joya oculta que promete una experiencia auténtica y memorable.

Los Pueblos de la Sierra de Mariola, tesoros ocultos del turismo rural alicantino

Redacción (Madrid)

La Sierra de Mariola, ubicada en la provincia de Alicante, en la Comunidad Valenciana, es un tesoro natural y cultural que alberga una serie de encantadores pueblos que cautivan a quienes los visitan. Estos pintorescos pueblos, situados en medio de exuberantes montañas y valles, ofrecen a los viajeros una experiencia auténtica y memorable, lejos del bullicio de la ciudad.

Uno de los pueblos más destacados de la Sierra de Mariola es Bocairent. Con sus calles empedradas, casas blancas y un casco antiguo lleno de encanto medieval, Bocairent es un destino que parece sacado de un cuento de hadas. Los visitantes pueden explorar sus estrechas callejuelas, descubrir antiguas iglesias y ermitas, y maravillarse con las vistas panorámicas desde el mirador de la Virgen de Agres.

Otro pueblo digno de mención es Alcoy, conocido por su rica historia industrial y su arquitectura modernista. Los viajeros pueden recorrer sus calles llenas de vida, visitar el Museo Arqueológico Municipal y admirar edificios emblemáticos como el Ayuntamiento y el Mercado de San Mateo. Además, Alcoy es famoso por su celebración de la Fiesta de Moros y Cristianos, una impresionante muestra de tradición y cultura.

Además, en la Sierra de Mariola se encuentran otros pueblos encantadores como Banyeres de Mariola, con su imponente castillo y sus pintorescas plazas, y Agres, rodeado de naturaleza virgen y senderos para practicar senderismo y actividades al aire libre.

En resumen, los pueblos de la Sierra de Mariola son joyas escondidas que ofrecen a los viajeros una escapada tranquila y enriquecedora. Con su combinación de historia, naturaleza y encanto rural, estos pueblos son el destino perfecto para quienes buscan desconectar y disfrutar de la belleza del interior de la Comunidad Valenciana.

Descubriendo las maravillas de Las Hurdes, un tesoro escondido en Extremadura

Redacción (Madrid)

En el corazón de Extremadura, en el oeste de España, se encuentra una región única y cautivadora: Las Hurdes. Este rincón es un verdadero tesoro escondido, un destino que promete sorprender a los viajeros con su belleza natural, su rica historia y su autenticidad cultural.

Las Hurdes, conocidas por su paisaje montañoso y sus impresionantes cascadas, son un paraíso para los amantes de la naturaleza y los entusiastas del senderismo. Los senderos serpentean a través de bosques frondosos y valles profundos, ofreciendo vistas panorámicas de una belleza incomparable. Los excursionistas pueden explorar lugares emblemáticos como el Chorro de la Meancera, una cascada impresionante que se precipita desde lo alto de un acantilado, o la Garganta de los Infiernos, un espectacular desfiladero flanqueado por paredes rocosas escarpadas.

Pero Las Hurdes no solo son naturaleza. La región también está impregnada de una rica historia y una cultura fascinante. Sus pueblos tradicionales, con sus casas de piedra y calles empedradas, son testimonio de un pasado rico y diverso. En cada rincón se pueden encontrar vestigios de la vida rural de antaño, desde antiguos molinos de agua hasta hórreos centenarios.

Además de su impresionante entorno natural y su patrimonio histórico, Las Hurdes también son conocidas por su deliciosa gastronomía. Los platos tradicionales, como la caldereta hurdana o el cabrito al horno, son una verdadera delicia para los sentidos. Los productos locales, como la miel de las Hurdes o el aceite de oliva virgen extra, son apreciados por su calidad y sabor únicos.

En resumen, Las Hurdes son un destino que lo tiene todo: naturaleza impresionante, historia fascinante y gastronomía deliciosa. Es un lugar donde los viajeros pueden desconectar del bullicio de la vida cotidiana y sumergirse en la belleza y la tranquilidad de la naturaleza. Sin duda, Las Hurdes son un tesoro escondido que merece ser descubierto y explorado.

Explorando la Alpujarra, entre montañas y tradiciones ancestrales

Redacción (Madrid)

En el sur de España, donde las montañas de la Sierra Nevada se encuentran con la rica cultura andaluza, se despliega la joya oculta conocida como La Alpujarra. Este rincón pintoresco y sereno ofrece una experiencia única que combina paisajes majestuosos con la autenticidad de sus pueblos blancos y tradiciones centenarias.

Imagina colinas ondulantes cubiertas de viñedos y olivares, mientras los picos nevados de Sierra Nevada se yerguen majestuosamente en el horizonte. Este es el cuadro que pinta La Alpujarra, una región que abraza la provincia de Granada y Almería. Pasear por sus serpenteantes carreteras revela la arquitectura única de sus pueblos blancos, donde las casas encaladas se aferran a las laderas de las montañas.

La Alpujarra es un paraíso para los amantes de la naturaleza y los excursionistas. Senderos antiguos, construidos por los moriscos que poblaron esta región en el pasado, serpentean entre terrazas agrícolas y bosques de castaños y robles. La Ruta Medieval de los Tres Pueblos, que conecta Capileira, Bubión y Pampaneira, es un ejemplo perfecto de la riqueza natural y cultural de la región.

Cada pueblo en La Alpujarra tiene su propio carácter y encanto. Pampaneira, con sus talleres de artesanía y callejones empedrados, es como un museo viviente de las tradiciones locales. Bubión, con sus callejones estrechos y flores que cuelgan de los balcones, parece sacado de un cuento de hadas. Y Capileira, el pueblo más alto, ofrece vistas impresionantes de las montañas circundantes.

La Alpujarra también es conocida por su deliciosa gastronomía. En sus restaurantes, se pueden saborear platos tradicionales como la «Olla de San Antón» o la «Migas alpujarreñas». Los productos locales, como el jamón serrano y el queso de cabra, son una delicia para los paladares más exigentes.

Pero La Alpujarra es más que un destino turístico; es un testimonio viviente de las antiguas tradiciones. Festivales como la Noche de las Migas en Torvizcón o la Fiesta de Moros y Cristianos en Cáñar son momentos donde la comunidad se une para celebrar su historia y patrimonio.

La Alpujarra, con su mezcla única de naturaleza, historia y cultura, es un tesoro escondido que merece ser descubierto. En este rincón de España, el tiempo parece detenerse, permitiendo a los viajeros sumergirse en la autenticidad de sus pueblos y la majestuosidad de sus paisajes. Un viaje a La Alpujarra no solo es un escape, sino un encuentro con la esencia misma de España, donde la historia se entrelaza con la naturaleza, creando una experiencia inolvidable.

Un viaja a la antigua Hispania, sus calzadas romanas

Redacción (Madrid)

España, un país con una rica historia que se remonta a siglos atrás, alberga un legado impresionante de la época romana en forma de calzadas antiguas. Estas vías de comunicación, construidas por los romanos, son testigos silenciosos de un pasado glorioso y han dejado una marca indeleble en el paisaje español. Recorrer estas calzadas es como realizar un viaje en el tiempo, donde se puede explorar la ingeniería, la cultura y la historia de la antigua Hispania.

Una de las calzadas romanas más emblemáticas de España es la Vía Augusta, que conectaba el norte de la península con la costa mediterránea y la región sur. Esta vía desempeñó un papel crucial en el comercio y la comunicación durante el período romano y aún hoy en día, se pueden ver tramos bien conservados en lugares como Tarragona y Cádiz.

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Otra calzada notable es la Vía de la Plata, que se extiende desde el sur de España, en Sevilla, hasta el norte, en Astorga. Esta calzada era una arteria vital para el transporte de minerales preciosos, como la plata, y su recorrido pasa por ciudades con un patrimonio histórico impresionante, como Mérida y Salamanca.

Mérida, en particular, es un tesoro de la época romana y cuenta con un espectacular conjunto de monumentos, incluyendo un teatro romano, un anfiteatro y un impresionante puente sobre el río Guadiana, todos conectados por la Vía de la Plata.

En el norte de España, la Vía Claudia Augusta era una importante ruta que atravesaba los Pirineos y conectaba Hispania con las provincias alpinas del Imperio Romano. Aunque gran parte de esta calzada se encuentra fuera de las fronteras de España actual, su importancia histórica y su influencia en la región son innegables.

Explorar estas calzadas es como caminar sobre los pasos de los antiguos romanos, imaginando las legiones marchando, los comerciantes transportando sus mercancías y los viajeros recorriendo la vasta Hispania. Cada piedra, cada tramo y cada ruina cuentan una historia de ingeniería impresionante y de la influencia duradera del Imperio Romano en España.

En resumen, las calzadas romanas de España son tesoros históricos que ofrecen una ventana fascinante al pasado. Estas antiguas vías de comunicación no solo son monumentos de ingeniería, sino también testigos de la rica herencia cultural y el legado de la civilización romana en la Península Ibérica. Un viaje para explorar estas calzadas es un viaje al corazón de la antigua Hispania y una experiencia enriquecedora para los amantes de la historia y la arqueología.

RIONANSA Y LA ESENCIA DE UN PUEBLO

Por David Agüera

Estar en Cantabria para mí significa realizar un viaje maravilloso a través del tiempo.
Regreso a mi más tierna infancia gracias a todos los recuerdos, una sensación de nostalgia y encuentros fortuitos que con la noble gente que puebla estas tierras, me demuestra que los años no han pasado.

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Obeso es uno de los espacios único de Rionansa

«Volví a ver la vieja iglesia, la bolera y la escuela. Aquellas tardes con niebla y la casa de la abuela…»suenan en mi mente. Es la letra de una de las canciones de los Tanea, unos de mis grupos favoritos. Con mis pies sobre el el verde pasto, contemplo una zona maravillosa como el Nansa, y mientras tarareo la canción me dispongo a emprender de tu mano, estimado lector, un viaje único por uno de los valles más bonitos del norte de España.
Rionansa es un municipio cántabro situado dentro de la comarca Saja – Nansa y que se encuentra a unos 73 km de Santander. En sus 17 poblaciones, que recorreremos palo en mano como manda la tradición, viven alrededor de 1200 habitantes que compaginan la dura labor del campo con trabajos en núcleos cercanos como Unquera, San Vicente de la Barquera, Cabezón de la Sal o Torrelavega.
Compruebo que aquí el tiempo parece haberse parado, conservando lo mejor de la tradición, sin renunciar, a las comodidades que nos aporta el tiempo en el que vivimos. Los mayores siempre decían que ningún verde era tan bonito como el que encontramos en los paisajes de Cabuérniga y el Nansa, y qué razón tenían. Quizás me esté dejando llevar por los sentimientos, y no puedo ser el más objetivo, pero estoy seguro de tener toda la razón. Antes de iniciar este camino por la montaña de Cantabria nos acercamos hasta la Ermita de Nuestra Señora del Carmen, pequeña y característica de la Época Moderna, este coqueto monumento se ha convertido en lugar de culto. Desde el barrio de Arenas, que es donde se encuentra ubicada, y a esa altura, divisamos parte de nuestro trayecto. Al frente la Iglesia de San Pedro ( con dos magníficos retablos barrocos ) y Riclones respectivamente. Hay que detenerse para deleitarse con lo que ven nuestros ojos. Ladeamos la cabeza mientras saboreamos un queso de oveja comprado en la zona para divisar la carretera que nos llevará a Celis, La Cotera, Puentenansa, Cosío… No hay tiempo que perder, masticamos el último trozo del «quesuco» y nos encaminamos a descubrir los encantos de Rionansa.
Dejamos a nuestras espaldas el embalse de Palomera y el transcurrir del río Nansa por donde se accede a la Cueva de Chufín con numerosos grabados realizados tanto mediante incisión como abrasión. Arenas es un pequeño núcleo ubicado a ambos lados de la carretera y donde los prados con cerramiento de piedra componen un paisaje único. Llevamos caminando un rato y la carretera se subdivide en dos caminos. Este punto es conocido por el Canal de Bujones y nos permite adentrarnos en Rionansa dirección a la Herrería a la derecha o Célis a la izquierda. La Herrería es un núcleo pequeño, apenas 12 casas de piedra y balcones que muestran aún hoy en día las mazorcas de maíz. Las chimeneas ahúman en los tejados a nuestro paso y el agua del Nansa suena de fondo mientras bajamos una pequeña pendiente que nos acerca a un maravilloso puente del S. XVII. El poder y la majestuosidad de la naturaleza se apoderan del paisaje mientras descubrimos La Molina con su molino de agua y una fábrica de luz que fue construida en 1911. Estamos llegando a Celucos y aquí, no podemos desperdiciar la ocasión de degustar lo más tradicional de la zona : el cocido montañés. La gastronomía de Cantabria es una de las más importantes de toda España por sus productos únicos. De hecho, algo único y especial es la combinación de alubia de calidad y berza. Sentados alrededor de una mesa de madera recibimos alegres un puchero con un buen cocido y como manda la tradición el » compango» ( así se llama al chorizo, a la costilla, al tocino…que acompaña al cocido en Cantabria) llega en una fuente y nos servirá como uno de los mejores segundos platos que nos ofrece la tierra.
Mientras mordemos un trozo de pan casero relleno del chorizo del cocido, nos sugieren bajar la comida con un paseo hasta Riclones y los Picayos. El camino se transforma en delicia cuando pasamos por la Iglesia de San Pedro y descubrimos al llegar a los pueblos las zonas cultivables más importantes del Valle. Retomamos nuestro viaje y toca volver sobre nuestros pasos hasta La Herrería, pero en esta ocasión descubrimos un camino «píndio» de piedra y tierra que nos deja junto a las antiguas escuelas de Celis. Aquí, en la plaza que tenemos al lado, se celebra la romería de San Pedro.
Más tarde, cuando el café y el recuerdo terminen este relato nos centraremos en los encantos de Celis y de Cosío.
Tomamos las curvas de la carretera como guía hacia la capital de Rionansa. A pocos kilómetros nos espera Puentenansa y en el trayecto el saludo es continuo. Junto a vecinos de La Cotera y Las Bárcenas que dominan la zona a la perfección, encontramos turistas que pasean la orilla mientras fotografían el relieve montañoso que dejamos a nuestro paso. Pasadas las cinco de la tarde, llegamos a Puentenansa y descubrimos el centro administrativo del valle ( gasolinera, bancos, farmacia, comercios…) La montaña de Cantabria también ofrece los servicios necesarios y aquí los encontramos en la capital. También aquí descubrimos el nuevo Ayuntamiento de Rionansa y la sede de la Mancomunidad de Municipios » Nansa», Saboreamos un café de puchero mientras nos cuentan que las casas de la ladera pertenecen a Cabrojo y las del otro lado del Nansa a Rioseco. La señora, que ahora nos ofrece un plato de leche frita. se recrea explicando que un poco más arriba del valle, dirección a Cosío, encontraremos Pedredo hacia la Collada de Ozalba, en una ubicación privilegiada y Obeso, con sus vistas únicas, que posee la Torre de Rubín de Celis, tambien conocida como Torre de Obeso, un torreón de carácter defensivo, de planta cuadrada y cuatro alturas.
Camino a Cosío recuerdo las fiestas que disfruté de pequeño. San Pedro, El Carmen, la Virgen de la Salud, Santiago y Santa Ana, esta última en Rozadío el pueblo donde llama especialmente la atención la presencia de una infraestructura hidráulica, la de Saltos del Nansa. Además aquí existe un coto de pesca de trucha y salmón. Las romerías y las verbenas se convertían en los acontecimientos del verano y nos pasábamos dos meses de pueblo en pueblo celebrando todas sus fiestas. Sin embargo, si alguna hubiera que destacar es San Miguel, el 29 de septiembre , celebrada en el «prao» junto al que caminamos. Y es que Rionansa se viste cada año de fiesta para festejar la feria más importante. Vacas, toros, ganaderos… y buen ambiente. Hoy en día es un acontecimiento tan seguido que durante esa jornada el acceso al valle es bastante complicado.
Como antaño, lo que e capaz de mostrar el Mirador del Escajizu o la fuerza sobre la zona que ejerce el » Picu Bon» me han dejado maravillado. Sentado sobre un muro de piedra ubicado en la falda de Peña Sagra, el punto más alto de Rionansa, diviso San Sebastián de Garabandal, el trasiego de fieles que suben la pequeña colina que da acceso a la zona donde se produjeron unas apariciones marianas entre los años 1961 y 1965 genera un murmullo permanente. El pueblo ha cambiado desde entonces. Se convirtió en lugar de culto no reconocido por la iglesia pero con fieles que llegan desde diversas partes del mundo. Llegados a este punto, he de hablar de Celis y Cosío..

Mi parada en Celis ha tenido mucha carga sentimental. Esas calles por las que yo tanto corrí se caracterizan por su interesante arquitectura popular, muy bien conservada, que recoge un amplio muestrario de las tipologías arquitectónicas tradicionales de Cantabria.Destaca por su interés la casa de » La Campa», aunque yo la recuerde más por un dóberman que siempre etuvo en la puerta, observando mis movimientos pero sin llegar a ladrar. Ahora además de los vecinos que caminan con el ganado por los accesos a los «praos», encontramos familias completas discurriendo por rutas de senderismo perfectamente preparadas. En 1983 Celis recibió el premio nacional al embellecimiento como uno de los pueblos más bonitos de España y hoy además ofece una de las propuestas gastronómicas y de hospedaje más importantes de esta zona de Cantabria.
Como me contó un buen día el alcalde de Rionansa » Celis además es un pueblo y concejo inigualable en su legado de restos ancestrales. Una treintena de cuevas albergan restos arqueológicos de la Prehistoria». Cosío sin embargo es un » Núcleo de marcado carácter medieval y una historia por descubrir. De allí descienden personajes ilustres como Jose María de Cosío». El pueblo ofrece » cinco molinos, una ferrería con producciones de quintales que duplican a las más próximas, dos torres medievales, y la concesión del Rey al señor de Cosío el poder de ajusticiamiento propio lo que dio lugar a que la plaza central se denomine La Picota en la que se ajusticiaban a los reos». Me maravillo contemplando la Casa de la Panda, la Casa de la Llosa y La Casona. Como bien argumentaba el primer edil, » ofrecemos al viajero la verdadera esencia de la gente rural del norte, con paisajes inolvidables por la especulación urbanística y el turismo desmesurado. ofreciendo la posibilidad de conocer una forma de vivir ancestral y auténtica.
Como parte final del recorrido, visitamos el motor turístico de toda Cantabria en la actualidad, el Soplao. Convertido hoy en una cavidad única a nivel mundial por la calidad y cantidad de las formaciones geológicas, la cueva fue descubierta accidentalmente durante las labores de perforación minera aprovechada posteriormente para la extracción de minerales y esta propuesta además como » Lugar de interés geológico español de relevancia internacional». Un lugar único en el mundo que debe recordarnos también que aquí muchos mineros perdieron su vida, bien lo saben las familias de todo el valle.